Ejemplificación del peso motivacional de la interpretación: un caso de narcisismo paranoide destructivo . Por Bleichmar, Hugo
Veamos en qué se apoyaron las interpretaciones en el caso de una persona que sufría de narcisismo destructivo, que agredía a los demás, que manifestaba hostilidad intensa en el vínculo conmigo, malhumor, reproches, que presentaba frecuentes actitudes exhibicionistas. Tratamiento marcado por el sentimiento de que aceptar al terapeuta era someterse, y por la necesidad de ser el que humilla y no el humillado -identificación con el agresor, con padres sádicos, hostiles. Su conducta sádica satisfacía al sistema narcisista –fantasías de "Soy agresivo, por tanto, poderoso y grandioso- y al de la autoconservación –“Soy agresivo, por tanto, poderoso y no corro peligro". ¿Cuál fue la forma de encarar el tratamiento? Por un lado, un trabajo que podríamos considerar típico sobre la identificación proyectiva defensiva (Kernberg, 1989; Sandler & Sandler, 1993) en que empleé intervenciones del tipo: "Entiendo cómo se debe de haber sentido de pequeño: humillado, teniendo que soportar todo lo que su mamá decidía arbitrariamente. Es como si se hubiera dicho: nunca más voy a estar en esa situación". Además, fui viendo su identificación con el agresor, mostrando el lugar en que me ubicaba: "Ahora yo soy el humillado, el que debe aguantar toda arbitrariedad, que Ud. no la siente como arbitrariedad sino que tiene el derecho a maltratarme por lo que siente que yo y los demás le hemos hecho". También me detuve en compartir con el paciente mi visión del código paranoide desde el que construía al otro, a sus presuntas ofensas y malos tratos, en la codificación que hacía de la realidad, en cómo seleccionaba los datos que lo confirmaban y desechaba los que no encajaban. Le planteé que siempre había mirado las intenciones de los demás y que eso le había impedido reflexionar sobre su propia mente, sobre la forma en que construía sus pensamientos. Le dije que el poder colocarse como observador del funcionamiento de su mente, el preguntarse sobre las necesidades emocionales que le conducían a las convicciones que iba teniendo, el no quedar atrapado en esas convicciones como si fueran verdades inobjetables, sería un progreso decisivo, nada fácil de alcanzar. O sea, apelación a su narcisismo para promover el cambio. También le señalé en otra ocasión que siempre se había sentido muy diferente de los padres pero que parecía tener, a pesar de desear lo contrario, un rasgo en común con ellos: el desconocer que la realidad puede ser vista de muchas maneras, que así como sus padres no podían entender que sus creencias no fueran las verdaderas, él, aunque llegando a distintas conclusiones que los padres, tenía el mismo grado de "fanatismo" –palabra usada por el paciente para describir al padre- que tanto criticaba. Nuevamente apoyo en el narcisismo del paciente –“no seré como mis padres, fanático, seré superior a ellos”- como aquello que otorgaba peso motivacional a la interpretación en el psiquismo del paciente. En esa etapa del tratamiento no puedo considerar que fuera la influencia de la transferencia positiva, o la necesidad de apego, lo que promovía que lo que yo dijera tuviera poder en él, ni tampoco la “verdad” contenida en mis interpretaciones. Más bien, a pesar de que por narcisismo rechazaba sentir que de mí podría venir algo novedoso, por ese mismo narcisismo no podía tolerar ser visto, y mirarse desde su superyó, como poseyendo un psiquismo defectuoso. La promoción del "descentramiento respecto a la propia mente", de modo que pudiese observar las producciones de su mente como lo haría un observador externo, requirió la disminución de las angustias que hacían que se equiparasen las propias ideas y la realidad, sin fisuras entre aquéllas y ésta. El descentramiento respecto a la propia mente es una condición que trasciende a la autoobservación. Una persona puede autoobservarse, decir que siente tal o cual emoción, que tiene tal o cual fantasía, pero lo esencial es que pueda llegar a captar las razones por las cuales su mente construye ciertos significados y no otros. Proceso paradójico pues al contemplarse a la propia mente en sus procesos de producir pensamientos y sentimientos se lo va haciendo desde ciertas perspectivas, que, a su vez, pueden ser examinadas, en un movimiento que, sin pretender ser una regresión al infinito, constituye la mejor posibilidad del ser humano de no quedar hipnotizado por los propios pensamientos y sentimientos. Los efectos de las intervenciones destinadas al descentramiento respecto a su propia mente, actividad retomada por el paciente pero ahora narcisizada, permitieron ir moderando notablemente sus rasgos patológicos más destacados. Como llegó a poder expresar: "antes creía que lo que pensaba era una fotografía de todo, tal cual como eran las cosas"; ese “antes” indica que el cambio al que apuntaban mis intervenciones encontró en el paciente un soporte narcisista –el sentimiento “yo cambio, no soy el de antes”. Pero, además, y esta es una paradoja en el tratamiento de las personalidades con rasgos narcisistas como los que el paciente presentaba, me incorporó dentro de sus posesiones narcisistas: yo era el analista con el que sí se podía dialogar en un intercambio “inteligente”. Nueva espiral en la elaboración progresiva de su narcisismo que se apoyaba en éste para ir transformándolo hacia modalidades menos patológicas. La modificación creciente de su forma de narcisizarse permitió ir dando paso a incipientes satisfacciones en sus necesidades y deseos de apego, no sólo conmigo sino con el conseguido con figuras que antes lo rechazaban. Mejores vínculos que posibilitaron, a su vez, menores angustias persecutorias y, en consecuencia, participación del sistema de la autoconservación en el proceso de impulsar el cambio. La conclusión más general que podría extraerse del caso en cuanto al poder que tuvieron las interpretaciones para producir un cambio terapéutico es que se apoyaron en las propias necesidades narcisistas del paciente y luego, de manera jerárquicamente secundaria con respecto a aquéllas, en las de apego y de autoconservación. Para este paciente, la regulación psicobiológica constituía un sistema motivacional de peso menor comparado con las gratificaciones que proporcionaba el sistema narcisista. Así como para otras personas –casos de crisis de pánico- el alcanzar el equilibrio emocional, el no ser desbordado por la angustia, constituye algo prioritario, este paciente era capaz de tolerar niveles importantes de tensión, de activación neurovegetativa si ello era la consecuencia de conductas que satisfacían su narcisismo.