El Elefante en la habitación
¿Cómo puede entrar un elefante a una habitación?
“Mientras llegaba el día lunes al trabajo, caminaba lo más rápido posible por los pasillos de la oficina. La caja del ascensor, ya la había superado. Estuve pegado en el celular durante los 28 pisos.
El abrir la mampara principal, era recibir el aire que no se podía respirar. Miradas, sonrisas tenues y abruptas, me sacudían por dentro.
Lunes, aún quedan cuatro días para el descanso”.
El Contorsionismo Organizacional
Es más fácil pasar agachado y con la mirada fija en cualquier cosa, que resolver un conflicto al interior de los equipos.
Como trabajadores, en cualquier tipo de organización, se van acumulando experiencias que al final del día, nos van pasando la cuenta en nuestro cotidiano andar. Nos movemos en los espacios del trabajo, de maneras muy diversas y sabemos en qué parte debemos apurar el tranco y en otros, donde definitavemente no se puede pasar.
“ La guata” avisa cuando hay espacios que deben ser evitados. Nuestros músculos se contraen y pasamos corriendo, inclusive, imaginando que estamos por enfrentar a algún enemigo.
¿Es el problema el espacio donde nos movemos? o ¿es la representación que hago de aquellos lugares álgidos y cómo me conecto a ellos?.
Si ustedes hacen el ejercicio de mirar a sus compañeros/as de trabajo y ven cómo se comportan en determinados lugares, podrán empezar a ver siluetas, sombras y un obstáculo invisible que están ubicado entremedio de sus puestos.
El elefante invisible en medio de la habitación
Las formas que están en medio de los espacios de la organización, hacen evidente que algo grande está pasando. No es algo físico, no es algo que se pueda ver, no es algo que se pueda palpar, sin embargo, todos saben de su existencia y, es más grande, de lo que la habitación puede soportar.
A pesar de que nuestro sentido de visión está operativo al 100%, es imposible ver el gran obstáculo que hay entremedio, el que es evitado por la mayoría.
Algunos podrán ver una parte de él, por ejemplo: una cola, una pata, orejas, sin embargo, dependerá siempre de dónde está girado el prisma y el color que elige ver la persona.
¿Cómo se empieza a formar el elefante?
Es por aquella primera vez, donde tu jefatura te envió un correo a las 21 hrs. No sabías que hacer. Lo respondo ahora o mañana. Por la duda, se lo respondiste.
La silueta del pequeño elefante se empieza a formar cuando, ves que a tu empresa le está yendo muy bien y ajustan el presupuesto, quedando sin bono de desempeño.
El elefante empieza a crecer, cuando empiezas a hacer cosas que no estaban en tu descripción de cargo, y nadie, absolutamente nadie, en toda la organización- al menos- te da un gracias.
Las orejas del elefante empiezan a salir, cuando por ejemplo, observas violencia verbal o la recibes, y no puedes hablar, porque tienes a tus hijos pequeños;el miedo a ser despedido, es más grande que el temor a recibir un insulto o maltrato.
El elefante ya está formado, cuando está más presente la cultura de evitar, bajar la cabeza y saber en qué parte de la organización se encuentra alguna parte del animal. Cuando esto ocurre, el dolor ha calado en lo más profundo de la vida de los trabajadores.
El Elefante se hace evidente
Llevo más de ocho años evidenciando elefantes en organizaciones. En algunas oportunidades, ya no se podía respirar por el gran tamaño que este ocupaba en la habitación.
¿Cómo lo hemos logrado?.
A través de técnicas que ayudan a dar forma y ubicación -tal como cualquier app- de cómo es percibido el animal en el espacio físico/emocional del trabajador. Evidenciarlo no es tarea fácil, porque el habitus, genera heridas y cicatrices, que no son concientizadas. Esto quiere decir, que el dolor se vuelve más cotidiano que el bienestar.
Evitar, insisto, es más fácil que tener la “autoridad personal” para resolver un conflicto latente y evidente.
El mirar “esa forma” que está en la habitación da tranquilidad. Escuchar que mi compañero/a está viendo lo mismo, desde otro ángulo, me permite confirmar que yo no soy el equivocado/a, sino es lo que la organización ha permitido crecer, en medio de la habitación.
La paradoja de este ejercicio, es que para que desaparezca lo “invisible”, en primer lugar debe hacerse “visible”. No se puede empezar a dar forma, sin que el habla no le haya precedido. He aquí cómo se entrampan las ideas en las organizaciones.
Se evitan estas instancias, por la famosa frase: ¿”Después cómo nos hacemos cargo de lo que ahí salga”?. Es lamentable escuchar reiteradamente esto, porque la fantasía es: Se pedirán cosas sofisticadas y con alto valor, a renglón seguido vociferan: Acá siempre reclaman por todo.
Se dan cuenta, por qué hay tantos elefantes invisibles y el dolor carcome el bienestar personal/grupal de los equipos.
Cuando te contorsiones en tu organización para pasar por algún lugar, pregúntate: ¿con qué creo que estoy chocando?.