¿Eres de los que haces balances del año y se propone objetivos para el año que comienza?

Cada año por estas fechas, quien más y quien menos, dedica un ratito de su ajetreada vida a pensar en nuevos propósitos para el año que llegará en breve; lo que sí nos cuesta más es hacer balance del que termina y si lo hacemos, lo hacemos muy por encima. Quizá lo interesante sería detenernos en el análisis de los doce meses que dejamos atrás para que nos sirva como guía a la hora de plantearnos los objetivos del nuevo año. 

¿Qué ha pasado con los propósitos que nos plateamos en el lejano mes de enero? ¿Los hemos cumplido o se han quedado por el camino? La mayoría de las veces arrancamos muy fuerte y con decisión para cambiar algún aspecto de nuestra vida, ya sea personal o profesional, pero a medida que pasa el tiempo, nuestra voluntad y constancia se disipan como la bruma en una fría mañana de invierno y terminan desapareciendo. Siempre tendremos justificaciones para no cumplir aquello que deseábamos con tanta fuerza, pero en realidad no dejan de ser meras excusas. Para conseguir algo no basta solo con desearlo, implica tener una poderosa razón y, de forma consciente, enfocarnos en lo que queremos obtener y para qué queremos lograrlo.

La mayoría de nosotros pasamos por alto un gran detalle y es que para alcanzar nuestros objetivos de forma adecuada hay que hacer un verdadero planteamiento sobre cómo y de qué manera vamos a trabajar en la consecución de lo que queremos. Establecer un sistema para ordenar y medir cada paso que demos hacia la meta que nos propongamos. Por eso los objetivos deben ser específicos, medibles, alcanzables, relevantes y temporales. 

Si nos tomamos tiempo para echar la vista atrás y analizar la razón por la que no alcanzamos lo que nos propusimos a principios de año, muy probablemente encontremos en qué parte del camino nos desviamos de nuestro rumbo y podamos reconducir la situación para alcanzar nuestras metas. 

Es muy importante hacer una lectura positiva y pensar que no hay errores en la vida, solo decisiones que en su momento nos parecieron buenas. Probablemente en aquella ocasión no nos equivocamos, solo estábamos aprendiendo. 

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