Cuando la velocidad del cambio nos supera

Desde el comienzo de la era digital la velocidad del cambio excede nuestra capacidad de adaptación. El implacable avance de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial generan cada vez más incertidumbre respecto de cómo será nuestro futuro.

Buena parte de los trabajos que ejercían nuestros padres han perdido su valor a manos de la tecnología. Hoy un cajero de un banco o un empleado en un comercio es cada vez más prescindible con la llegada de las aplicaciones y el comercio electrónico. Por otro lado, el grueso de la educación sigue estando concentrada en una pequeña parte de la vida de una persona y no es capaz de prepararnos para los cambios que estamos viviendo en la parte productiva de nuestras vidas.

La gente siente cómo su valor ha disminuido, cómo se va haciendo prescindible y que su futuro es incierto, desencadenando en frustración, rabia y miedo. Vemos como este miedo está siendo aprovechado por grupos radicalizados que utilizan al pueblo como arma para rebelarse contra el sistema buscando su destrucción. Creen que los liderazgos actuales, políticos y empresariales, son los culpables y piensan que las fórmulas del pasado, que ya fracasaron cuando la velocidad del cambio era mucho menor, son la solución.

La realidad es que son cada vez más las personas que tienen dificultades de adaptarse al mundo actual, llevando al surgimiento de liderazgos populistas con soluciones simplistas que buscan el aislamiento y a la ruptura de relaciones comerciales como respuesta, y llevando a crecientes grupos de indignados a tomarse las calles en todos los continentes.

La mayoría de estos grupos lo hacen de manera pacífica y sin ideologías diciendo "así no funciona, busquemos otro camino" lo que es rápidamente aprovechado por grupos delictivos para generar el caos. ¿Cómo se explica si no que los mismos que hace unas semanas salieron a marchar a favor del planeta hoy lo queman?

Hoy es evidente que la culpa no es sólo el alza del transporte público y pensar que este es un problema chileno es no ver lo que está pasando a nivel global. Debemos entender que mientras continuemos con una velocidad del cambio que exceda nuestra capacidad de adaptación el mundo va a continuar resquebrajándose y la brecha entre los incluidos y los excluidos continuará creciendo hasta que amenace los cimientos de nuestra sociedad.

Es hora de ser mucho más decidido en hacernos cargo de los que no están logrando adaptarse al cambio, sin dogmas ni populismos. Necesitamos entender que el malestar va a continuar a nivel global y tenemos que ser mucho más determinados en los cambios de políticas públicas si queremos evitar que las fórmulas de destrucción del modelo sin un plan B sean las que comiencen a ser mayoría.