El arte de cifrar y descifrar el mercado laboral
A lo largo de la historia, las sociedades han debido organizarse para crear productos con el propósito de satisfacer sus necesidades; por esta razón han tenido que responder a preguntas tan clave como obvias, referidas a ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Para quién?, ¿Con cuáles técnicas?, entre otras, en las que el elemento humano siempre ha cumplido una función preponderante. No es casual, que los cientistas coincidan en la existencia de una alta correlación entre variables que resultan fundamentales, pues,es lógico aceptar que, la generación de bienes y servicios deriva de la combinación de componentes que la ciencia económica identifica como factores de producción, entre los que destaca el trabajo.
Hoy, quizás más que en tiempos pasados, seguramente como consecuencia de la complejidad que distingue actualmente las relaciones de producción, las condiciones en que se dan los procesos productivos cobran especial relevancia, tanto como el capital disponible, los avances tecnológicos que puedan incorporarse y los estilos gerenciales que se adopten. El ordenamiento jurídico y el modelo ideológico que siguen quienes tienen la responsabilidad de definir las políticas orientadoras de las decisiones inherentes a la asignación de los recursos económicos, terminan convirtiéndose en aspectos determinantes del éxito o el fracaso que pueda alcanzarse en la tarea de superarlas exigencias de la sociedad.
Las repercusiones que surgen de este entramado van desde la capacidad de producir, hasta ubicarlo en una dimensión esencialmente humana, ya que mediante este accionar, las personas logran obtener directamente o por vía de los ingresos percibidos, el sustento personal y/o familiar. La posibilidad de contar con un empleo estable, capaz de brindar seguridad a los grupos poblacionales de que podrán reunir los medios suficientes para dar cobertura a sus demandas, constituye uno de los problemas que más aqueja a los venezolanos.
La creación de nuevos empleos y el mantenimiento de los ya existentes han respondido históricamente, en gran medida, a la conformación estructural de una economía altamente influida por el comportamiento del principal producto transable-expuesto a la competencia internacional-, como es el petróleo.
Datos oficiales aportados por el Banco Central de Venezuela, dan cuenta del desempeño que ha mostrado la nación durante el período que va desde 1997 hasta el presente,calculados a precios constantes de ese mismo año,el cual trascendió de forma marcadamente decreciente, y cuya tendencia se acentúa a partir del 2004.
Vale significar también, que al inicio del lapso considerado, las Actividades Petroleras representaban el 18,8% del Producto Interno Bruto Real -PIB-, indicador por excelencia que mide en términos monetarios, la producción de bienes y servicios en un tiempo determinado, y las No Petroleras un 72,4%. Este hecho contrasta con el 10,9% y el 77,6%, respectivamente, contabilizados en el 2012, similar a lo que ocurrirá probablemente al concluir el 2013. Tal composición del PIB se ve reforzada, al verificar que en los años de la serie, las Actividades No Petroleras siempre experimentaron crecimientos superiores a los de las Actividades Petroleras.
En paralelo llama la atención, que durante ese mismo período,el porcentaje Total de Ocupados alcanzaba el 89,4%, luego una cifra equivalente al 83,2% en el 2004, para crecer al cierre de 2012 a 92,6%; mientras los Desocupados pasaron del 10,6%, hasta el 16,8% en el 2004, y posteriormente disminuyeron al 7,4%, en el 2012, mostrando un diferencial de 9,4%; lo que constituye un cambio sustantivo en estas variables.
El hecho que la cantidad de empleados haya aumentado y los desempleados registren un importante retroceso, en un país donde la producción consolidada de la economía viene exhibiendo signos de agotamiento, como lo demuestra el ritmo decreciente de todos los sectores que conforman la estructura productiva nacional, sugiere la necesidad de encontrar explicaciones que validen tal actuación. Así que entre las posibles, bien puede resaltarse, la recomposición de los Sectores de Ocupación, ya que permite apreciar que el Sector Privado, el mayor empleador del mercado laboral venezolano, reunía el 83% del total de los puestos de trabajo en 1997,creció a 86% en el 2003, para luego disminuir su participación a 79,5% al cierre de 2012;en tanto que el sector público representaba, 17% al inicio del mismo período, disminuyó al 14% en el 2003, para ubicarse finalmente en el 2012, en 20,5%.
Las cifras reseñadas,justifican la importancia de valorar la movilidad del empleo desde las actividades productivas de bienes transables hacia otras como Servicios sociales, comunales y personales, que constituyen el 85% de los empleados públicos, el comercio minorista y el transporte. Es esa dirección conviene destacar,que el crecimiento del empleo público prácticamente se duplicó en el transcurrir de los años en estudio, al tiempo que se registró, con base en la Encuesta de Hogares por Muestreo, publicada por el Instituto Nacional de Estadísticas -INE-, un desplazamiento desde las Gobernaciones y Alcaldías hasta los Ministerios y demás organizaciones adscritas a estos.
El empleo formal creció en 10,6%en los años observados, al pasar desde 47,3% en el año 2003 hasta el 57,9% en el 2012, y la informalidad disminuyó en esa misma proporción.Esta evolución merece especial interés, sobre todo si el análisis se remite ala ejecución disminuida del Producto Interno Bruto, como fue informado, e igualmente promueve la necesidad de reflexionar, en torno a la incidencia de las metodologías que sirven de base cálculo para la presentación y ulterior interpretación de las cifras oficiales, pues las declaradas por el INE, difieren en magnitudes sustantivas, respecto de las correspondientes a la Organización Internacional del Trabajo -OIT- y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe -CEPAL-.
Y, es que en Venezuela, la primera de las instituciones citadas continúa adoptando, el criterio de racionalidad productiva, vigente según la Convención Internacional hasta la década de los noventa, mediante el cual se consideraba como informal, el empleo derivado de las microempresas, representadas por pequeñas estructuras con escasos niveles de capital, integradas por trabajadores por cuenta propia o un número no mayor a cinco personas, guiadas más por una racionalidad de subsistencia que de acumulación. Empero, el concepto de informalidad se ha venido perfeccionando, y en la actualidad se le asocia a las características del empleo, clasificando según éste, a personas no amparadas por la normativa laboral, por razones de hecho o de derecho. De allí que, según esta definición se incluya a trabajadores que prestan servicios en organizaciones consideradas formales.
Las argumentaciones que anteceden cobran validez, al observar que, en atención a las cifras de Informalidad publicadas por la OIT,de 47,4% para el año 2009, se reflejaba una diferencia de 4 puntos porcentuales, ya que el INE contó 43,4%.
También vale informar, que en el año 2010, la CEPAL registró 51,9% de Informalidad, en tanto que el INE solo lo hizo en 44,3%, con lo cual existiría un diferencial de 7,6% entre ambas instituciones; que de mantenerse para el final del año 2013, representarían un número cercano los 900 mil venezolanos, que estarían formando adicionalmente las filas del empleo informal.En este contexto, es importante resaltar, que los Trabajadores por Cuenta Propia, No Profesionales, constituyenun porcentaje que ronda el 70% del Total del Empleo Informal y, vienen mostrando un vertiginoso crecimiento desde el año 2003.
La situación puede verse agudizada al considerar,que el grupo de connacionales que se ubican en la condición de Inactivos alcanzaron la suma de 7,6 millones en el 2012, equivalente al 35,9% de la población entre 15 años y más. Entre este contingente, en edad de trabajar pero que no lo hacen, figuran los Estudiantes, los dedicados a Quehaceres del Hogar, Incapacitados para Trabajar y los clasificados en Otra Situación.Así que con base en las líneas precedentes, no es aventurado sostener, que el cierre del 2013, se perfila con un resultado desalentador, como consecuencia del deterioro que se prevé de las principales variables macroeconómicas, lo que sumado a la situación expectante en lo político y en lo social, tienden limitar la construcción de expectativas favorables para generar un clima propicio de creación de puestos de trabajo en el área productiva.
El marco legal venezolano en materia laboral, constituye otro de los condicionantes de los nuevos empleos, especialmente para el sector privado;dado que establece una serie de previsiones que la proyectan como una de las legislaciones más rígidas del continente, como se sugiere en estudios realizados por el Banco Mundial. Esta tesis adquiere notabilidad, al apreciar las distorsiones que surgen del otorgamiento de beneficios como la inamovilidad laboral de las mujeres, durante el parto y hasta por un año después de éste, el Programa de Alimentación de los trabajadores, las derivadas de la aplicación de la Ley de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes y, la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación,el día adicional de descanso obligatorio y otras que encarnan decisiones que han conducido en muchos casos, a la exclusión de quienes se propone proteger, como respuesta ante la cuantía de los costos que ellas suponen, sobre todo para las pequeñas y medianas empresas.
Y, pensando en el significado de lo descrito, recordé la fábula del discípulo que dijo a su maestro…
¿Adivina maestro qué es lo que tengo dentro de mi mano? … Creo que ya sé, lo que tienes es un pequeño y hermoso pajarito ...
Dime maestro, ya que eres tan gentil, ¿me permites hacerte otra pregunta?
¡Cómo no!, dijo el maestro.
Dime maestro, el hermoso pajarito ¿está vivo o muerto?
Bueno hijo, le respondió el anciano, en ese asunto yo ya no tengo nada que ver, porque el pequeño y hermoso pajarito por ahora está en tus manos.