EL CONTROL QUE NOS CONTROLA
Cuando algo no sale como habíamos planeado, el impulso automático que emerge directamente del subconsciente condicionado, es el de redoblar esfuerzos para “atrapar” el movimiento fallido, cambiar la estrategia y prever el éxito en futuras acciones o decisiones. Mientras tanto, aprovechamos la ocasión para proyectar nuestra rabia o frustración sobre alguien o algo al que hacemos directamente responsable de nuestro “fracaso” con total impunidad.
Este tipo de aprendizaje, ciertamente limitante, no deja de ser una forma de esconder nuestros miedos e inseguridades más atávicos para no entrar en contacto con ellos y, sobre todo, para no atenderlos. Los negamos cada vez que imponemos nuestra “pequeña verdad” para evitar sentirnos amenazados por la diferencia, ya sea de de puntos de vista o de experiencias vitales, etcétera.
El concepto de control en sí, no es bueno ni malo, aunque pueda ser adecuado o no al momento vital al cual se aplique. Lo importante es tomar conciencia de si somos libres o no para decidir ejercerlo o no. EL CONTROL QUE NOS CONTROLA, hace que nuestra atención se vaya dirigiendo cada vez más al detalle para dominarlo mejor. Sin embargo, a la luz del microscopio, perdemos de vista la luz de la totalidad. Una de las consecuencias más involucionistas de este tipo de conducta, es que la conciencia se autolimita en su expansión. No hay crecimiento ni evolución.
Reflexionemos: ¿Somos conscientes de hasta qué punto nuestra mentalidad controladora, depredadora o conquistadora nos ha desconectado de las leyes y el orden que rigen el movimiento de la vida que somos? ¿Podemos asumir la responsabilidad, tanto a nivel individual como colectivo, de haber roto sistemáticamente el sagrado vínculo de pertenencia con la inteligencia superior que somos y que nos unifica? ¿Qué vamos a hacer al respecto?
Es el momento de sumar para crecer y evolucionar en conciencia colectiva. Hemos de aprender y practicar para conseguir integrar el sentir del corazón con el pensar de la mente. Es el momento de “soltar” los viejos patrones automáticos y CONFIAR. Somos UNO, nada ni nadie puede vivir por sí mismo separado del resto. Todo en la naturaleza está interconectado y es interdependiente. Volvamos a la casa del padre/madre naturaleza y celebremos con alegría y amor la llegada de una NUEVA HUMANIDAD.