¿Es el famoso plato de Harvard una buena opción?
Recientemente me topé en redes sociales con un post de @luciamipediatra, divulgadora en el ámbito de la pediatría infantil, sobre un ejemplo de "plato de Harvard" aplicado a sus hijas. Como bien comenta ella misma, su propia versión del plato de Harvard. Y es que, ¿es realmente aplicable este modelo de alimentación a la nutrición española?
Antes de realizar un análisis crítico de esta propuesta de la Escuela de Salud Pública de Harvard vamos a analizar en qué consiste realmente este plato. A continuación, adjuntamos un recurso infográfico muy gráfico para entender en qué consiste este modelo:
Es bien conocida la existencia de las famosas pirámides de alimentación saludable a diferencia del "plato de Harvard" que, a pesar de su reciente publicación en 2011,cuenta actualmente con múltiples adeptos. Si bien es cierto que los modelos de la pirámide nutricional han ido evolucionando e incorporando nuevas dimensiones tales como el equilibrio emocional, la consideración de técnicas culinarias saludables y la inclusión de suplementos nutricionales (1), resultan de difícil aplicación en nuestra alimentación diaria. El "plato de Harvard" es en comparación un modelo más visual y sencillo para entender una alimentación equilibrada basada en el balance de los macronutrientes en un único plato, entre otras variables. No obstante, algunos expertos como José M.Capitán recalcan que el hecho de que sea "visualmente atractiva, de fácil comprensión y muy popular no justifica su uso". A continuación, basándonos en un artículo de FACUA expondremos las desventajas de este famoso plato(2):
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Hilando con la publicación de @luciamipediatra se evidencian las controversias de este plato en nuestra cultura. En primer lugar, la necesidad de colocar alimentos en otros platos, ya no por mera costumbre, sino porque no caben en el plato propiamente dicho. En segundo lugar, el incumplimiento de las proporciones propuestas por el plato, ya que observamos mayor proporción de hidratos de carbono (en este caso arroz) y de proteína (el equivalente a un lenguado). En tercer lugar, el postre (en este caso uvas), comprensiblemente fuera del plato.
Como enfermeras hemos de recordar que la educación nutricional forma parte de nuestras competencias. Probablemente la aplicación de este modelo no resulta útil para la población española puesto que no es culturalmente aceptable, basándonos en los principios de la Enfermería Transcultural (3). No tiene en cuenta ni la cultura ni los hábitos alimenticios de la población, lo que va a afectar directamente también al grado de adherencia.
Indudablemente, a pesar de las desventajas del modelo, considero que es fundamental el hecho de replantearse las guías de alimentación. A mi parecer, el plato de Harvard puede ser un punto de partida para la investigación de modelos que quizá puedan llegar a ser aplicables a la población diana española.