Emprendimiento por Envidia
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Emprendimiento por Envidia

Por: Frank Prieto Pinto | frank.prieto@lapuntadeliceberg.co | lapuntadeliceberg.co

N°45 - Emprendimiento

“El emprendimiento por envidia es aquel que básicamente surge por la atenta observación a lo que pasa en el mercado. Podríamos decir que es una subcategoría del emprendimiento por oportunidad: la oportunidad de quitarle los clientes al otro.”

Existen diferentes tipos de emprendimiento, según la perspectiva desde la cual se mire.

La tipología más utilizada es clasificar el emprendimiento a partir de la razón principal que llevó a alguien a emprender. Aquí tenemos dos categorías: El emprendimiento por necesidad y el emprendimiento por oportunidad.

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El emprendimiento por necesidad es aquel en el cual emprendemos porque nos toca, porque nuestro contexto no nos ofrece oportunidades económicas de subsistir, porque no encontramos trabajo, porque fuimos despedidos o porque nos cansamos de tener un jefe y creemos que seremos libres y podremos manejar nuestro tiempo -que equivocada razón para emprender-.

El emprendimiento por oportunidad por su parte es aquel en el cual emprendemos porque identificamos una oportunidad clara en un nicho de mercado atractivo al cual le podemos ofrecer una propuesta de valor concreta.

Existe otra forma de clasificar el emprendimiento y es de acuerdo al origen de la idea; aquí podemos distinguir entre el emprendimiento clásico y el intraemprendimiento. El primero surge por motivación individual del emprendedor, mientras que el intraemprendimiento emerge al interior de compañías ya establecidas con el objetivo de aprovechar una oportunidad o innovación identificada. Este tipo de emprendimiento no necesariamente lleva a la formación de una empresa -conocida como spin off-, pero sí a un nuevo modelo de negocio.

Tenemos otras categorías como el emprendimiento social,  cuyo objetivo, además de la sostenibilidad económica que no puede evadirse, es generar impacto social o ambiental en un contexto determinado.

Por otra parte, existe el emprendimiento inversionista, aquel en el cual personas o empresas con dinero deciden financiar ideas ajenas. Estos emprendedores no buscan participar activamente en la gestión directa del negocio, pero aman el riesgo y está dispuestos a perder su capital en vez de ir tras rentabilidades conservadoras.

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También tenemos el emprendimiento serial, propio de aquellos rockstars del emprendimiento que fueron exitosos y en vez de aferrarse a su amado proyecto para consolidarlo y pasar de ser un emprendimiento a ser una empresa, delegan la dirección en otros y se dedican a revivir la adrenalina de iniciar nuevos negocios.

Y podríamos seguir hablando de otros tipos de emprendimiento pero es el momento de parar y preguntarnos: ¿Alguien ha pensado en el emprendimiento por envidia?

El emprendimiento por envidia es aquel que básicamente surge por la atenta observación a lo que pasa en el mercado.
 Vemos un negocio del cual tenemos indicios de su éxito y automáticamente nos preguntamos, ¿si él pudo por qué yo no?, ¿si a él le está yendo bien por qué en mi caso sería diferente?

Es un tipo de emprendimiento basado en la inspiración -imitación- en otros modelos de negocio y pues, eso no es ilegal.

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Aquí no hay estudio de mercado que valga, no se necesitan estadísticas, tampoco es necesario perfilar demasiado a los potenciales clientes, simplemente hay que dejarse llevar por la evidencia fáctica y actuar antes que otro me “robe” la idea.

Podríamos decir que es una subcategoría del emprendimiento por oportunidad: la oportunidad de quitarle los clientes al otro.

A pesar de que puede ser algo vergonzante aceptar que emprendí porque me dio envidia el éxito del vecino, quiero asumir el papel del abogado del diablo y entregarles algunas razones por las cuales este tipo de emprendimiento es bastante eficiente e incluso, beneficioso para la economía.


1.    Le facilita la vida al cliente: Al ofrecer una propuesta de valor similar a otra, estoy dándole posibilidades a los clientes de comparar y cambiar de marca sin demasiado esfuerzo. Se presionan los precios a la baja, las ofertas y promociones están al orden del día y le damos mayor poder de negociación al cliente.

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 2.   Fomenta la competencia: Estoy obligando a los demás a competir así no lo quieran, hago más difícil la creación de barreras de entrada a nuevos competidores y retraso la sofisticación de la propuesta de valor de todos los competidores pues estaremos ocupados haciendo marketing para no perder cuota de mercado. Capitalismo en su más hermosa expresión.

3.    Les ahorra dinero a las empresas: No invierto en investigación y desarrollo, ya alguien lo hizo por mí; no me desgasto perfilando el mercado, ya alguien lo hizo antes que yo; no gasto demasiado capacitando y reclutando a mi gente, puedo capturar al personal que libremente rotará de un negocio a otro, porque así como la propuesta para los clientes no se diferencia, mucho menos lo será para nuestro amado talento humano.

4.   Se asumen menos riesgos: Aunque emprender siempre será riesgoso, es muy inteligente no ser el primero, es decir, no vale la pena ser el primero en lanzarse a un pantano sin ver lo que hay debajo de la superficie; eso dejémoslo a los pioneros. Energéticamente es más eficiente aprender de los errores ajenos que de los propios.

5.   Menor rechazo a tu idea: Cuando intentas emprender en un negocio completamente nuevo, te sueles encontrar con las miradas de escepticismo de familiares y amigos que, en todo caso, te desean lo mejor. Mientras que en un emprendimiento por envidia es mucho más fácil explicar porque tu negocio será exitoso y es porque alguien ya lo pensó antes.

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En conclusión, emprender simplemente porque creemos que al otro le está yendo bien, es por definición un error, aunque en mercados poco desarrollados, esa lógica aún puede funcionar y explicaría porque es tan popular.

Emprender por las razones equivocadas nos lleva a destruir valor; es una especie de obsolescencia programada. Sabemos que inevitablemente llegará un emprendedor por oportunidad que ha visto un gran espacio para ofrecer una propuesta de valor disruptiva a una masa de clientes cautivos y altamente insatisfechos que por años -o décadas- hemos cultivado cuidadosamente.

Nos creímos más astutos subiéndonos al bus de la victoria de otros y resultamos siendo expulsados del mismo por nuestra incapacidad para entender que tarde o temprano los buenos negocios siempre triunfan.


Por: Frank Prieto Pinto | frank.prieto@lapuntadeliceberg.co |

www.lapuntadeliceberg.co | Estrategia y Gestión


Frank Prieto Pinto

Innovación, Estrategia, Desarrollo Organizacional, Emprendimiento, Habilidades Blandas | MBA | Profesor universitario

8 meses

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