Ana Orantes: El grito que despertó a España contra la violencia machista

Ana Orantes: El grito que despertó a España contra la violencia machista

Hace 26 años Ana Orantes denunció su situación de maltrato en su matrimonio en televisión. 13 días después su marido la mató.

Os cuento su historia, para quienes no la recuerden (yo tenía 14 años) y para quienes no la conozcan. Se casó en 1956 y tres meses después recibió su primera paliza. En aquel momento no se permitía el divorcio y según el código civil “el marido debe proteger a la mujer y la mujer debe obedecer al marido”. 15 años después de la aprobación del divorcio, en 1996, ella decidió solicitarlo. El juez lo denegó conmovido por el marido: “un hombre que llora así debe de querer mucho a su mujer”. Ese fue el motivo para no divorciarlos.

Lo intentó a la segunda, pero solo separación legal, no física. Él no se iba de la casa. No. De la casa de la familia de ella. Se quedaba en la planta de abajo y ella en la de arriba. El 96% de las demandas de divorcio se retiraban en esa época porque la mayoría tenía que volver a casa con su marido y retiraban la denuncia.

Ana Orantes denunció malos tratos 15 veces. ¡¡15 VECES!! En 1996, de las 65 mujeres asesinadas, 50 estaban separadas (no divorciadas) y habían denunciado.

Tres semanas antes de su asesinato se celebró por primera vez en España el día internacional de la violencia contra las mujeres.

El 4 de diciembre asistió al programa y relató la brutalidad de maltrato que sufría. El 15 de diciembre salió en antena la grabación del programa. El 17 de diciembre su ex marido, José Parejo Avivar, la esperó fuera de su casa, la golpeó, la ató a una silla y le prendió fuego con gasolina.

En 1997 91 mujeres fueron asesinadas, y no constan en las cifras oficiales porque empezaron a contabilizarse en 2003. Tres de ellas, incluida Ana, fueron quemadas vivas.

En el año 2000, cuando se empezó a elaborar una propuesta de ley integral de violencia de género, aprobada en 2004, el servicio de atención a la violencia doméstica de Madrid abrió 1249 casos de maltrato, 46 por parte de violencia de mujeres contra hombres.

El 90% de esos 46 hombres víctimas decían sufrir maltrato psicológico porque sus mujeres se negaban a mantener relaciones sexuales con ellos o porque no les hacían el almuerzo.

Ana Orantes se convirtió en un símbolo de la lucha contra la violencia de género en España. Su trágica historia puso de manifiesto las graves deficiencias del sistema judicial y social para proteger a las víctimas de maltrato.

El asesinato de Ana Orantes el 17 de diciembre de 1997 marcó un antes y un después en la concienciación social sobre la violencia machista. Tras su muerte se produjeron importantes avances legales para endurecer las condenas a los agresores y mejorar la protección de las víctimas. En 2004 se aprobó la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, un hito en la lucha contra esta lacra social.

Sin embargo, a pesar de los progresos realizados en las últimas décadas, la violencia contra las mujeres sigue siendo una realidad inaceptable. Las cifras de mujeres asesinadas y maltratadas siguen siendo alarmantes.

Es fundamental continuar reforzando las medidas de prevención, protección y reparación para las víctimas. La lucha contra la violencia machista requiere un compromiso firme de toda la sociedad. Debemos seguir trabajando para erradicar los estereotipos y prejuicios de género, mejorar la formación de los profesionales implicados y garantizar una atención integral a las víctimas.

Solo así podremos construir una sociedad libre de violencia contra las mujeres. La historia de Ana Orantes nos recuerda que la violencia de género no es un asunto privado, sino un grave problema social que nos concierne a todos. Su valentía al denunciar públicamente su situación abrió el camino para que otras mujeres rompieran el silencio. No podemos permitir que su sacrificio haya sido en vano. La eliminación de la violencia contra la mujer es una obligación ineludible: no habrá justicia ni igualdad real mientras una sola mujer tema por su vida o su integridad.

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Encarnación Guirao Fernández

International Programme Manager

4 semanas

Hemos de estar atentas y luchar porque no perdamos derechos adquiridos. Los cambios en el lenguaje son importantes, no se puede decir violencia intrafamiliar ni doméstica. Cómo nombramos los hechos implica un grado máximo o mínimo de protección. Durante muchísimos años los asuntos de violencia en la pareja se decía que eran cosas de la familia y se gestionaban dentro de la familia. Así que, atentas a los nombres que se dan a los mismos hechos, para no perder derechos.

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