Cómo tratar con personas difíciles
Sobrepeso, acné en el rostro, baja autoestima y un terrible sentido de la moda. Acabo de describir al “Juan Churión” de 16 años. A esto súmale que mis padres acababan de divorciarse y día tras día me debatía en si el suicidio era una opción viable.
“Confusa”, así describiría mi vida en aquel entonces. Recién graduado del bachillerato sin un plan claro para mi vida comencé a “vivir el momento”. Es decir, hacía lo que sentía hacer sin pensar en consecuencias.
Como esa vez en que pasé la noche en una carpa en la playa con la novia de mi mejor amigo.
Me destruí emocionalmente al punto en que comencé a tratar a otros como basura, la percepción que tenía sobre mi mismo.
Aún recuerdo cuando una chica con relativo sobrepeso (como yo) quiso invitarme a salir. “Cállate, no salgo con mujeres como tu,” le dije mientras una lágrima cayó sobre su rostro.
Fui in idiota, lo sé. Aún después de 20 años no lo he podido olvidar.
Era uno más del montón, un agente de destrucción. Malhumorado, a la defensiva y siempre buscando a quien traer a mi nivel. A las personas se les hacía difícil acercarse a mi, no era para nada amigable. Estaba “enfermo”.
Hasta que un día alguien me vio con otros ojos.
Un hombre de unos 60 años que entrenaba a la misma hora que yo en el gimnasio. Comenzó con preguntas comunes a las que yo respondía con un “Si” o “No” sin ni siquiera mirarlo.
Pero continuó. Hasta se sentaba en la misma mesa que yo a tomar café. Se dió cuenta que tenía un problema y quería ayudarme (Era psicólogo). Hasta que finalmente logró quebrarme y me hizo hablar de lo que realmente me estaba pasando.
Se mantuvo amable mientras yo me comportaba como un idiota. Si pudiera colocar su estrategia en palabras sería esta: “Tratar a las personas como si fuera su último día.”
El consejo más común sobre la faz de la tierra para vivir una vida óptima es exactamente lo contrario. Es este: “Vive tu vida como si fuera el último día.” en otras palabras: “ Piensa en ti”.
Si este hombre hubiera hecho esto, jamás hubiera hablado conmigo, me hubiera devuelto mal por mal y me hubiera ignorado al escuchar mis respuestas monosílabas. Quién sabe en que hubiera terminado y a quién más hubiera lastimado.
Un mundo mejor se construye cuando personas sanas ayudan al enfermo. Cuando abandonamos nuestro deseo de “Ser feliz” y lo sustituimos por el “Seamos felices”.
Cada día que pasa las personas se vuelven más agresivas, malhumorados y tristes. Esto es normal, están “enfermos”. Nadie nunca ha intentado ver más allá de sus síntomas y descubrir porqué se comportan de esa forma.
Tratemos a las personas como si fuera su último día.
Las personas más difíciles de amar son aquellos que más lo necesitan.
Juan J. Churión
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