"En esta empresa no necesitamos héroes"​
Photo by British Library on Unsplash

"En esta empresa no necesitamos héroes"

Según la Real Academia Española "héroe", es la "persona que realiza una acción muy abnegada en beneficio de una causa noble".

¿Cómo puede una empresa que pretenda liderar no querer gente así? ¿Cómo gana una guerra un ejército en el que la norma es fingirse muerto esperando cobardemente que otros luchen?

Hace un tiempo conversaba con un colega sobre la importancia de defender nuestros valores, sobre todo en aquellos momentos en los que sería definitivamente más fácil traicionarlos y así evitar consecuencias negativas. Le explicaba que, los líderes sobre todo, debíamos ser muy cuidadosos de nuestras acciones, pues con ellas legitimamos o desacreditamos conductas ante nuestros equipos. De esta forma, muchas veces, la posición de principios que parecería tozudez, es en realidad una declaración contundente para propios y ajenos, con un impacto determinante en la cultura organizacional y por tanto, el futuro de la empresa.

Ante estos argumentos, el colega me respondió con una sonrisa condescendiente (casi de lástima): "en esta empresa no necesitamos héroes".

Su respuesta venía cargada con una certeza de verdad revelada, sin el menor resquicio de duda, por lo que entendí que el debate estaba terminado (si es que lo había habido) y a la menor oportunidad finalicé la conversación cortésmente y me retiré.

Las palabras de mi colega son un triste presagio para la empresa en la cual es un directivo de primerísimo nivel, son la expresión de una cultura del oportunismo: mentalidad de funcionario, más enfocado en escalar por adulación y obsecuencia que por desempeño, una organización donde "ser un héroe" es un antivalor.

Ya desde fines del siglo XX se comenzó a desmantelar el paradigma industrial del siglo XIX, en el cual el mejor empleado era el que más se parecía a una máquina: obediente, sin criterio propio. Una frase asociada a esa forma de entender la gestión humana en las organizaciones es el tristemente célebre: "a usted no se le paga para que piense", la nulidad de la voluntad individual.

Cada vez más alejado de esto, el siglo XXI se presenta como aquel en el cual las actividades repetitivas terminan siendo inevitablemente automatizadas y por tanto, el rol de las personas en las organizaciones es cada vez más creativo, menos enfocado a seguir instrucciones y más a perseguir objetivos, teniendo la libertad de alcanzarlos de la mejor forma que sus competencias le permitan.

En esta época de fronteras difusas, donde revoluciones tecnológicas, desastres naturales o cambios regulatorios borran de golpe mercados completos, la principal ventaja competitiva que tiene una empresa es su gente. Un equipo unido por valores comunes y la disposición a "realizar acciones abnegadas en beneficio" de la "causa", representa la diferencia entre la supervivencia y la quiebra. Esta es una verdad repetida incesantemente en entornos empresariales, incluida en planes estratégicos, pero no necesariamente asumida en la gestión diaria.

Una organización actual es mucho más efectiva siendo un heroico, impetuoso, policromático y misteriosamente sincronizado "desorden" al estilo de la "aldea de los galos locos" (Asterix y Obelix) que siguiendo la disciplina gris y sospechosamente monolítica de las legiones romanas. Es cada vez más difícil competir sin aprovechar el aporte diferenciador de cada individuo.

Ahora bien, ¿cómo lograr que un grupo tan variopinto y sin "disciplinar" colabore eficientemente para alcanzar objetivos comunes? ¿Cómo lograr que siendo individualmente "héroes" no saboteen el resultado del equipo? He aquí donde entra a jugar un papel preponderante el líder y su principal herramienta de extensión: los valores.

Gestionar la diversidad requiere un liderazgo superior al de la dirección por "instrucciones" (que más bien precisa jefes en lugar de líderes), significa renunciar a la ilusión del control y enfocarse en transmitir (sobre todo con el ejemplo) los valores que definirán las conductas requeridas para que la empresa alcance sus metas, significa cuidar de cada miembro del equipo e inspirarlo a realizar acciones "heróicas".

Tener una conducta coherente en valores, obliga siempre a asumir costos en el corto plazo, ya que los valores se demuestran y validan en situaciones extremas.

Si se quiere que el equipo sea profesional, no basta con colgar una declaración de intenciones en la pared o publicarlo en redes sociales. El líder deberá ser siempre profesional, y defender las actitudes profesionales de sus colaboradores aún en aquellas circunstancias en las que pudiera ser personalmente afectado por estas o deba enfrentarse a algún grupo de interés (accionistas, autoridades, clientes etc) con tal de respaldar a la persona que ha seguido la conducta profesional. Solo así, si el líder se convierte en el campeón de los valores, estos serán legitimados e incorporados a la cultura organizacional.

El impacto estratégico de lograr la asunción del valor por parte del equipo, es siempre exponencialmente superior al costo de su defensa. Una empresa donde los colaboradores no se permitan ser poco profesionales, o deshonestos (por solo nombrar dos valores) no desperdicia recursos en herramientas de control, se gana indefectiblemente el respeto y la confianza de su entorno y puede atreverse a realizar cosas increíbles ("heroicas").

Una organización así está condenada al éxito.

Mientras tanto, la empresa en la que trabaja mi colega, seguirá dando magros resultados en comparación con su potencial, sus directivos derrocharán creatividad en explicaciones a los accionistas, pero nadie dirá la verdad: que allá, en las trincheras, hay cada vez menos luchando y más que fingen estar muertos, porque a fin de cuentas, en esa empresa, no se necesitan héroes.

GREGORIO SUAREZ

Consultor em Gestão e Métodos da Qualidade

4 años

Gran artículo!! Una profunda reflexión!!! Gracias Carlos Abel Olivera Rodríguez!! Felicitaciones!!

Mercedes Abreu

Directora en H-Move. Consultora en Liderazgo, Gestión y RRHH. Docente. Terapeuta. Amo el arte de liberar el potencial de personas y organizaciones.

5 años

Muy bueno Carlos! Me gustó el concepto de líder como campeón de valores Mucho para pensar al respecto. Gracias por compartir!

Iliana Monzón Quintan

Consultor de gestión empresarial en Consultores asociados SA CONAS

5 años

Felicitaciones Carlito, en lenguaje simple has puesto a la luz reflexiones y recomendaciones profundas y válidas. Una vez trabajé en una organización (que me reservo) donde se cultivaban valores, disciplina, orden, Muy Bien!, sin embargo mi jefa dijo un día que para pensar establcer estrategias estaba ella, nosotros éramos "Hacedores de cosas". Hace poco la ví, dice que nunca ha olidado la lección, perdió un colaborador. Gracias por tu aporte, cualquier persona que trabaje con un líder así, sentirá gran satisfacción y orgullo. Éxitos en tu proyecto.

DANIEL BOUZAS

Divulgando Cultura de Inocuidad Alimentaria.

5 años

Carlos. Interesante y profunda reflexión. Se trata de lograr un cambio cultural, cosa nada fácil, pero altamente necesaria. Nos educaron para no pensar mas allá de los estrictamente necesario. Pero para pensar fuera de ese circuito, se necesita valor y romper los esquemas. Felicitaciones.

Marcelo Toscano

Gestión de Recursos Humanos

5 años

Gran artículo y gran verdad Negro y recuerda; cuando alguien habla a tus espaldas, está en el lugar correcto.... detrás de ti. Abrazo

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Otros usuarios han visto

Ver temas