49

En un repecho de la calle Fuencarral sita un garito donde pueden degustarse los casis, la Tita Rivera. El sitio es excelente, con un patio maravilloso. Y los casis están ricos. La compañía, más. Y, contra lo que pueda parecer, al menos, en mi opinión, resultan, más que casis, bastantes. Suficientes. Lo suyo.

49 es "casi" 50. O sea, a punto de coronar L'Angliru o el Tourmalet... y empezar la bajada. Sabiendo que el 90% de tu audiencia está ya dormida (todos nos hemos dormido viendo el Tour) pese a que llevas 400 (o 490) kilómetros de bici y preguntándote, quizás, si como Bahamontes, bajarte de la bici a comer un helado cuando corones. Si coronas. Y si coronas con ventaja.

En mi caso, emprendo el último repecho antes de la bajada con opciones de título. Con el maillot amarillo. No con todas las opciones, pero sabiendo que las tengo a tiro. Lo cual era el objetivo de los 49. El de los 50 es bajar líder. El de los 49, poder llegar a los 50 con opciones de coger la bajada sabiéndote de amarillo.

Símil futbolístico: Messi. A dos de coronarte el GOAT (Greatest Of All Time). Mucho recorrido para estar aquí. Pero, eso sí, a dos. Semifinales (49-50) y final (50 and over). Ésa es la sensación. Por eso quiero que gane. Por eso visto la albiceleste.

A mis 49, he estado surfeando todas las olas que han marcado mi generación: la tecnológica, viviendo su auge y su declive en los 2000; la inmobiliaria-financiera, viviendo su auge y su declive en la década 2005-2015; la "startapera", viviendo su auge y su declive entre el 2015 y el 2020, y la blockchain-criptomonedera, viviendo su auge y su declive entre el 2020 y el 22 que termina (de momento). Todas ellas, desde puestos directivos. Lo que me ha permitido vivir de escándalo, pero nunca vivir sin trabajar. Oye, y gracias. Pero.

El aprendizaje es mucho. A mis 23, tuve ocasión de entrevistar a la campeona mundial de yo-yo, Jenny Baybrook. A mis 25, al inventor de los mapas mentales, Tony Buzan. Entre medias, al creador de la primera vacuna eficaz contra la malaria, Manuel Patarroyo. Los tres me enseñaron una lección que entiendo (que empiezo a entender) a mis 49. Aunque surfées bien, aunque seas muy bueno en lo que haces, incluso aunque seas o te sientas el mejor, o coronas la ola o la ola te tira.

Este año que empieza toca coronar la ola. Aprender de los errores y de la experiencia. Saber que el yo-yo puede hacer el dormilón o el perrito pero luego ha de subir y hacer cabriolas en tus manos. Hacer despertar con un mindmap a ese niño con parálisis cerebral que entiende ese dibujo porque le refleja la cabeza, y sonreír, con él, en el mutuo descubrimiento de la magia. Inventar la cura de la Humanidad y entender que te la van a tirar por tierra pero que has salvado una vida. Una.

Eso.

Y llegar a L'Angliru orgulloso. Y comerse ese helado.