El lenguaje del olfato
El lenguaje del olor es limitado. Tiene que ver con factores socio culturales, pero también con cómo se procesa el lenguaje y el olfato en el cerebro (ambos procesos no comparten zonas comunes del cerebro). Solemos decir: “esto huele como…”, pero muy poco más. Es también un lenguaje poco objetivo. Los olores se suelen definir por las emociones que nos generan y lo que nos hacen sentir. Aunque podemos detectar un billón de olores, el lenguaje es que usamos es muy limitado. Por eso nos ayudamos de ruedas olfativas. Estas ruedas vienen de muy atrás. En la edad media por ejemplo se usaban ya ruedas olfativas. Por ejemplo, los médicos en la Edad Media utilizaban ruedas de orina, en las que asociaban olores y colores de la orina con ciertas enfermedades.
Tipos de olfacción
• Ortonasal: La que nos llega directamente de la nariz cuando respiramos.
• Retronasal: Nos llega a través de la boca al exhalar. Por eso, cuando hablamos de sabor, en realidad, el 80% del gusto es olfato.
Alteraciones del olfato
• Las personas que no pueden oler son anósmicas. Se calcula que entre el 3 y el 5% de la población lo es.
• Hiposmia: Disminución del umbral olfatorio discriminatorio.
• Hiperosmia: Exageración del olfato.
• Cacosmia: Percepción de malos olores.
• Alucinaciones olfatorias: Percepción de malos olores sin que existan estímulos olorosos.
• Parosmia: Percepción distorsionada de los olores.
Las causas pueden ser variadas: Genéticas, envejecimiento, inflamaciones de la mucosa, traumatismos craneo-encefálicos, enfermedades neuro-degenerativas (Alzheimer, Parkinson) , exposición a ciertas sustancias, etc. Además, el patrón olfativo que desprende una persona (cómo huele) puede indicarnos que puede padecer una enfermedad u otra.