El constante Caspering
Lo conocí ya hace varios años, acostumbro aquello de la memoria selectiva, así que solo lo recuerdo una tarde del sábado en la puerta de mi casa, pidiendo una ubicación muy obvia para el momento.
Supe que me atraía, había algo en el que lo consideraba mi tabla de salvación...tal vez eran sus besos o su secreta manera de vernos, logre tener ese amor que solo nos teníamos a los dos, nuestro amor era un grito ciego para los ojos de la sociedad que nos rodeaba.
Un día escondidos en su propia casa ya pasados nuestros 25 años, supe que nuestra atracción por lo indebido, la aventura nos unía, enmarcarse en un título no lo podríamos validar en nuestras vidas, sabíamos de qué estaba hecho el otro y no considerábamos dañarlo.
Con el tiempo tuve que odiarlo, era inevitable.
Cada vez que aparece después de sus largos momentos de ausencia, he acabado a sus nombre relaciones que pueden valer la pena, confianzas que no quisiera perder, pero sobretodo una dignidad que a su voluntad tiende a desaparecer.
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Su sombra me acecha, pareciera que cuando duermo empieza a coser y tejer infinitos momentos de ansiedad y si que aumentan mis sueños cuando lo siento cerca, busco en la libreta de objeciones la más precisa para evitar el momento y sobre todo su nombre en su celular suena como la alarma programada de cada tanto que debe sonar... tono de pastilla anticonceptiva siempre tan puntual.
Debo confesar que no siento amor, ni ausencia y mucho menos dependencia, que mi actual momento romántico no está compuesto por su nombre, pero la intriga de lo prohibido personifica mi Eva.
Vuelve hacer mi tabla de salvación y descargo todo en el,mis historias, mis pensamientos y mis travesuras, el conoce mi verdadero monstruo no la simpática mascarilla que manejo diario para conservar mi vida.
¿Y tu Adan en qué sentido vas?