Estilos de afrontamiento ante la enfermedad
No todos vamos a reaccionar de la misma manera ante la misma situación. La forma de reacción va a depender de varios factores: características personales del paciente como rasgos de personalidad, experiencias anteriores y aprendizajes o características biológicas y vulnerabilidad, etc.
Por ello, podemos encontrar varios estilos de afrontamiento ante la situación de enfermedad:
1. Espíritu de lucha: cuando alguien afronta la enfermedad con este estilo, va a concebir el diagnóstico de cáncer como un desafío más que como una amenaza. Su sencación de percepción de control sobre la enfermedad va a ser positiva, es decir, va a sentir que puede controlar ciertas cosas de la situación a pesar de la evolución incierta del tumor. Sus estrategias para hacer frente a esto será la búsqueda de información sobre su enfermedad (muy importante preguntarle siempre al profesional de referencia y evitar buscar en internet, foros, etc.), y va a tener un papel activo durante el proceso de tratamiento, participando en la toma de decisiones, preguntando dudas, etc.
2. Evitación o Negación: la enfermedad se percibe como una amenaza pero no de forma excesiva, puesto que se niega su existencia o se evita. La persona siente que tiene un control sobre la enfermedad o la situación irrelevante, “puesto que no hay enfermedad”. Tampoco llevará a cabo estrategias para adaptarse a ella, ya que “su vida sigue como antes, sin ninguna situación nueva a la que deba adaptarse”. Cuando aparece una siuación de este tipo, tenemos que ser conscientes de que probablemente lo que haya debajo de esta evitación sea un miedo tan terrible a la propia enfermedad que el paciente no está preparado para asumir y por ello se “evita”. De alguna forma, el paciente es conocedor de la situación, ya que si algo no existe no se tiene por qué negar, y en este caso se hace. La forma de intervenir sería dando tiempo al paciente para que vaya asumiendo la situación e ir ajustándole poco a poco con información en cortas dosis, pequeñas confrontaciones no muy violentas, etc. Es importante tener mucho tacto en este tipo de intervención, pues podemos provocar un rechazo en el paciente que será muy difícil de eliminar y volvernos a ganar su confianza.
3. Fatalismo: con este estilo de afrontamiento, el diagnóstico se percibe como una pequeña amenaza, no muy exagerada, dado que la persona siente que tiene poco control interno. Piensa que tiene pocas formas de controlar lo que ocurre, y que todo depende de lo externo (médicos, tratamientos, tipo de tumor, etc.). Por estos sesgos cognitivos, la persona no lleva a cabo ninguna estrategia de adaptación, pues “no depende de ella” el desarrollo y evolución de la enfermedad. En este tipo de pacientes es importante poder cambiar el locus de control para implicarle en los cuidados y que pueda sentir más sensación de control ante la enfermedad.
4. Indefensión: la aparición de la enfermedad en la vida de la persona es percibida como una gran amenaza que supone una situación irreversible o inevitable. Se concibe como una pérdida. Por ello, el paciente siente que no puede hacer nada, no tiene sensación de control, pues “el destino está escrito”. Se asocia con un pronóstico negativo e inevitable. Ante este estilo cognitivo de afrontamiento, el paciente no va a llevar a cabo estrategias para afrontar la situación, pues “no se puede hacer nada” para cambiarla. Esto tiene como consecuencia el abandono del paciente en muchos sentidos: alimentación, higiene, falta de adherencia al tratamiento, etc.
5. Preocupación ansiosa: la persona vive el diagnóstico como una gran amenaza, sobre la que existe una sensación de incertidumbre en cuanto a sus ámbitos de control. Por este desconocimiento sobre lo que se puede hacer, el paciente utiliza como estrategias de afrontamiento conductas de reaseguración (por ejemplo, palparse la zona del tumor para asegurarse de que no está más grande o no ha salido nada nuevo), se preocupa de una forma ansiosa y constante y existe una focalización de la atención sobre los síntomas físicos. Es importante intervenir en el paciente con una psicoeducación sobre la ansiedad y sus implicaciones a nivel fisiológico, para desmontar el estilo de afrontamiento del paciente y enseñar nuevas estrategias más adaptativas.
El estilo de afrontamiento de cada persona aparece ante la situación de amenaza de una forma reactiva, pero todos los estilos se pueden analizar y se pueden cambiar para que sean más proactivos y adaptativos a través de la psicoeducación y el aprendizaje. Si reaccionamos de ese modo, es porque no sabemos hacerlo de forma diferente, ¡pero podemos aprender a hacerlo!