En el mejor o el peor de los mundos, nos cabe el progreso
Mi entorno más cercano conoce mi pasión por la filosofía. Ha sido siempre el lugar donde medito muchas decisiones y la guía que me lleva a pensar más allá del día a día personal y profesional.
En una reunión la semana pasada, me di cuenta de que estamos en un momento en el que la visión de la crisis y sus consecuencias nos ha dividido entre optimistas y pesimistas. Y eso, en el mundo empresarial, tiene una enorme interferencia en las decisiones que tomamos.
Debo decir que yo, ante un vaso medio vacío o medio lleno, me limito a constatar que está a medias y pienso que soy yo – y quienes están conmigo – los que tenemos la capacidad de llenarlo o vaciarlo un poco más o, incluso, del todo. Me atrevería a decir que soy realista ante las circunstancias (esto va mal) y optimista ante mí mismo (podemos superarlo). Siempre me he visto capaz de llenarlo.
La incertidumbre con que se está gestionando esta crisis nos ha llenado de vasos que no sabemos si en unos días estarán medio vacíos o llenos. ¿Habrá nuevo confinamiento? ¿Abrirán los colegios? ¿Podremos viajar? ¿Habrá vacuna? ¿La servirá Trump o Putin?
Ante este panorama, ser pesimista solo puede servir para cerrar las persianas, irse a casa y dejar de arriesgar. Y ser optimistas en exceso, podría llevarnos a anular una realidad que queramos o no, está ya aquí y de la no sabemos realmente nada. Si nos limitamos a ver el vaso sencillamente a la mitad, seremos capaces de superar pronto las fases del luto que este virus nos ha causado (más allá de la salud): el shock de lo perdido de negocio para dejar de negar lo que está pasando; la rabia que nos lleva a buscar culpables dentro y fuera de la organización; la tristeza que te quita las ganas; y así, hasta llegar a la reconciliación para seguir adelante con una mochila medio llena de aprendizajes pasados y medio vacía para seguir llenándola de otros nuevos.
Y así nace la transformación verdadera, personal y empresarial. La transformación que se gesta al mismo tiempo que se transforman la realidad y las circunstancias. ¡Claro! Es un propósito nada fácil; requiere visión, talento, inversión, esfuerzo, perder el miedo y asumir de nuevo el riesgo como algo cotidiano. Es sin duda, el objetivo más realista ante un vaso a medias que no sabemos si se está llenando o vaciando.
Volviendo a la filosofía, me viene a la mente aquella defensa tan analizada (y denostada) de Leibniz: “vivimos en el mejor de los mundos posibles.” Es una afirmación que, con matices, muchos compartíamos y que se vino abajo tras el 11S, el 11M o la tremenda crisis económica de 2015; es algo que las organizaciones medioambientales nos recuerdan que no está garantizado porque nos lo estamos cargando y que organizaciones sociales y ONG niegan evidenciando que no todos tenemos la suerte de vivir en el mejor de los mundos.
Pareciera que cuando nos conformamos con vivir en el mejor de los mundos posible, algo nos recuerda que no debemos hacerlo. El mejor de los mundos se construye, no viene de fábrica; se protege, no es inmortal. Y nos vamos así a Schopenhauer y el peor de los mundos: “A ello se debe el que no nos demos buena cuenta ni apreciemos los bienes y ventajas que realmente poseemos… Solamente tras haberlos perdido se nos hace perceptible su valor…”
¿Debemos perder para seguir progresando y haciendo el mejor de los mundos? ¿Necesitamos la crisis para inventar nuevas fórmulas de progreso? Steven Pinker fundamenta todas sus teorías en que todo en la vida, en el mejor o el peor de los mundos en que vivimos, ha progresado. Y ahora… ¿seguirá siendo cierta la teoría de Pinker? ¿Estamos de nuevo ante un nuevo escenario de progreso?
Fundé una empresa pensando que nada de lo que íbamos a hacer era imposible. Hoy, con una cartera de clientes de primera, con un equipo comprometido y con la solvencia de un fondo inversor (Ardian Growth) que ha apostado por nuestro crecimiento y expansión internacional, sigo pensando que nada es imposible. Estamos inmersos en una gran transformación en la que la innovación y la tecnología van a impulsar la mejor experiencia cliente a los gestores de flota que van a trabajar conforme a las nuevas exigencias: con más seguridad, agilidad, ahorro de costes y el mayor control.
MKD Automotive nació de la disrupción. Avanzamos en la transformación del corazón de la empresa, hasta ahora basada en brindar servicios utilizando tecnología y que ahora lanza esos productos al gran mercado tecnológico para que otras compañías puedan implementarla y funcionar más eficazmente. Porque para construir el mejor de los mundos, es momento de compartir conocimiento y de colaborar en la transformación del sector, hacerlo más audaz, intuitivo y eficaz.
DIRECTORA DE COMUNICACIÓN MOBIUS GROUP | INVARAT | PTRZ | GARANTIPLUS | BY GROUPE SARETEC
4 añosGracias por compartir la reflexión. Siempre he creído vivir en el mejor de los mundos cuando lo he sentido en constante mejora. Ahora siento que la falta de decisiones está llenando el vaso desbordándolo de incertidumbres. Es muy difícil ponerse en los zapatos de los empresarios en estos momentos. De vosotros dependen muchas vidas, muchos empleos... y me temo que lejos de encontrar ayuda en el/los Gobierno/s estáis encontrando palos en las ruedas. Un orgullo ahora mismo trabajar con una empresa que está dándolo todo por no dejar de crecer y asegurar el futuro de sus empleados. Solo el que ha perdido un trabajo, sabe el frio que hace fuera del vaso.