Enrique Lihn, Poesía, situación irregular
Enrique Lihn, Poesía, situación irregular, edición y prólogo de Oscar Hahn. Madrid: Visor Libros. Colección Visor de Poesía nº DCCCLXXXI.
Roberto Bolaño, durante sus primeros años en España y en la revista de escaso tiraje y ecos cortazarianos Berthe Trépat (Rimbaud vuelve a casa Press), había publicado a Enrique Lihn (Santiago de Chile 1929-1988), de quien era amigo postal y devoto lector. De él dijo:
“Es un poeta mayor del siglo XX en nuestra lengua. En una antología que se haga en el año 2050 de la poesía en español no puede faltar Enrique Lihn” (en la contraportada de la edición citada)
La afirmación me parecía algo exagerada cuando tomé el libro, pero igual, la palabra de Bolaño no podía haberse dicho en valde. De algún modo debía justificarse. Lo que me decidió, muy hábil ahí Chus Visor, a comprar el libro.
Acabo de terminarlo y quedar fascinado con el ritmo y el tono elegíaco de estos poemas de verso libre y sin rima. Como decía Octavio Paz, más o menos, cito ahora de memoria, un poema puede prescindir completamente de la rima, pero no del ritmo. Como Jaime Gil de Biedma es otro de los que incardina la poesía en español dentro de la tradición poética inglesa del monólogo dramático. En este campo el chileno deslumbra y fascina. El tono coloquial en ningún momento abandona el ritmo. Cuando aparece la rima, en algunos sonetos, es solo con una finalidad paródica o humorística, para marcar la distancia más con las formas tradicionalistas que tradicionales de la poesía hispánica.
Los temas tratados son la memoria y la infancia, el amor/desamor, la vocación poética o la creación, la escritura, el arte, el cine, la identidad chilena o latinoamericana, la crítica social, pero sin caer jamás en lo panfletario (“proletarios del mundo uníos en otra parte”), las ciudades y sus paisanajes (Santiago de Chile, La Habana, París, Nueva York, Barcelona, Madrid). Pero quizás los que más me han gustado han sido sus poemas sobre la muerte. Además de su famoso “La pieza oscura”, una reflexión nostálgica del tiempo de la infancia adolescente, los poemas más interesantes y hermosos de esta antología sean “Monólogo del viejo con la muerte”, “Monólogo del Poeta con su muerte”. De los de tema metapoético, quizás, “Mester de Juglaría” y “Porque escribí”. Youtube, que es una mina, recoge estos poemas leídos por el mismo autor, que aquí dejo en enlaces. Merece mucho la pena pararse a escucharlos.
PORQUE ESCRIBÍ
Ahora que quizás, en un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.
Escribí: fui la víctima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.
Pero escribí: tuve esa rara certeza,
la ilusión de tener el mundo entre las manos
一¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con toda su crueldad innecesaria一
Escribí, mi escritura fue como la maleza
de flores ácimas pero flores en fin,
el pan de cada día de las tierras eriazas:
una caparazón de espinas y raíces.
De la vida tomé todas estas palabras
como un niño oropel, guijarros junto al río:
las cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero que siempre vuelven a renovar su encanto.
La especie de locura con que vuela un anciano
detrás de las palomas imitándolas
me fue dada en lugar de servir para algo.
Me condené escribiendo a que todos dudaran
de mi existencia real,
(días de mi escritura, solar extranjero).
Todos los que sirvieron y los que fueron servidos
digo que pasarán porque escribí
y hacerlo significa trabajar con la muerte
codo a codo, robarle unos cuantos secretos.
En su origen el río es una veta del agua
一allí, por un momento, siquiera, en esa altura一
luego, al final, un mar que nadie ve
de los que están braceándose la vida.
Porque escribí fui un odio vergonzante,
pero el mar forma parte de mi escritura misma:
línea de la rompiente en que en un verso se espuma
yo puedo reiterar la poesía.
Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos sicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.
Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder un a cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.
Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.