Competencia de mercado: rompiendo paradigmas

Cuando hablamos de competencia de mercado, probablemente, lo primero que se nos ocurre es pensar en las marcas con las que rivalizamos para ganar mayor participación dentro de un mercado, y se define como aquellas empresas que ofrecen productos o servicios similares en términos de utilidad y función.

Según Ferrel, O. y Hartline, M., (2012), la mayoría de las empresas enfrentan cuatro (4) tipos básicos de competencia:

1. 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐞𝐭𝐢𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐦𝐚𝐫𝐜𝐚: Comercializan productos con características y beneficios parecidos para los mismos clientes a precios similares.

2. 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐞𝐭𝐢𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐩𝐫𝐨𝐝𝐮𝐜𝐭𝐨: Rivalizan sobre la misma clase de productos, pero estos son diferentes en características, beneficios y precios.

3. 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐞𝐭𝐢𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐠𝐞𝐧é𝐫𝐢𝐜𝐨𝐬: Comercializan productos muy diferentes que resuelven el mismo problema o satisfacen la misma necesidad básica de los clientes.

4. 𝐂𝐨𝐦𝐩𝐞𝐭𝐢𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐬𝐮𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐭𝐨𝐭𝐚𝐥: Compiten por los recursos financieros limitados de los mismos clientes. (p. 103).

Frente a la creciente innovación tecnológica y la dinámica existente en el mercado, las empresas se esfuerzan por rastrear y conocer mejor a sus competidores, mediante un proceso denominado 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑙𝑖𝑔𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑒𝑡𝑖𝑡𝑖𝑣𝑎.

El progreso de un 𝐚𝐧á𝐥𝐢𝐬𝐢𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐞𝐭𝐢𝐭𝐢𝐯𝐨 se divide en diferentes etapas, iniciando por la 𝑖𝑑𝑒𝑛𝑡𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑐𝑖ó𝑛 de todos los competidores actuales y potenciales según los cuatro (4) tipos mencionados anteriormente. Una vez identificados, se procede a conocer las 𝑐𝑎𝑟𝑎𝑐𝑡𝑒𝑟í𝑠𝑡𝑖𝑐𝑎𝑠 de los competidores clave, seguido de la 𝑒𝑣𝑎𝑙𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 de sus debilidades y fortalezas que deriven en el conocimiento de sus 𝑐𝑎𝑝𝑎𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠 para obtener una 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑎 en función a las situaciones de su entorno.

Ajustando esta teoría a la actualidad, un análisis competitivo debe ir más allá que fiarse de una imagen virtual que toma como principales indicadores el número de seguidores, publicaciones e interacciones, dado que los instrumentos tecnológicos facilitan el crecimiento y el engagement con las marcas.

Desde mi punto de vista, en un entorno comercial cada vez más competitivo, digital, inclusivo y horizontal, es necesario romper algunos paradigmas en cuanto a la competencia, lo que supone tener una visión más amplia y estratégica de la misma, alejándonos de una rivalidad tradicional entre marcas por demostrar quién es el mejor.

Aunado a esto la competencia puede ser vista como una herramienta para el aprendizaje y la mejora continua en el negocio, esto implica que las empresas (marcas) deberían enfocarse en las áreas donde pueden mejorar y trabajar internamente, en lugar de solo intentar superarse entre sí.

La competencia también representa una forma de predecir el futuro del negocio, lo que significa que las marcas, pueden observar a sus competidores para entender mejor como puede evolucionar el mercado y adaptarse en consecuencia.

Por último, la competencia puede ser una fuente de posibles alianzas en función de aquello que nos diferencia.

En resumen, para crear una estrategia competitiva efectiva hay que considerar tres (3) aspectos esenciales:

1) Mostrar el valor de tu marca de manera auténtica y ética, en lugar de simplemente tratar de imitar o superar a la competencia.

2) Involucrar el uso apropiado de las nuevas tecnologías sin tener que depender exclusivamente de ellas para destacar, por lo cual, es necesario tener una base sólida de conocimientos y experiencia para respaldar tu propuesta de valor.

3) Establecer colaboración potencial con otras empresas (marcas) en áreas donde no compitan directamente para lograr una ventaja competitiva conjunta.

¿Tú qué opinas?