¿Admiras a tus amigos...? Entonces eres un egoísta positivo e inteligente.

Una de las cosas que más me ha sorprendido siempre de mi madre, es que hable de mí, cuando yo estoy delante, como si no fuera su hija exactamente, sino como una admiradora ilusionada.

Esto que escribo hoy, viene a relación porque me propuse hace tiempo seguir manteniendo la admiración hacia las personas que quiero y admiro. Al principio, cuando creemos mucho en una persona y no la conocemos, nos parece casi un dios pero luego, si tenemos el privilegio de acercarnos a ella, entonces dejamos de valorar sus grandezas, sus esfuerzos, sus sueños… (por no hablar de amor y de pareja, claro).

Y no es que pierdan ellos, no, es que lo hacemos nosotros, porque no hay mayor riqueza y privilegio que estar rodeado de personas a las que admiras profundamente.

Reconozco que lo he conseguido en muchas ocasiones y que en las que no, intento recuperarlo hasta que me doy cuenta de que quizás admiraba a un falso dios y no pasa nada, lo dejo caer y lo asumo.

Así que escuchar a mi madre decirle al dentista, por ejemplo: admiro a mi hija porque es la persona que conozco que más cumple sus sueños o regalar mis libros como el que regala un tesoro (aunque algunos no los haya leído, que yo lo sé), es una lección muy, muy necesaria para mí.

Porque quiero convencerme de que el ingrediente que te aparta de la admiración no es, precisamente, el trato cotidiano con esa persona.

Hasta finales de año, que me esperan días intensos de viajes, conferencias y reuniones, me he propuesto hacer una lista de personas a las que quiero y admiro profundamente, para no olvidarme de seguir cultivando sus rosas y sus risas, porque eso es lo que a mí me hace crecer y sentirme realmente importante.

Con ese propósito amanece este día (y con el de desayunar jamón, claro :) ).

Os deseo una estupenda "hornada"