Ajústamelo flojito
"Venimos del mono" - Insbruck por Sabina Tobares

Ajústamelo flojito

Y que no se me caiga...

Parece contradictorio hablar de disrupción y escuchar frases como: “debe hacerse dentro de ciertos parámetros”; “pero tiene que adaptarse al contexto”; “siempre hay que ubicarse en el entorno” y “no queda bien ser excéntrico”. También he visto a profesionales que seleccionan personal haciendo comillas con sus manos mientras cuentan sobre lo raros que son los perfiles “no convencionales”; “imagínense qué pensará el cliente cuando vea que todos tienen el pelo violeta”, dicen.

Muchas organizaciones hablan de disrupción siendo incapaces de aceptarla. Les piden a los colaboradores que sean disruptivos y aún no han comprendido de que se trata. Si usted es una de esas personas que anda pidiendo cambios, pero que no le muevan la estructura, que no hagan peligrar el estatus quo y que le den la tranquilidad de saber que hacer (como viene haciendo) entonces, ¡NO use la palabra con D!

“José y sus amigos hacían largas caminatas todos los fines de semana, algunas veces pasaban más de 30 horas caminando, eran peregrinaciones sin un objetivo. Imagino que les daba placer hacerlo. Nadie recuerda muy bien cómo empezó este exhaustivo ejercicio semanal, ni como es que los miembros se fueron comprometiendo con el grupo. Eso sí, nadie faltaba sin una buena explicación.

No iban a Lujan, no corrían, no se anotaban a ninguna competencia, no se cuestionaban el porqué, ni siquiera sabían cuánto caminarían ese día, solo lo hacían y se sentían bien.  No pagaban para pertenecer, no había uniforme ni vestimenta especial, no tenían insignia ni nombre, no buscaban superarse cada finde, no se mostraban mas o menos saludables, solo caminaban.

Hacia ya casi 18 años y medio que existía esa práctica, se encontraban todos en un lugar y partían paso a paso, nadie se esperaba, nadie iba adelante y nadie se apuraba por llegar. Nadie se volvía o preparaba el botiquín de primeros auxilios y todo fluía sin más…

Un día, Ernesto llego al lugar de encuentro y se sentó a fumar en el cordón de la vereda y allí se quedó.  Se terminó varios cigarros, miró el cielo, se recostó en el pasto, se volvió a sentar; pensó que bueno hubiera sido tener a mano el mate y recordó un libro hermoso que había leído. En un momento sumido en sus propios pensamientos se escuchó silbar y se rió. Tarareo una de Britney, otra del Rally e hizo algunos planes de viajes y de trabajos… y así fueron pasando las horas. Cuando se sintió incomodo, hambriento o tuvo frío… (eso no lo sabremos nunca) se levantó y se fue.

Al día siguiente Mariana se anotó en una maratón, Daniel preparo un botiquín y llevo varios litros de agua en su bicicleta, Vanina apareció con una manta y un libro, Joaquín saludo a Ricardo, Rene y Rocío y les aposto que caminaría más rápido que ellos durante 5 km, Marta y Cesar no aparecieron… de hecho no se los ha visto más, quizás se hayan mudado lejos. José, Ale, Nahuel, Mirta y Miguel siguieron caminando. Ema trajo remeras con estampados que decían “los caminantes” y vendió algunas. Guille se quedó en su casa haciendo una página en las rrss con las fotos que había sacado Ana y mando solicitudes de amistad a todo el barrio. Flor puso una heladería en la esquina donde se solían juntar, Graciela comenzó la carrera de paisajista, Belén se cortó y tiño el cabello de 6 colores, Juan se casó y Susana pinto unos cuadros fabulosos…. “

Si usted o su organización, si su centro educativo o su club, si su entorno o su interior, no están dispuestos a aceptar y abrazar a “Ernesto”, si no puede/n gestionar la incertidumbre o si le/s da mucho miedo dejar de hacer lo mismo que lo llevo hasta donde se encuentra hoy, entonces, y a riesgo de equivocarme, le sugiero que no pida DISRUPCIÓN. 

@AnaSabina


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