Cuando te abandona la confianza en ti mismo

Cuando te abandona la confianza en ti mismo

El gusto por ellas lo heredé de mi madre. Le encantaba cuidarlas, hablarles, podarlas. Con frecuencia, nos mencionaba lo bellas que estaban sus hortensias o la hierba buena que crecía robusta en su pequeño jardín. Mientras escribo este artículo repaso en mi mente las cosas que me encantan, la música, la lectura, las plantas, las personas. Todas ellas las aprendí de mi madre… y otras más.  En casa tengo un jardín, ni pequeño ni grande, es mi jardín. Dedicarle un tiempo a la semana para regarlo, remover la tierra, limpiarlo, es una de mis actividades favoritas. Puedo llegar cansado y tarde en la noche, luego de cenar con mi esposa y mi hijo, voy unos minutos al jardín. Me relaja, me anima, me inspira. Cuidar del jardín me ha ayudado a cultivar algunas conductas positivas, fundamentalmente el optimismo, que lo traduzco como esa emoción que me dice que, haciendo de manera consistente aquello que hago, me llevará a alcanzar aquello que deseo o, al menos, me ayudará a acercarme. 

Sin embargo, el optimismo no es todo. Si bien está presente al inicio de un emprendimiento, aquello que lo sostiene es la “conducta de éxito”, que describo como la habilidad para asesorarnos y pedir ayuda, la planificación, el seguimiento, la rigurosidad, la persistencia. Todo ello, combinado, hacen que luego de un tiempo broten pequeños puntos verdes de la tierra que alimentan nuestro optimismo y que nos dicen que vamos en la dirección correcta. 

No es suficiente tener una buena idea, un buen proyecto, una gran inspiración, si no somos capaces de sostenerlos con una “conducta de éxito”. Ésta es la clave. Cuántos proyectos se quedaron en ello. Cuántas veces vimos que nuestras buenas ideas no viajaron más allá de una presentación. Cuántas ideas parecidas a la nuestra fueron realizadas por otros. La diferencia radica en la “conducta de éxito”, investigar, proyectar, calcular, construir redes, planear, ejecutar, insistir, ser rigurosos… todo ello no nos garantiza tener éxito, sin embargo, nos acerca.

No es suficiente tener una buena idea, un buen proyecto, una gran inspiración, si no somos capaces de sostenerlos con una “conducta de éxito”. Ésta es la clave.
Cuántos proyectos se quedaron en ello. Cuántas veces vimos que nuestras buenas ideas no viajaron más allá de una presentación. Cuántas ideas parecidas a la nuestra fueron realizadas por otros.
La diferencia radica en la “conducta de éxito”, investigar, proyectar, calcular, construir redes, planear, ejecutar, insistir, ser rigurosos… todo ello no nos garantiza tener éxito, sin embargo, nos acerca.

Hace poco tiempo cometí un error en mi jardín. Para eliminar un brote de mala hierba lo fumigué con un herbicida que eliminó tooodo, incluido mi jardín. Me sentí descorazonado. El producto de mi “conducta de éxito”estaba acabado. El césped seco, las plantas retorcidas, las flores caídas. Ya no era un jardín sino un terreno seco y muerto. Mi optimismo cayó al piso. Durante días viví con la necesidad de encontrar un culpable de tal atrocidad. Llegué a pensar que eso de la jardinería no era para mi. Me sentía molesto, triste, frustrado… pesimista. Por si ello fuera poco, perdí un negocio en el que había invertido muchos meses de “conducta de éxito”. Largas noches de diseño, innumerables reuniones, investigación, pilotos de prueba, asesoría. Cuando pensé que estaba todo listo y validado por mi cliente, éste asignó el contrato a mi competencia… Me sentí desilusionado, utilizado, fracasado. No podía imaginar que ello había ocurrido. Quizás había perdido mi encanto y mis propuestas ya no eran adecuadas… sentí que no había evolucionado profesionalmente, que debía abandonar esta profesión, que hay muchos mejores que yo. El optimismo me había abandonado. 

Perdido, desenfocado, maltrecho, enojado, irritable, distante, avergonzado. Las ideas no venían, los proyectos no se concretaban y el jardín seguía arruinado. Así pasaron varios días, semanas. Había perdido la confianza en mi… ¡Qué desastre! Sin embargo, una débil luz aun quedaba. El horrendo jardín era algo que me atormentaba y no estaba dispuesto a continuar mirándolo. Aunque con poca fe, lo aboné, agregué tierra y volví a regarlo con regularidad… pero nada pasaba. Cerca de tirar la toalla, una tarde noté unos puntos verdes que surgían de la tierra. Eran pequeñas hojas de césped que se mostraban tímidas y delicadas. Mi optimismo empezó a despertarse, aunque luchando con la idea del tiempo que tendría que pasar hasta que crezca y se pueble nuevamente. Resolví que debía continuar con aquello que llamaba mi “conducta de éxito”, regar, regar y regar.

Me alegro haberlo hecho. Mi jardín “aun” no luce como el que tenía, pero el césped ha empezado a crecer y a esparcirse. Algunas nuevas plantas sembré y en otras antiguas, luego de podarlas, han empezado a brotar pequeñas ramas. El verdor se toma cada vez más el paisaje y con ello la esperanza, el optimismo y la confianza.

Y con respecto a mi trabajo, retomé mi “conducta de éxito” llamando, visitando, escuchando, leyendo, diseñando, escribiendo, publicando. Pequeños puntos verdes han empezado a surgir. Seguiré regando, regando, regando…

De todo ese desastre pude rescatar algunas cosas: 

  • Aprendí que los herbicidas matan a la mala y a la buena yerba. Hay otros caminos para eliminar la mala yerba. Uno de ellos es no mirarla.
  • Aprendí que hay cosas que no se, que no puedo, que no quiero hacer. Pedir ayuda es una opción poderosa. Hacerlo con otros es muy probable que me lleve más lejos, reduzca el riesgo del fracaso y me maraville de lo que otros sean capaces de hacer.
  • Aprendí que el fracaso deja buenas lecciones. Para poder comprenderlas, a menudo, debemos transitar por algunas emociones como el dolor, el enojo, la tristeza, la frustración, la aceptación. 
  • Aprendí que mis clientes están en su derecho de seleccionar a un proveedor que no sea yo. Estar consciente de ello me ayudará a sacar punta al lápiz con mayor frecuencia.
  • Aprendí que en los negocios no hay amigos ni enemigos, sino intereses y necesidades. Indagar en aquello me pone en la dirección de hacer propuestas ganadoras. 
  • Aprendí que es posible tener de nuevo un hermoso jardín, pero que ello no es una foto de Instagram, sino un proceso que toma un tiempo, si va acompañado de una “conducta de éxito”.

Si te encuentras en una situación de fracaso y la confianza en ti te ha abandonado, recuerda ocasiones anteriores en las que viviste algo similar. A lo largo de la vida fracasamos muchas veces ¿Qué lecciones te dejó el fracaso? ¿Qué lecciones no has aprendido aún?  

Si deseas conversar sobre algo que estás experimentando, escríbeme. Será un gusto compartir algunas cosas que he aprendido de mi propia experiencia, de mis maestros y de las personas con quienes trabajo.

Farid Atala

fatala@people-coach.com

Jorge Ernesto Fernández Hau

MBA|Data Scientist|Big Data Architect|Computer Science & Information Systems|Digital Transformation|ISO/IEC 27001:2022 focused into solutions using innovation and technologies. I Inspire teams to achive the imposible.

6 años

Farid, muchas gracias, estamos regando, regando, regando

Hola Farid. Muy hermosa lectura me he sentido muy identificada en estos momentos en que las cosas están un poquito complicadas en lo laboral. Pero tienes toda la razón. Hay que retomar la confianza y el optimismo.👍

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