Asociaciones Libres de Domingo
“Las palabras tienen un poder mágico. Pueden traer la mayor felicidad o la más profunda desesperación”. Sigmund Freud
Hoy dedicamos un post a las palabras no dichas en la cotidianidad,
Una invitación a la contemplación, reflexión y a la acción,
Tal vez sólo quede en el plano de la palabra y ante la desesperación aceptar las cosas como si nada para seguir adelante.
Argentina hermosa y encantadora, imprevisible e irresoluta, marcada por una grieta social similar a la majestuosidad y vehemencia de la Cordillera de los Andes.
En principios encontramos diversos tipos de argentinas: una es la que vivimos, otra en la que quisiéramos vivir y una tercera en la que el resto marcado por una grieta tan grande, que en la que vivir no es vida. Lo que nos lleva a considerar el tamaño de la estupidez humana.
Llegamos a la vida adulta, quizás mucho antes, nos enfrentamos ante mentiras dichas: “simplemente una paranoia“, lo que en realidad es sentido común, y peor aún miedo para todos los argentinos.
“Los buenos siempre ganan”
“Los jueces custodian y defienden la justicia”
“Los ladrones les tienen miedo a la policía”
“Si estudias tenes un futuro asegurado”
“El que roba va a la cárcel”
“Si trabajas duro tendrás mucha plata, y podrás comprar tu casa”
“Los políticos representan a todo el pueblo argentino”
“Todos los ciudadanos argentinos tienen los mismos derechos y obligaciones. Y peor aún, los mismos accesos a posibilidades”
“Somos un país que resguardamos los derechos humanos universales, y el trabajo de niños está terminante prohibido y amparamos para que transcurran su niñez como niños”
Las asociaciones libres no terminan:
Desde niños nos inculcaron paranoias sobre los gitanos que robaban niños si se portaban mal, al cuco y duendes. Hoy en la vida adulta esa paranoia experimentada en la infancia, seria casi hasta un deseo de alegría, porque hoy lo que sentimos es miedo basado en hechos concretos.
Miedo a no llegar a fin de mes con los gastos porque la inflación sube de manera imprevisible y de forma desmedida. Miedo a no llegar a la casa por temor a ser asesinado por un celular. Miedo a parar en los semáforos de noche, por temor a que te rompan el vidrio del auto y ser apuntado con una pistola para robarte.
Miedo a comprar alimentos en los supermercados y verdulerías, porque temen que se haya cortado la cadena de frío de noche para ahorrar energía e intoxicarte incluso también con la fruta y verdura fresca porque no se hicieron los controles sanitarios necesarios.
Miedo a poner dinero en los bancos, miedo a perder el DNI o Pasaporte y duren meses, quizás año en renovarlos. Miedo a que te den billetes falsos. Miedo a tomar un colectivo y taxi, ser asaltado y abusado.
Miedo, miedo y más miedo. Pero de todo este miedo, quizás hay un consuelo:
En ésta estamos todos…
Los cambios se inician con la gente entendiendo de que éste momento que transitamos, es un punto de inflexión y necesitamos empatía, nos necesitamos para poder revivir como nación.
EMPATÍA Y RESPETO
Si podemos apelar a esto, podremos conectar y progresar. Respetemos y conectemos por la razón más simple y suficiente que ser ciudadanos argentinos. Unamos a este país, a pesar de los políticos, los diarios, el fútbol, la televisión, Twitter, y de todo lo que nos divide.
Lo hagamos porque es lo correcto. Lo hagamos porque el odio, el desprecio, el asco que fluye todos los días y de manera progresiva nos corrompe como sociedad, nos destruye cada día.
Nos debemos los unos a los otros y a nuestro País, tendernos las manos e intentar conectar.
Respeto y Empatía es lo mínimo que nos debemos los uno a los otros.