Ecosistemas de I+D+i

Ecosistemas de I+D+i

Cada día, se hace más común el hecho de querer emprender una nueva actividad o proyecto que nos permita capturar y/o entregar valor a potenciales clientes o resolver problemas que afectan la eficiencia de nuestras organizaciones, de la economía, o la calidad de vida de las personas. Estos “problemas”, a los cuales Boris Martínez acuñó como “dolores” (como una forma de recordarnos que siempre hay personas detrás de ellos) tienen, en la otra cara de la moneda, asociadas importantes oportunidades para investigar posibles soluciones, desarrollarlas y, en definitiva, materializar algún tipo de valor para los involucrados. A esto solemos llamarle innovación.

De acuerdo con mi modo de ver las cosas, en los tiempos que corren (literalmente) los problemas sencillos se acabaron. Simplemente no quedan más. Lo que nos toca enfrentar son problemas (u oportunidades desde el punto de vista de un investigador o un emprendedor) cada vez más complejos y desafiantes. Esta complejidad se explica por el hecho que ya no basta una única disciplina para abordarla, por ejemplo, la ingeniería o la biología. Por el contrario, los problemas exigen la conformación de equipos multidisciplinarios, con personas con habilidades en distintas áreas del conocimiento básico, social, humano, etc., las cuales aportan distintas visiones y experiencias de trabajo para colaborar y co-elaborar en el proceso.

A mi juicio; la forma más sencilla de enfrentar estas oportunidades es integrarnos a ecosistemas de investigación, desarrollo e innovación existentes. En qué consiste un ecosistema, pues simplemente en un grupo de personas u organizaciones que se involucran y comprometen en torno a objetivos comunes , que andan en busca de capacidades que ellos no poseen pero que si pueden encontrarlas en el ecosistema, y que deciden compartir los beneficios que se obtengan de forma justa. Estos ecosistemas tienen que tener algunas características. Primero, deben estar conformados por “dolientes”, por personas u organizaciones que aporten talento diverso (emprendedores, investigadores, desarrolladores, diseñadores, etc.) y por facilitadores (proveedores de tecnología, plataformas de trabajo, etc.). Segundo, deben ser abiertos, de manera que no existan limitaciones a la entrada de nuevos actores. Tercero, tienen que estar organizados con lógicas de trabajo ágiles para que la comunicación y el flujo creativo fluya horizontal y no verticalmente. Y, por último, deben funcionar bajo la premisa que para ser eficientes y evitar perder el foco (y recursos) hay que enamorarse de los “dolores” y no de las soluciones.

En países con grandes oportunidades, pero con economías relativamente pequeñas como el nuestro resulta fundamental operar de esta forma. La CORFO ha hecho un notable trabajo de fomentar la dinamización y creación de ecosistemas de innovación e investigación aplicadas con su programa de Centros de Excelencia Internacional. Dentro de ese mismo programa, nosotros desde el CEI Telefónica I+D Chile hemos hecho nuestro aporte a que ello ocurra con el convencimiento que los ecosistemas son una de las palancas esenciales para incrementar el I+D+i de impacto en el desarrollo del país.

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