Autoestima y otras herramientas
El Comercio, 1 de junio de 2022
No hay peor cosa que un ignorante con poder. Es una combinación letal. Y seguro que muchos de ustedes estarán de acuerdo conmigo. Pero si les digo que no me refiero a los gobernantes, sino a los gobernados, más de uno torcerá el gesto. Por más que eso sea, exactamente, lo que somos: pueblos soberanos que no se enteran, poderosos sin conocimiento, ignorantes con poder. Claro que sí: ponemos y quitamos gobiernos, aupamos y destronamos a tiranos, y hacemos uno y otro por las razones más dispares.
El futuro es nuestro. Pero también el presente. E incluso el pasado. Y el día que entendamos el enorme poder que acumulamos, nos entrará un gran vértigo. Y a lo mejor hasta lo empezamos a disfrutar; porque es cierto que todo poder conlleva una enorme responsabilidad, pero una todavía mayor satisfacción. Por eso nos da tanta pena la gente que no sabe disfrutar lo que tiene. Son unos amargados. Viven en un paraíso obsesionados con el único árbol del que no pueden comer; detectan los problemas y no las oportunidades; son incapaces de apreciar lo que tienen delante: una hija con talento, una buena posición, una casa en la aldea... nada les resulta suficiente… ay si yo tuviera… lo único que me falta es…
Cuesta entender a toda esa gente que, en vez de valorar lo que tiene, se dedica a hacer y rehacer listas de lo que les falta. De los muchos agravios sufridos. Y de todo lo que harían si tuvieran no sé qué más. Nos da mucha pena ver a gente así. Pero, atención, porque eso es exactamente lo que llevamos haciendo los asturianos desde hace demasiado tiempo: por lo menos cuarenta años; desde que tenemos democracia. Y eso tenemos que pararlo ya: tenemos que dejar de ver problemas donde otros ven oportunidades; y tenemos que recuperar nuestra autoestima.
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Nuestro propio gobierno dice que, precisamente eso, la recuperación de nuestra autoestima constituye uno de sus tres mayores éxitos de la legislatura. Los otros dos, por si quieren saberlo, serían la lucha contra la pandemia y la potenciación “brutal” de nuestro turismo. Como a ustedes, a mí también me cuesta sumarme a esta visión tan entusiasta; pero coincido con nuestros gobernantes en señalar que estas tres cosas son prioritarias, necesarias e incluso imprescindibles.
La autoestima es solo una herramienta y no va a solucionar todos nuestros problemas. Probablemente nada lo haga; nadie tiene la fórmula mágica para crear empleo, prosperidad y bienestar. Todos queremos que nuestras empresas inviertan y crezcan y sean rentables; y que no se vayan y lleven con ellas nuestros sueños y a nuestra gente. Y no estoy exagerando: nuestro pequeño y verde país va a bajar del millón de habitantes y lo va a hacer porque aquí no hay trabajo. Y aunque, insisto, nadie tiene la fórmula mágica para evitarlo, hay tres cosas que no estamos haciendo y seguro ayudarían a mejorar todo esto. Una es formar a nuestros futuros empresarios: me gustaría saber en qué facultad están estudiando ahora nuestros futuros emprendedores; y no me vengan con que en la de empresariales, porque no cuela. La segunda cosas que no hacemos es tratar bien a nuestros actuales profesionales: hablo de los impuestos, pero también de los argayos, y de los trenes y barcos y aviones que no tenemos y esperamos. Y la tercera cuestión que tampoco hacemos es dejar de insultar a los que se van: los llamamos egoístas y avariciosos y así cualquiera se anima.
Pero bueno. A ver si aprendemos a querernos y conocernos más y mejor, y a usar todo ese poder para bien. Que en un año tenemos elecciones.