En la Acusación a Netanyahu por Genocidio, ¿Dónde Permanece Joe Biden, su Máximo Proveedor de Armas y Defensor ante los Contraataques Islámicos?
Editorial en The City Newspaper de la 4ta. semana de noviembre del 2024
Escribe: José Angel Lagos-Jiménez -Periodista/Editor-
Benjamín Netanyahu, como buen sátrapa que es y congénito violador de los derechos humanos, es un oportunista de “rompe y rasga”, según ha dejado observar en los últimos meses. Nos explicamos mejor: porque, mientras el demócrata estadounidense Joe Biden estuvo en la presidencia de esa potencia mundial, Netanyahu siempre acudió a la Casa Blanca y a pronunciar sus discursos llenos de amenazas criminales contra los pueblos de Oriente Próximo, y luego darse un fuerte abrazo (supuestamente fraterno) con Biden, quien, además, siempre fue su aliado incondicional y permitió el envío a Israel de millones de dólares y cargamentos impresionantes de armas, para que el ejército de asesinos, bajo el mando del dictador Netanyahu, continuara con el genocidio en la Franja de Gaza y más recientemente en el Líbano. Biden no escatimó en voluntad y esfuerzos concretos, para respaldar el derramamiento de sangre vertida por las bombas y misiles lanzados por Israel.
Pero, cuando ganó las elecciones republicanas Donald Trump, a la postre con un yerno judío llamado Jared Kushner, y su hija Ivanka Trump convertida a la religión sionista, Benjamín Netanyahu no cabía de contento en la sede del gobierno judío en Tel Aviv. Es decir, Netanyahu estaba extraordinariamente bien a la sombra de su protector, el longevo Joe Biden, pero, cuando conoció de la victoria inobjetable de Trump, se puso todavía más alegre. Cuestión de oportunismo, indudablemente, en el judío que está acostumbrado a ver ganancia hasta en los mismísimos infiernos, si fuera el caso.
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Sobra decir que, con Trump en Washington, Israel, los israelitas y su criminal dictador, Benjamín Netanyahu, tendrán todas las garantías de seguridad a su favor, más todavía cuando Donald Trump está deseoso de atacar a Irán y destruir sus plantas nucleares y con ese ataque quedará sellada por muchos años más, la seguridad del Estado judío, ya que los iraníes representan la mayor preocupación en la región para los hebreos. Muy posiblemente una de las primeras acciones militares que los estadounidenses efectuarán, una vez que Trump asuma el gobierno de los Estados Unidos, será un ataque fulminante desde sus portaaviones estacionados en aguas del Mediterráneo, en el Levante. De eso no tenemos la menor duda de que sucederá de esa manera, sin dilación alguna. Posiblemente Netanyahu y Trump ya lo hayan conversado, decidido y delineado desde que el segundo logró su resonante triunfo sobre la demócrata Kamala Harris, quien estaba dispuesta a ponerle límites a la carnicería que los judíos llevan a efecto en Palestina y el Líbano.
Empero, en una variable sobre el mismo tema, la figura de Joe Biden, el mandatario que próximamente dejará el gobierno de los Estados Unidos, en cuál “resquicio” entra, o en cuál situación queda después de que la Corte Penal Internacional (CPI), el brazo jurídico de las Naciones Unidas (ONU), ha pedido la detención de Netanyahu y llevarlo hasta La Haya, Países Bajos, para meterlo en una celda y procesarlo posteriormente por los innegables y evidentísimos crímenes que él y su ejército compuesto por criminales también, han perpetrado en la Franja de Gaza. Porque, aunque Biden no dio las órdenes directas para efectuar las masacres de mujeres, ancianos y niños en Gaza, siempre fue claro en decir que su alianza con Israel no tenía condiciones y estaba allí, precisamente, para suplir cualquier necesidad armada o financiera que los judíos tuviesen en el momento del exterminio en la misma Gaza. ¿Esa determinación del presidente norteamericano lo involucra en los asesinatos en masa o de ninguna manera se puede pensar así en referencia a él? Es una pregunta que sería bueno formulársela al fiscal de la CPI y a los magistrados de dicho organismo de justicia.
Sin embargo, desde nuestra observancia, Joe Biden tiene parte de la culpa moral (y material también), pues ha actuado como aquel otro individuo que presenció una vez un asesinato en la ciudad de Londres, quien no intervino directamente en la muerte del otro fulano, pero facilitó, prestó el cuchillo, para que el otro actuara en consecuencia y diera muerte a su oponente. Biden siempre estuvo anuente a entregar miles de toneladas en armas a los israelitas, incluyendo aquellas bombas que destruyen búnkeres y se internan kilómetros adentro en la tierra una vez dejadas caer. Tampoco ha expresado este anciano mandatario estadounidense, su pesar por los miles de niños que han sido masacrados por Netanyahu, ni por las mujeres gazatíes a quienes les ha quitado las vidas, ni por los ancianos y hombres de bien que vivían en ese mismo enclave palestino. Más bien y por el contrario, dijo algo así como que el “ejército de Israel es el más moral del mundo”, posiblemente cuando Netanyahu le movió los hilos de su boca para que lo dijera como si se tratase de una marioneta, debido a la ancianidad, las enfermedades y la debilidad física y mental que acusa Joe Biden desde hace tiempo atrás. Un hombre entrado en años, perfecta y fácilmente manipulable, más aun por esa clase de criminal que es Benjamín Netanyahu.
Por esa razón volvemos a formular la pregunta a la que todavía nadie le ha dado respuesta: ¿Adónde queda Joe Biden después de que la CPI ha pedido la captura de Netanyahu por su altísima criminalidad en Gaza, si el presidente estadounidense facilitó las armas y el dinero para llevar a cabo dicho genocidio? Moralmente es tan culpable, afirmamos, como el judío en cuestión, aunque nadie lo haya señalado.
Periodista, temática internacional y Profesor especializado en la enseñanza del idioma Castellano
1 mesSaludos cordiales Francisco.