EL “ADOCTRINAMIENTO” EN ESCOLAS, IKASTOLAS Y EN LOS DEPARTAMENTOS DE RECURSOS HUMANOS

EL “ADOCTRINAMIENTO” EN ESCOLAS, IKASTOLAS Y EN LOS DEPARTAMENTOS DE RECURSOS HUMANOS

Es discusión sin mesura ni rubor la posibilidad de que a los niños se les adoctrine en una determinada visión de la realidad social y política en Cataluña y el País Vasco. Es decir, doctrinas identitarias y de patria catalana o vasca. Para unos es totalmente cierto y para otros totalmente falso.

Creo que las cosas van más allá de un SI/NO de encuesta callejera. La educación es desde hace mucho tiempo bastante adoctrinadora, excesivamente escorada hacia la opinión del profesor, y para nada formadora de criterio y juicio racional. Cuando hace muchos años hice el Curso de Aptitud Pedagógica en la Facultad de Sociología, recién salido de la Facultad de Químicas, me sorprendió que los profesores no nos informaban o formaban, sino que convertían las clases en foros de política maniquea, tienen ustedes que pensar esto, esto es así porque lo dice Chomsky (es necesario tener un apellido que suene a eslavo para mayor predicamento ideológico). Comparando con lo que el año anterior escuchaba a mi profesor de Termodinámica Estadística me sentía confuso, ya que sobre la constante de Boltzmann no se puede opinar mucho.

Y es que se parte de una premisa bastante débil: con la educación se puede conseguir que las personas piensen como yo quiero que piensen, hagan lo que deseo que hagan y se comporten exactamente como yo digo. En resumen, se nos dice más o menos que no existe el libre juicio, el raciocinio, la comprobación de los hechos, su interpretación posterior y su posible y deseable crítica. La Historia nos demuestra que esto casi nunca es así, y cuando aparentemente lo es, el espejismo dura poco:

-       En mi generación dábamos dos asignaturas obligatorias: FEN, Formación del Espíritu Nacional y Religión (católica). FEN era un mejunje de ideología joseantoniana, expurgada de devaneos de revolución falangista y social, más el franquismo nacional católico. En los años 60 el franquismo ya no era una copia del Estado Social de Mussolini ni del Nacionalsocialismo hitleriano. El objetivo era que nos creyéramos que España era pistonuda y que como España no hay ninguna, que Franco era un sublime Pater Familias y que el Movimiento Nacional había traído Paz, Salud y Bienestar. Hacíamos como que nos lo creíamos y los profesores hacían como que se creían que nos lo creíamos. La realidad volvía al salir del colegio: precariedad económica, trenes cangrejeros e impuntuales, desprecio generalizado en Europa…. No fue muy eficaz, pues el invento se hizo pedazos en meses. Después se transformó en Educación para la Ciudadanía.

En Religión casi lo mismo. De allí no salieron muchos devotos practicantes, y por lo que hemos visto con los años, ateísmo y desinterés por la vida religiosa.

-       Pocas sociedades han estado sometidas a un control ideológico y social tan fuerte como la de la extinta República Democrática Alemana y su eficaz STASI (Seguridad del Estado). Pues bien, aquello se desintegró en semanas. Los ossis, antiguos ciudadanos de la RDA, solían decir: “nosotros hacíamos como que trabajábamos y ellos hacían como que nos pagaban”. De poco sirvió el adoctrinamiento de décadas.

A uno le pueden adoctrinar en la escuela e incluso recibir un premio por la mejor redacción que verse sobre “España, Dios y el Imperio”, sobre “Catalunya, millor terra del mon”, sobre “Euskadi, centro del mundo civilizado y cuna de la cultura universal”, o sobre “Los logros económicos del camarada Stalin”, pero una vez recogidas las notas, y explorando la realidad exterior, se comienza a pensar libremente, a tener juicio propio y a hacer uso de la crítica racional. De poco valen los adoctrinamientos. Al final, el único adoctrinado es el profesor y sus superiores que fijan contenidos educativos.

Y, como no, el adoctrinamiento llegó a la empresa y al trabajo. Ha venido de mano de los Departamentos de Recursos Humanos, en forma de team building, valores y responsabilidad social corporativa, sostenibilidad y unos cuantos más conceptos de difícil traducción al román paladino.

Se organizan “cursos” de formación que parecen reuniones de boy scouts (o de la OJE antigua, Organización Juvenil Española) en los que los ejecutivos de nivel medio han de hacer diversas payasadas, como:

-       Jugar a la guerra con fusiles que lanzan pintura, para fomentar el espíritu de equipo

-       Dejarse caer de espaldas y sin mirar para que los compañeros te sujeten y no te desnuques. Para fomentar la confianza en los demás.

-       Diseñar una nave espacial por grupos y el que gana recibe un osito de peluche con el logotipo de la empresa.

-       Representar una obra de teatro, o cantar un aria, o role plays sobre situaciones absurdas que nunca se dan en la empresa de forma tan simplista.

Con ello, sostiene Recursos Humanos, lograremos un equipo fuerte, unido, integrado en los valores de nuestra empresa. A la vez, las paredes de los centros de trabajo se llenan de carteles al estilo soviético o jesuita, según se prefiera: “Nuestra misión es el bien de la sociedad”, “Trabajamos por un planeta limpio y sostenible”, “Nuestra meta es contribuir al bienestar”, y algunas otras grandilocuencias, vacuas y bastante sospechosas de falta de sinceridad. Al empleado hay que “alinearle” con los valores de la empresa, estos últimos expresados en listas de frases muy ambiguas y de una obviedad casi patética.

Pero todo el andamio se derrumba cuando a alguien le llaman desde Recursos Humanos y le dicen:

-       Bien, Pepe, la empresa considera que has terminado un ciclo vital y necesitas un cambio, es el momento.

-       ¿Me vais a ascender?

-       Ejem…. estás despedido.

Ahí terminan los valores, lo social y el camino místico de perfección. Los empleados lo saben, y de nuevo usamos la frase retorcida de antes. Los que juegan a Chuck Norris con fusiles de pega saben que hay que hacer la pantomima, que los de arriba se crean que te lo crees. Pero me asalta una duda: ¿se creen los de arriba que los de abajo se lo creen? Si así fuera tenemos un problema. Y si fuera lo contrario también.

Muchos Departamento de Recursos Humanos, auxiliados por exdirectores de Recursos Humanos que han montado una consultoría de “desarrollo estratégico y managerial”, están diseñando programas de formación para empleados y ejecutivos consistentes en fabricar una realidad virtual de equipo, alineamiento con valores de empresa, entusiasmo por pertenencia al grupo y espíritu de éxito. Es decir, el adoctrinamiento al estilo ikastola que algunos denuncian. Rara vez la formación que se imparte en las empresas es técnica y de utilidad concreta. Cuando presentaba mis presupuestos de formación para el año financiero siguiente, los responsables de RRHH me decían: “muy bien, esto de las Técnicas de Inmunoensayo, pero ¿no reservas nada para desarrollo de habilidades sociales?” Tampoco reservaba nada para cursos de inglés, porque entendía que a un puesto ejecutivo se viene con inglés y sabiendo qué es el ser humano. Ni aceptaba gastos en cursos para “prevenir el acoso sexual”, porque aquí se viene ya con normas de educación.

También había una pelea cada año con el plan de bonus. Se intentaba que fuera lo más medible posible y lo menos arbitrario, con objetivos de importancia económica o de eficacia técnica y productiva. Pero en RRHH querían introducir variables de “identificación con valores de la empresa” ¿Qué mejor valor puede haber que la cuenta de resultados? Con bonus basados en “adhesión” a valores convertíamos el sistema retributivo por mérito en un aguinaldo de Navidad, de los de “Dios guarde a usted muchos años, Don Senén”

He visto en muchos directores de RRHH una cierta tendencia al esnobismo en cuanto a las “nuevas tendencias” en desarrollo humano y corporativo. Aceptan muy a la ligera cualquier propuesta bien adornada y mejor vendida por el consultor que pasa por allí.  Generalmente los RRHH en una empresa se dividen en dos grandes funciones. Una, la más clásica, es la que tiene que bregar con el caos legal de nóminas y seguros sociales, con los incomprensibles problemas sindicales y con los EREs cuando llega el nefasto momento. Otra, es la que agrupa formación y desarrollo. Esta última crea a veces problemas donde no los hay. Un último invento es otorgar la certificación de “persona tóxica” a alguien. Y realizar una PPPO (Persecución Programada Por Objetivos) hasta que el alguien se marche de la empresa. He visto casos de empleados que han tirado la toalla por no abrazar la causa de la doctrina oficial, a pesar de dar muy buenos resultados en su trabajo.

Cada día hay más despidos porque alguien ha expresado sus ideas en redes sociales, porque alguien ha emitido una opinión política o simplemente porque alguien ha cuestionado la verdad doctrinal. Lo mismo que supongo pasaría en la RDA si la Stasi se enteraba que no eras muy comunista, o algo capitalista.

Tenemos que considerar el trabajo actual como un contrato de prestación de servicios (lo cual es), y olvidarnos de pertenencias a grupos y a valores que hay que aceptar por narices. Nadie pide a un proveedor o un cliente que comparta sus valores. Hay que alejar el tufillo a secta que se observa en algunas empresas, o a club de fútbol (donde, por cierto, los valores se resumen en yo marco goles, te lleno el estadio y la TV, te forras en derechos publicitarios y a mí me pagas una fortuna y me compras un Maserati). De no hacerlo tendríamos una vida esquizoide, donde mentimos de 8 a 17 horas, y solo somos lo que somos una parte del día.

Por todo ello pienso que el adoctrinamiento no sirve para mucho, siempre aparece el ser humano que es crítico y reactivo. Si quieres que sea franquista, seré comunista. Si quieres que sea comunista, me hago capitalista. Si quieres que sea más independentista que Txilardegi, me hago unionista. Si me quieres ultracatólico me hago agnóstico. Y si me quieres como “parte integrante de esta gran familia que es nuestra empresa”, me hago disidente.

Pero para tu desgracia, haré todo lo posible para que te creas que de momento me lo creo, mientras me pagues.

ANGEL CALVO YAGUE

Independent Consultant in Pharma

7 años

Digo exactamente li contrario, Diego Y yo fuí a la franquista. También sé de que hablo.

Diego C.

Asesor colaborador en compañia de seguros de asistencia sanitaria

7 años

De verdad crees lo del adoctrinamiento ?? Mal vamos. Soy padre y mis hijos han ido a escuela catalana. Creo saber de lo que hablo en un 80%.

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