Cómo conectar con tus clientes en tiempos de virus y fobias
Pues sí, soy madrileña. Nacida y criada en la ciudad de los gatos, el chotis y los cielos de Velázquez. Y aunque esta pandemia tenga más de surrealismo que de barroco, todavía no me acostumbro a haberme convertido en una mujer a una mascarilla pegada.
Confieso que soy de las escépticas, de las que vive echándose gel hidroalcohólico a cada rato. Giro el pomo de la puerta para salir de mi edificio, gel. Acciono el botón automático del garaje, gel. Saco la tarjeta para pagar en el súper, gel.
Gel, gel, gel. ¡Hasta mi hijo de 18 meses se ha aprendido el ritual! y cada vez que guardo las llaves tras entrar al portal le escucho: “mamá geeee”.
Y para que hablar de la mascarilla, esa compañera tocapelotas, se ha convertido en mi segunda piel.
No me la quito ni a sol y, mucho menos, a la sombra. Aunque sean las tres de la tarde, esté a 30 grados y por las comisuras de los labios me corra un reguerillo de rouge rojo. Antes muero de un soponcio.
Si no te digo que cuando empezó todo este lío del coronavirus salía a comprar con un tapabocas made in yomeloguiso yomelocomo, hecho con una camiseta vieja y dos gomas.
Ahora, que si me invitas a una terracita, quizá me lo pienso. ¿Pues no está todo el mundo venga a empinar cañitas luciendo mascarilla a modo de codera? ¿Será que la cerveza inmuniza?
El otro día fui a echar gasolina y los señores de Repsol me hicieron un regalo.
¿Adivina qué?, una mascarilla. “Seguimos estando aquí, a tu lado, siempre que nos necesites”, decía el sobre.
“Mira tú”, pensé.
El mensaje no es de lo más brillante, pero conecta con su público.
Y eso es lo que consigue el copywriting, enganchar con el cliente.
Deja de hablar de ti, de quién eres y de lo bien que lo haces, y esfuérzate para conectar con las necesidades de tus clientes. Preocúpate de averiguar qué les emociona o qué es lo que no les deja dormir por las noches, así conseguirás allanar el camino hacia la compra.
A tu cliente no le interesan las características de tu producto (aunque no lo creas), lo que de verdad le atrae son los beneficios que van a obtener si te contrata o te compra.
¿Entiendes por dónde voy?
Así que menos hablar de ti y más escuchar a tus clientes.
Menudo rapapolvo te he echado. Descuida si he sido demasiado efusiva, solo es un consejo.
Y dicho esto, tienes dos alternativas: conservar los textos de tu web tal y como hasta ahora, hablando de lo bueno que eres en lo tuyo y de lo genial que, seguramente, es tu producto o servicio.
O puedes conectar con tus clientes con unos textos hechos a la medida e incrementar tus ventas.
Si optas por lo segundo, me lo dices, y nos ponemos manos a la obra.
PD: También podemos tomar un café por el centro de Madrid y hablar de pintura, de las formas de las nubes y de los nuevos textos de tu web. Eso sí, con mascarilla.
PD: Lo anterior, solo apto para aquellos que no tiene fobias.
Abogada
4 años¡Oh, sí! Las necesidades, aspiraciones y manías van mutando.Ahora el gel y mascarilla son el must del 2020. Menos en mi isla. Yo creo que como el bicho no ha hecho muchos estragos, la mayoría sigue saludando de beso y abrazo, así que yo discreta pero segura, en cuanto puedo me alejo y me echo gel en la cara. ¡Menos mal que la humedad contrarresta un poco el efecto cartón! Buen artículo, hay que sacudirnos tanto "yo" y aprender a conectar ;-).
Mira, yo acabo de comprar mi mascarilla con "Emosido engañado". Nunca pensé que comprar una mascarilla pudiera hacerme feliz. Necesidades que cambian y gente que las detecta: al final vender también es eso (y fidelizar, porque he visto que están ampliando material y ya le he echado el ojo a una con la almendra y Simón jajajaja)