Burnout: El Consejero Delictivo
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Burnout: El Consejero Delictivo

Contexto

Estos días hemos estado viviendo uno de los procesos judiciales más mediáticos de los últimos años. No es el fin abordar este tema, porque no es de mi especialidad, sin embargo, dentro de las múltiples frases, conversaciones, cuñas, disfraces y eufemismos que ha ocupado la prensa, se ha presentado una que me parece maravillosa: Consejero Delictivo.

Mi reflexión inmediata fue: oh! Esta frase es como el sufrimiento que vive o ha padecido un número, no menor, de trabajadores a lo largo del país. Muchas veces se disfraza de otras cosas, sin embargo, su presencia está latente y causa daño en cada faceta de nuestra vida: Síndrome Burnout.

Para aclarar: Estoy ocupando estas comparaciones en este ejercicio de pensar, esperando que las personas que estén pasando por momentos complejos en sus espacios laborales, puedan acudir lo más pronto posible a algún especialista.

No es el fin minimizar las enfermedades de salud mental, menos en este contexto.

El Inicio

Se habla por primera vez del Burnout en los años 70.

Imagínense ustedes, tantos años, y el concepto sigue tan vigente como la primera vez que un colega se sintió sobrepasado por las responsabilidades y el ejercicio de rol como cuidador en un centro de rehabilitación de drogas.

Desde esa fecha, hasta el día de hoy, es posible encontrar numerosos artículos, ensayos, libros e inclusive, en algunos países, la reglamentación de un diagnóstico médico para personas que sufren de esta enfermedad laboral.

El Consejero Delictivo

Las exigencias contemporáneas del ejercicio de cualquier rol organizacional, conlleva que muchos trabajadores se vayan disgregando afectiva, social, emocional y laboralmente, por llamarlo de alguna forma fácil de entender.

El por qué del Burnout se transforma en este “Consejero Delictivo” de nuestro cuidado y bienestar personal, es porque siempre nos tiende a llevar a que podamos más. Se puede trabajar una horita extra, se puede mandar el WhatsApp el fin de semana, se puede revisar el correo fuera del horario de trabajo. Siempre se puede contestar el teléfono si es de la pega, entre muchas otras de las prácticas que se van tornando habituales y no nos dejan el espacio para el cuidado personal.

Este consejero pone en una constante presión a nuestra, salud física, emocional, social y familiar. Nos va empujando hacia un abismo que no somos conscientes cuando vamos camino a él. Más bien, ni siquiera somos capaces de percibir que nos estamos acercando a pasos rápidos al despeñadero.

Hay una serie de elementos que contribuyen a dejarnos llevar por “las sugerencias” o las alarmas que podrían saltar en estos contextos.

Maslash y Leiter(2008) describen siete conceptos claves como generadores de Burnout: carga de trabajo, control, recompensa, comunidad, justicia, valores e incongruidad de la persona con el rol.

Es interesante comprender como cada una de estas aristas se van confabulando para que la persona en determinados espacios laborales, se vaya quebrando y quedando sin recursos personales para enfrentar situaciones cotidianas. De hecho, algunos factores mencionados, ni siquiera están presentes en algunos casos, sin embargo, basta que uno explote para que la persona se sienta sobrepasada.

¿Se puede prevenir el Burnout? Sí.

Siguiendo la lógica de esta reflexión, muchas de las dinámicas diarias de trabajo se van incorporando como parte de uno. A veces, son dolorosas, sin embargo las vamos aceptando como algo normal. En algún momento pensamos: este trabajo no me hace sentir cómodo!, No me llena hacer estas tareas!, !Creo que estoy haciendo tanto y me pagan tan poco!, Siempre tengo muchas tareas que hacer!, !Siento que nunca llego a las metas que me he puesto!

Estas frases, podrían ejemplificar que algo está pasando en nuestra experiencia laboral.

Las alertas deben ser consideradas. De hecho, esa sensación de no querer ir a trabajar o sentirse vacío ejerciendo tu trabajo, son señales claras que hay algo que está pasando.

Sé que hay otras variables que podrían estar impactando en la decisión del autocuidado, ya sea: la familia, responsabilidades financieras, inclusive, viajes o gastos que ya están hechos y es necesario pagarlos. A raíz de lo anterior, cuesta y, a veces bastante, tomar decisiones bajo estos contextos, donde, por ejemplo: estamos cegados por evidentes signos del burnout y por otro, donde nos vemos forzados a tener que seguir trabajando.

Son en estos casos, donde las personas continuamos en esta diatriba personal, donde nos decimos frases como: “lo podemos lograr”, “tenemos que aguantar”, “ ya vendrán otros tiempos”, “ es algo pasajero”, entre muchas otras. Es ahí, donde el “suficiente” se va alejando y con él nosotros.

Mientras más temprano se puedan abordar los primeros signos de esta enfermedad, se pueden tomar acciones que ayuden a tu salud. De hecho, los más recientes estudios señalan, que recuperarse de un estado de burnout podría demorar de uno a tres años.

El consejero delictivo, está siempre latente y suele surgir de nuestras propias ansiedades, miedos, temores y angustias. No dejes pasar episodios, en tu experiencia laboral, que te han dejado con alguna sensación incómoda. Abórdalos.


Hola Ignacio. Muy buena aproximación al burnout. Tuve la oportunidad de profundizar en una tesis el concepto de Engagement (docente en mi caso) y cómo los líderes educativos pueden aportar a aumentar lo niveles de Engagement en los profesores. Creo que es una tarea pendiente en nuestros país (aunque se han abierto caminos) mirar al trabajador en tanto persona y no sólo como un funcionario. Saludos.

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