ABP -Aprendizaje basado en proyectos Mi experiencia en la JCI
Cuando aún no tenía 18 años, siendo esa la edad mínima para ser miembro de la JCI, me sentí atraída por un grupo de jóvenes que realizaban diferentes tipos de proyectos en mi comunidad. Eran hombres y mujeres entre 18 y 40 años, la mayoría estudiantes o profesionales que dedicaban su tiempo libre, voluntariamente, a realizar una serie de actividades de resonancia social; desde campañas de vacunación en zonas muy pobres de la ciudad, hasta desfiles de modas en hoteles de lujo. La variedad de los proyectos llamó mi atención pues me hizo sentir que las personas podíamos organizarnos para conseguir objetivos, por distintos que estos pudieran ser.
Asistí a una de sus reuniones y conocí la organización.
JCI son las siglas de Junior Chamber International, Cámara Júnior Internacional, organización internacional, fundada en Estados Unidos con el apoyo de la Cámara de Comercio de Sant Louis, Missouri, para brindar a los jóvenes de su sociedad la oportunidad de formarse como líderes, haciendo de ellos mejores ciudadanos. De esta manera, los adultos apoyaban a sus hijos y aseguraban el futuro de su comunidad a través de una generación formada y comprometida con los valores que querían preservar.
Sus fundadores tuvieron claro que el objetivo de la organización era producir resultados en la comunidad, no entregándoles obras o cubriendo necesidades materiales, como hacían otras organizaciones sociales en boga; sino entregándoles el mejor y más duradero recurso: mejores personas.
La primera reunión a la que asistí me dejó maravillada. Yo iniciaba mis estudios de derecho en la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica, iniciaban los años 80 entonces y no había medios como los actuales para mantener comunicación y ser parte de una red global; sin embargo en dicha reunión sentí que estaba asistiendo a una de los cientos de reuniones similares que se llevaban a cabo alrededor del mundo por jóvenes que querían superarse a si mismos y ser parte de la mejora de su comunidad.
Mi mayor revelación fue el uso de procedimientos parlamentarios en dicha reunión. Personas como yo, sin mayor formación académica en regulaciones, usaban las reglas de Robert’s, aquellas que permitían los acuerdos en el parlamento británico, como medio para realizar reuniones productivas, acuerdos democráticos, con estrategias que permitían resguardar derechos de mayorías y minorías. El uso del Orden del Día, las mociones, las cuestiones previas, cuestiones de privilegio, etcétera, me encandilaron. El dominio que tenían algunos miembros en el uso de dichas normas hacía que cada punto en discusión se viera como una batalla de intelectos, luego de la cual, votado el tema en debate, las personas asumían los acuerdos de la asamblea y se disponían todos, ganadores y perdedores, a poner en práctica los acuerdos; y además seguían siendo amigos y ¡se divertían en el proceso!
Inmediatamente quise ser parte de esa organización. No fue fácil. Pasaron un par de años antes de ser admitida y juramentar como parte de la JCI Ica, o cómo la llamábamos entonces, la Cámara Júnior de Ica.
Recién ahora, llego al punto que quería comentar. Los proyectos.
El método que tenía la Cámara Júnior a nivel mundial, para formar a sus miembros, era la realización de proyectos. Estos podían inscribirse en cinco campos de oportunidad (áreas de trabajo); Administrativo, Comercial, Comunidad, Individual, Internacional. En cada uno de esos campos un o una júnior (así nos denominábamos) podía diseñar un proyecto y presentarlo a la asamblea para su aprobación. Una vez aprobado debía implementarlo. Por ello debía contar con el equipo (miembros) suficientes, no sólo para que votaran a favor en la asamblea, sino para que dirigieran e integraran las comisiones del proyecto. Hacer este trabajo requería del desarrollo de habilidades de liderazgo, trabajo en equipo, planificación, programación, relaciones públicas, finanzas, negociaciones y muchas otras más necesarias en el proceso. Este aprendizaje se producía a través de la dirección del proyecto, así como por la participación de cada uno de nosotros dirigiendo o integrando comisiones en otros proyectos. También designando como asesor o asesora de un proyecto a los juniors más experimentados o incluso a ex miembros de la organización.
Formar líderes comprometidos con su comunidad era un proceso de enseñanza/aprendizaje basado en proyectos.
Si bien en el campo de oportunidades individual, se presentaban y ejecutaban muchos proyectos relacionados a cursos y capacitaciones; el diseñar y organizar cada uno de estos eventos era un proyecto en sí mismo, que, así como brindaba oportunidades de ampliar los conocimientos y desarrollar capacidades de los asistentes, permitía al equipo implementador del proyecto, aprender cómo hacer un curso exitoso en términos de fechas, lugares, audiencia, objetivos de aprendizaje, financiamiento, etcétera. Este y cualquier otro proyecto volvía a la asamblea una vez terminado para que ésta apruebe el informe final, en el que no sólo se rendía cuentas de los realizado, sino se brindaba una importante retroalimentación que servía al equipo implementador como a todos los asistentes sobre las buenas prácticas y las lecciones aprendidas.
El método de aprendizaje basado en proyectos, de la Cámara Júnior, incluía por tanto un soporte en términos de asesoría y conocimientos requeridos.
Fui parte activa de la JCI durante 20 años y llegué a ser la presidente nacional de la Cámara Júnior del Perú. A mi salida fui honrada por los miembros, otorgándome el título vitalicio de senadora JCI, galardón que distingue a los miembros de recordada trayectoria. Gracias a la JCI pude hacer una carrera internacional como instructora y trabajar en temas relacionados a proyectos, procedimientos parlamentarios, cooperación internacional y otros.
Lima agosto 2019
Leonor Suárez Ognio