"Aquellas pequeñas cosas"
Me emocionó escuchar al maestro Serrat en la entrega de los premios Princesa de Asturias 2024. “Prefiero los caminos a las fronteras, la razón a la fuerza y el instinto a la urbanidad. Soy un animal social y racional que necesita del hombre más allá de la tribu. Creo en la tolerancia. Creo en el respeto al derecho ajeno y el diálogo como la única manera de resolver los asuntos justamente. Creo en la libertad, la justicia y la democracia. (…) no me gusta el mundo en que vivimos, hostil, contaminado e insolidario donde los valores democráticos y morales han sido sustituidos por la avidez del mercado, donde todo tiene un precio. No me gusta ser testigo de atrocidades sin unánimes y contundentes respuestas. No me conformo al ver los sueños varados en la otra orilla del rio…”.
Este poeta cantor que aspira a dejar el recuerdo “de un buen hombre, justo y agradecido”, ha jalonado de versos y canciones muchas etapas de mi vida porque yo también “nací en el Mediterráneo”. Para mí, el auténtico tono de los galardones en la ciudad de Oviedo, lo puso precisamente su cantar en directo “Aquellas pequeñas cosas”. ¡Delicia de intuición la del cantautor en un mundo fragmentado y añorado de sentido! Y es que, como dice otro poeta -el papa Francisco- en su última carta encíclica (1), “en el tiempo de la inteligencia artificial no podemos olvidar que para salvar lo humano hacen falta la poesía y el amor. Lo que ningún algoritmo podrá albergar será, por ejemplo, ese momento de la infancia que se recuerda con ternura y que, aunque pasen los años, sigue ocurriendo en cada rincón del planeta. Pienso en el uso del tenedor para sellar los bordes de esas empanadillas caseras que hacemos con nuestras madres o abuelas. Es ese momento de aprendiz de cocinero, a medio camino entre el juego y la adultez, donde se asume la responsabilidad del trabajo para ayudar al otro. Al igual que el tenedor podría nombrar miles de pequeños detalles que sustentan las biografías de todos: hacer brotar sonrisas con una broma, calcar un dibujo al contraluz de una ventana, jugar el primer partido de fútbol con una pelota de trapo, cuidar gusanillos en una caja de zapatos, secar una flor entre las páginas de un libro, cuidar un pajarillo que se ha caído del nido, pedir un deseo al deshojar una margarita. Todos esos pequeños detalles (“aquellas pequeñas cosas”, diría Serrat), lo ordinario-extraordinario, nunca podrán estar entre los algoritmos. Porque el tenedor, las bromas, la ventana, la pelota, la caja de zapatos, el libro, el pajarillo, la flor... se sustentan en la ternura que se guarda en los recuerdos del corazón.”
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Esas son precisamente “aquellas pequeñas cosas” que, en palabras de Serrat, “te sonríen tristes y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve”. ¡Puede ser! Pero que nos quiten lo bailao: yo, -lo tengo claro-, me quedo con ellas. Que no me falten jamás “aquellas pequeñas cosas”.
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(1) "Dilexit nos", Carta encíclica del Papa Francisco, octubre 2024