Emprender no es para todo el mundo
En los últimos años se ha desatado una fiebre emprendedora con la que muchas veces se traslada un mensaje demasiado idílico de lo que es el emprendimiento: ser tu propio jefe, que nadie te mande, tener libertad, vivir de tu pasión, conciliación...algo así como la panacea a todos los males.
Soy una firme defensora del emprendimiento y antes que eso soy una firme defensora de promover la libertad de las personas y crear los marcos adecuados para que la creatividad, la iniciativa y el impulso permitan que cada uno se gane la vida como quiera o pueda, aportando bienestar y soluciones a la sociedad.
Ahora bien, como te digo una co te digo la o, que cantaba Sabina, y de la misma manera, no me gusta que a la gente se le cuenten milongas para hacerles creer que esto de tener tu empresa es vivir en los mundos de Yupi y forrarse.
Al igual que en el mundo del deporte, no todos llegamos a la élite. Personalmente nunca ha sido mi objetivo, ni me he puesto a prueba en ese sentido. Tampoco es necesario para vivir relativamente bien, las cosas como son. Y los altibajos son inherentes al propio hecho de emprender, no a lo lejos que llegues. Dicho de otra manera, nadie se libra de tenerlos. Simplemente los obstáculos cambian a medida que creces.
Emprender requiere fe en uno mismo, coraje, esfuerzo, dedicación, perseverancia, constancia, aguante, cintura, ilusión, ganas, resiliencia, empuje, creatividad, flexibilidad y apertura de miras. La lista probablemente es mucho más larga (te invito a que añadas más cualidades en los comentarios...), pero creo que da una idea de por dónde van los tiros.
Es difícil llegar y aún lo es más mantenerse, porque el mundo cada vez va más rápido, hay más cambios y no sólo en lo externo, también en lo interno. A medida que vas avanzando te cansas de unas cosas que en su momento te ilusionaron y te embarcas en otras que jamás hubieras imaginado. Tu propia evolución hace que tu escala de valores y gustos vaya cambiando. Eso es sano y necesario, aunque nadie dijo que fuera cómodo liderar todo eso para mantener el rumbo en la dirección que quieres en cada momento de tu vida.
La decisión de emprender siempre es arriesgada y el viento nunca va a ser favorable, haya crisis (¿cuándo no la hay?) o no. Ahora bien, hay que tomarla con cabeza y desde las tripas o el corazón (cada uno lo sentirá de una manera). Es por eso que con mis clientes siempre trabajo cuáles son esos pilares que les impulsan a tomar la decisión, porque han de ser tan sólidos como los cimientos de una casa para que ésta no se derrumbe a las primeras de cambio.
Y en el terreno de lo práctico necesitas un colchón económico que te amortigüe los golpes (porque te los vas a dar...) y otro emocional, porque la soledad va con el cargo de ser tu propio jefe.
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Volviendo al título de este artículo, emprender, por lo tanto, NO es para todo el mundo. Pero como no lo son tantas otras cosas en esta vida. El emprendimiento no es una profesión que desarrollas por tu cuenta, ni la construcción de algo grande (y el tamaño no tiene que ver con el de la estructura de tu empresa, sino con lo que ésta significa para ti). El emprendimiento es en el fondo un estilo de vida que no a todo el mundo le encaja. Es una cuestión de poner las cosas en la balanza, decidir, y buscar los apoyos necesarios. Personalmente, es el estilo de vida que me gusta, aunque a lo largo de mi trayectoria me haya sentido exhausta en más de una ocasión.
Esta es mi experiencia y la comparto contigo para que no te llames a engaño. Esto no es un camino de rosas, pero sí un camino de crecimiento y de vida.
Te dejo con una frase del gran Antonio Gala, fallecido hace apenas unos días.
NO SE TRATA DE AÑADIR AÑOS A LA VIDA, SINO DE DAR VIDA A LOS AÑOS.
Te animo a contar tu experiencia en los comentarios. ¡Gracias!
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