Educar en la verdad.

Educar en la verdad.

El ser humano por naturaleza siempre justificara sus errores.

Educar en la verdad, en el amor y en el servicio.


Educar en la Verdad, supone afirmar la existencia de la misma, y la capacidad del hombre de alcanzarla. Sólo dentro de un marco de verdad puede darse un verdadero proceso educativo. A esto se contrapone el llamado "pensamiento débil" de la pos-modernidad en la que vivimos, que se caracteriza por el desprecio de la razón para poder conocer la verdad, por ello se confunde Verdad con Opinión.


Desde un realismo filosófico hemos de afirmar que la "Verdad es la Realidad", lo que las cosas son; y un conocimiento es verdadero cuando nuestro intelecto se adecua a esa realidad, por ejemplo al afirmar "la piedra es un ser irracional", compruebo experimental y racionalmente que ello es así.


El hombre no sólo es capaz de conocer los accidentes del 'ser' (tamaño, masa, composición química, etc.) sino al 'ser' en sí mismo, puede conocer la esencia de las cosas y no tan sólo su apariencia. Esto supone una inteligencia cuyo objeto es la Verdad, capaz de alcanzarla y transmitirla, cualidad propia del ser humano que lo distingue del resto de las criaturas terrestres.



La Verdad no es mera opinión, que se emite sin fundamento y que requiere muchas veces del 'consenso' del 'número' para adquirir una supuesta validez general. La Verdad vale por sí misma (2 + 2 = 4), es una, objetiva y universal; por lo cual hemos de descartar esta visión del relativismo gnoseológico imperante que otorga similar validez al error y a la verdad, o admite múltiples verdades, incluso contrarias entre sí, sobre un mismo tema.


Sin búsqueda y transmisión de la Verdad, no existe educación, sólo a través de ella el ser humano llega a la plenitud y alcanza su desarrollo.



Educar en el amor, supone la vivencia plena de la vocación de ser 'maestros', ya que ama quien busca el bien del tu, y el educar implica necesariamente el anhelo de esculpir en el alma del alumno las virtudes y valores que llevan a la plenitud al ser humano.

Así que no vengan con el cuento de que "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra", porque esa es la mediocridad más baja a la que ha llegado el ser humano; justificarse para que nadie lo critique.

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