APRENDER SIN APRENDER, ¿CÓMO ES ESO?

APRENDER SIN APRENDER, ¿CÓMO ES ESO?

Es muy común que cuando se hable de educación se piense inmediatamente en aprendizaje, y de hecho se ha estudiado mucho sobre este tema, desarrollándose diferentes teorías para explicarlo y potenciarlo, pero en la práctica es común encontrar que cada persona presenta un proceso propio, y todos los avances nos ayudan a tener más luces de cómo trabajar con los estudiantes pero hasta cierto punto, ya que existen otros elementos del sistema del alumno que no siempre tenemos presente pero que tienen un impacto muy fuerte a la hora de aprender.

Ante esto Marianne Franke-Gricksch, una reconocida terapeuta y experta en pedagogía sistémica, introduce el concepto de “aprender sin aprender” como una forma de aprendizaje que ocurre de manera natural y sin esfuerzo consciente.

Este enfoque, se basa en la idea de que los niños y adultos pueden adquirir conocimientos y habilidades de manera intuitiva y espontánea, a través de la interacción con su entorno y las relaciones significativas.  De hecho, este es un enfoque integrador, porque considera también el bienestar emocional y físico del individuo, resaltando que un entorno de aprendizaje saludable debe atender no solo las necesidades intelectuales, sino también las emocionales y físicas, pues al hacerlo, se crea un espacio donde el aprendizaje puede florecer de manera natural y sin esfuerzo

En primer lugar, esta propuesta sistémica destaca la importancia de las relaciones en el proceso de aprendizaje, ya que el aprendizaje más efectivo ocurre en un contexto de confianza y conexión emocional, esto es, que cuando los individuos se sienten seguros y apoyados, están más abiertos a explorar y absorber nueva información sin la presión de un aprendizaje formal y estructurado.

En segundo lugar, este “aprender sin aprender” enfatiza la observación y la imitación como métodos clave, ya que los niños, en particular, aprenden mucho observando a los adultos y a sus pares, imitando comportamientos, habilidades y actitudes. Por eso, debido a que se integra en la vida diaria y no requiere una instrucción explícita, este tipo de aprendizaje es particularmente poderoso.

Bajo esta propuesta integradora del aprendizaje se sugiere que el juego y la exploración libre son fundamentales, ya que, a través del juego los niños experimentan o prueban nuevas ideas y resuelven problemas de manera creativa, permitiendo que el aprendizaje ocurra de manera natural y sin la rigidez de lo que conocemos como formal.

Este “aprender sin aprender” permite por sus características otro aspecto crucial que es la metacognición, o la capacidad de reflexionar sobre el propio proceso de aprendizaje, ya que cuando los individuos son conscientes de cómo aprenden, pueden adaptar sus estrategias y mejorar su capacidad para adquirir nuevos conocimientos, fomentándose un aprendizaje más profundo y duradero.

Quizás en nuestras escuelas de procesos tan estructurados y sin mucho espacio para los cambios no sea tarea fácil que se den espacios para nuevos enfoques en las formas de aprender, pero en este mundo que requiere de una capacidad de adaptación constante, quizás sea cada vez más necesario abrirse a nuevas formas y miradas que optimicen los procesos de aprender, en especial los de muchos niños que empiezan su vida escolar.   

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