Consultoría para pymes: ¿cuánta información debe compartir un empresario con sus colaboradores?
Liderar una empresa no es tarea fácil. Si bien quienes dirigen compañías se enfrentan a diario con cientos de desafíos, la gestión adecuada de la información es uno de los que aparece con mayor frecuencia. De hecho, es un interrogante habitual de los empresarios que nos contactan por nuestro servicio de consultoría para pymes.
¿Qué tipo de datos necesitan los colaboradores para cumplir con sus funciones? ¿Cuál es la información que se debe compartir? ¿Qué beneficios y riesgos reporta su puesta en común?
Descubramos juntos las respuestas a estas inquietudes. ¡Que disfrutes la lectura!
Liderar una empresa es como dirigir una orquesta
Dado que establecen analogías entre dos elementos a fin de organizar conceptos en torno a un mismo significado, las metáforas constituyen un excelente recurso para comprender cómo funcionan las cosas en el mundo empresarial.
Siguiendo un razonamiento metafórico, el rol del director de una empresa tiene varias similitudes con el papel que asume un director de orquesta. De hecho, para que una agrupación de músicos virtuosos sea exitosa, debe contar con un director talentoso. Pero, ¿de qué depende ese talento?
Si hablamos del escenario corporativo, la cuestión no reside en tratar de controlar cada nota, ni tampoco en ir hacia el otro extremo y dejar que cada integrante haga lo que quiera.
La clave está en proporcionar la partitura adecuada a cada miembro del equipo, permitiendo que despliegue su maestría individual mientras trabaja en armonía con el resto de sus compañeros.
Ahora bien, este escenario nos lleva a un nuevo interrogante: ¿cuál es la cantidad adecuada de datos que se debe compartir con cada empleado?
La importancia de encontrar un equilibrio
Algunos líderes se cuestionan si es conveniente compartir demasiada información, ya que esto podría abrir la puerta a la creación de un nuevo competidor. Otros, en cambio, se preguntan qué sucede cuando, a pesar de tener todos los datos que requieren a su disposición, los colaboradores no ejecutan su rol de manera adecuada.
Entonces, ¿cómo se resuelve este dilema? Encontrando un equilibrio.
Ni el enfoque hermético ni el total acceso a la información son sostenibles a largo plazo.
A medida que la empresa crece y se complejiza su gestión, transmitir la información adecuada a los equipos se torna indispensable.
La clave está en centrarse en las personas y en el liderazgo de los equipos, concibiendo la empresa en términos de funciones, resultados y autonomía, y, al mismo tiempo, dejando de lado el encuadre centrado en la acumulación de tareas.
Para llegar a ese razonamiento, proponemos considerar 3 preguntas esenciales:
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Estos interrogantes permiten descubrir si los colaboradores siguen una partitura diferente a la establecida, o bien simplemente carecen de ella. También es un ejercicio ideal para evaluar su capacidad.
Poner el foco en que todos los colaboradores (independientemente de la posición que ocupen) posean metas claras, acceso a la información relevante y una real comprensión de cómo su trabajo se relaciona con los resultados y con el resto de la empresa, permite que los líderes obtengan una visión clara del panorama corporativo.
Esto, a su vez, brinda la posibilidad de tomar decisiones informadas y de colaborar con las necesidades del equipo de manera más eficiente.
Dirección y autonomía, las claves de una gestión eficiente
Retomemos ahora la metáfora que planteamos anteriormente, que concibe a la empresa como una orquesta.
Cada miembro es un instrumento, un experto en su campo. El papel del líder no es imponer una melodía rígida, sino proporcionar una partitura que brinde dirección y contexto.
Su misión consiste en marcar el ritmo y coordinar la intensidad de los instrumentos sin dictar cada nota, tal como lo hace un director de orquesta. Porque, en definitiva, la verdadera autonomía se trata de permitir que los expertos desplieguen su virtuosismo en su dominio.
La partitura empresarial debe regirse por un hilo conductor común que, aun abarcando a la organización en su totalidad, sea lo suficientemente flexible para satisfacer las necesidades únicas de cada equipo.
Porque, al igual que en la música, disciplina en la cual diferentes instrumentos requieren indicaciones específicas, cada equipo necesita información adaptada para lograr la sincronización perfecta. La combinación de dirección y autonomía es lo que permite que la sinfonía empresarial se desarrolle con fluidez y eficacia.
En este sentido, la gestión empresarial se asemeja a la dirección de una orquesta sinfónica, donde el líder proporciona la partitura adecuada y marca el ritmo, permitiendo que cada especialista aporte su destreza en su campo.
La información es el combustible de esta sinfonía empresarial. Por eso, su distribución equilibrada fomenta la autonomía y la colaboración efectiva. Así como en una orquesta afinada, los resultados son melodías de éxito y crecimiento que resuenan en toda la organización.
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