Alberto Lira Núñez

Lidere más, controle menos.

Parte 1 de 3

Con Autoridad y Control no se aprende ni se crece, sólo se adiestra.

Aprender implica brindar las herramientas que las personas necesitan y generar el entorno correcto para ser capaces de desarrollar su potencial y alcanzar sus metas.

La autoridad y el control se basan en “restricciones”, en “no hacer”, en “si haces y te equivocas, entonces te sanciono, te restrinjo aún más tu espacio disponible para moverte”.

Porque lo que la autoridad y el control consigue, en todo caso, es que alguien obedezca, pero ahí no hay aprendizaje.

El supuesto es que si yo entreno a una persona, le doy facultades, le otorgo un espacio correcto de movilidad, le trato con respeto y le brindo la confianza necesaria – podrá actuar, decidir y resolver por sí sola. Por otro lado, si esa persona siempre está obedeciendo y siguiendo estrictamente procesos, siempre va a necesitar de alguien que le diga qué hacer (ese es Usted), cómo hacerlo y ahí no hay autonomía ni aprendizaje.

Utilizamos un pseudo-liderazgo que está mezclado con la autoridad y que definitivamente no funciona.

El despliegue de autoridad es por ejemplo cuando se dice: “y esto es así porque así debe ser”, “lo haces porque soy el jefe”, “no hagas esto mejor porque te van a sancionar”. Manipulas la conducta de las personas poniendo condiciones a través de premios y castigos: “Si haces A, te daré B”. Esto es una estrategia que tiene una fecha de vencimiento porque sólo funciona mientras tú estés ahí para restringirle el premio o habilitar el castigo.

Sin embargo, cuando la persona tiene otra oportunidad – diferente y en la cual no está limitada a hacer y no hacer, se va, por tanto, de cara al futuro no hemos logrado nada porque otra persona vendrá a la cual deberás “enseñarle” cómo es que funcionan las cosas aquí.

Lo único que hemos conseguido en tales circunstancias es lo que queremos que haga o no haga en el momento sin haber aprendido nada y limitando su individualidad, su creatividad, su imaginación, su deseo de desarrollo, en donde pasado un tiempo la persona se aburre por haber sido “robotizada” y busca irse a un lugar “más amplio” y “libre” de actuación.

Estamos estableciendo una pauta de VALORES y PRINCIPIOS totalmente contrarios a los que queremos establecer.

Que no se considere a la autoridad y el control y a su fuerza de producción como una forma de gestión, no significa que estemos a favor del desenfreno, del descontrol, de que cada quien haga lo que le venga en gana, de desentendernos de lo que los demás hacen. Lo que estamos diciendo es que la autoridad y el control no es la MEJOR PRÁCTICA. Porque cuando la autoridad y el control impone, ordena y amenaza, el LIDERAZGO: Guía-Enseña-Motiva y Estimula correctamente a las personas.

Significa que ejerciendo nuestro liderazgo estamos presentes y acompañamos.

Consiste en: Lograr que el otro quiera lo que yo quiero, que lo elija como parte de su decisión.

No consiste en “torcer” su voluntad. ¿cómo se hace? Estando cerca de nuestra gente, hablando con ellos, explicando, siendo capaces de dar mis razones para pensar como pienso y otorgarles la responsabilidad.

Y, ¿qué hay si la consecuencia de dejar hacer es de alto riesgo e impacto? ¿si el perjuicio es irreversible? Entonces es una excepción a la regla y lo mejor es imponerse, pero estas deben ser las menos. La mayoría de las veces debes privilegiar el aprendizaje.

Puedes decir: “A mí me parece que podemos hacer esto o aquello”, “considero que la mejor forma de hacerlo es”, “¿por qué no lo haces de otra manera? Quizá te funcione mejor”, “¿cómo podemos hacer las cosas mejor o diferentes”?

Busca siempre no satisfacerte a ti como jefe/lider, sino hacer lo que es correcto para la empresa.

Si cambias el enunciado que mencionamos anteriormente y lo pones de esta manera: “Si haces A, lo más probable es B” cambias el contexto, el pensamiento y por ende, la respuesta.

Autoridad y control consiguen colaboradores: obedientes, competitivos entre sí, exigentes.

El Liderazgo consigue colaboradores: que tienen valores firmes, convicciones correctas, creativos y altamente automotivados.

Lo que estamos diciéndote es cómo lograr mejores resultados reduciendo tu necesidad de controlar. Con ello puedes mejorar la libertad de acción de las personas, incrementar la confianza en sí mismos, creando sus propias formas, experimentando y aprendiendo (Knowlege Management), compartiendo experiencias, entendiendo y razonando cómo están hechas las cosas, cómo funcionan mejor para luego utilizar ese conocimiento práctico para producir mejores resultados.

Establezca estructuras que apoyen a las personas a motivarse a sí mismas. Muchos líderes actúan como si prefirieran el control a los resultados. Desarrolle estructuras de auto-administración y quítese del camino.

Entre mayor sea el control, más estrechos los trabajos, y entre menos se ejerce la intuición y el juicio, las personas son más indefensas, incompetentes y altamente dependientes. Permita que se equivoquen de vez en cuando, siempre que no sea con dolo, negligencia, intención de perjudicar, malas prácticas y comportamientos éticos y morales incorrectos.

Por el contrario, las personas que desarrollan y crecen en criterio, amplían sus habilidades y conocimientos, cuentan con información precisa y oportunidades de crecimiento, se motivan así mismas.

Cuando los supuestos (conscientes o inconscientes) de la Teoría X de McGregor predominan en la empresa, se traducen en políticas, procedimientos, todo se revisa, todo se cuestiona y se tienen estructuras disfuncionales. Desalientan el comportamiento que los líderes quieren inculcar.

Normalmente las personas responden a puestos y funciones que fomenten la autonomía y el crecimiento.

¿Cómo podremos lograr esto?

Aquí van 8 principios de Liderazgo para irlos reflexionando:

1. Controle la estructura no a las personas.

2. Permita que todos sean responsables del resultado final. El Líder es el responsable número 1.

3. Considere la “ansiedad” que se genera como “emoción bloqueada”.

4. Evite tomárselo personalmente.

5. Interrumpa las disputas, no aliente los conflictos ni la huida.

6. Incluya siempre a las personas correctas.

7. Experimente el “elefante completo”.

8. Haga visibles los acuerdos tácitos.

El exceso de autoridad y control más que apoyar una buena gestión, la perjudican, impactando negativamente en la productividad de su gente, fomentando un ambiente enrarecido, rebeliones pasivas, estancamiento y por ende, pérdidas financieras y posicionamiento de su marca en todos los contextos.


Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Más artículos de Alberto Lira Núñez

Otros usuarios han visto

Ver temas