Ernesto Sábato, la bomba, y la teoría de juegos
"Lo más extraordinario es tu ADN. Cada célula contiene un metro de ADN y tantas células, que si hiciéramos una sola hebra con todo nuestro ADN, se extendería hasta más allá de Plutón. Piénsalo: hay tanto tú como para salir del sistema solar. En el sentido más literal, eres cósmico". Bill Bryson
Lo extraordinario es que lo olvidemos. La fauna vocal que reverbera frenéticamente en nuestro cráneo, nos aleja del asombro.
Dice Tolkien: “La fantasía es escapista, y en ello consiste su encanto. Si un soldado es apresado por el enemigo, ¿no consideramos que su deber es escapar?. ¡Si valoramos la libertad de mente y alma…, entonces nuestro deber es escapar y llevarnos a tanta gente como podamos!”.
Pero usualmente el escape no es hacia la fantasía de la que habla Tolkien. Es hacia los caprichos de una agenda inconsciente que no sabemos qué diantres hace ahí.
Ante una conmoción, cualquier cosa es mecanismo de defensa que nos deja viviendo en una habitación rodeada por un campo minado, que la costumbre convierte en hogar.
John O'Donohue habla de otro hogar:
"Hay un lugar en ti en el que jamás te han herido, en el que aún hay un sentido de seguridad completa, en el que no hay fisuras... Creo que la intención de la oración, la espiritualidad y el amor es visitar de vez en cuando esa especie de santuario interior".
Recomendado por LinkedIn
Ese lugar nos conecta con la experiencia sobrecogedora y bella de estar vivos, es un lugar del que no queremos escapar.
En esta semana tan atómica y rimbombante, vale recordar a un prófugo del culto irracional de la razón: Ernesto Sábato.
Ernesto fue físico nuclear y trabajó en el laboratorio de los Curie. Ante el desconcierto de los científicos, decidió dejarlos para dedicarse a la literatura.
Ese laboratorio hizo parte del equipo que creó la bomba atómica, supo después. —¡Tamaño escape!—
Y nos dice Ernesto: "No eran las ideas las que salvaban al mundo, no era el intelecto ni la razón, sino todo lo contrario: aquellas insensatas esperanzas de los hombres, su furia persistente para sobrevivir, su anhelo de respirar mientras sea posible, su pequeño, testarudo y grotesco heroísmo de todos los días frente al infortunio”.
No sé equivoca.