Euskadi, de la industria pesada a la fabricación avanzada
Por Rubén G. López. Publicado el 15/11/2018 en EXPANSIÓN
Desde hace varios años, la competitividad presente y futura del tejido empresarial vasco se considera directamente ligada a su capacidad para adaptarse a los cambios asociados a la llamada Industria 4.0. Por este motivo, tanto las distintas administraciones públicas como la totalidad de su sector privado están trabajando de manera conjunta y coordinada para abordar este fenómeno, que tiene el objetivo de modernizar los procesos de producción de las fábricas vascas mediante la introducción de las nuevas tecnologías digitales.
El Gobierno vasco empezó a abordar este proceso en 2014, todavía en plena crisis, con la Estrategia de Especialización Inteligente. Entonces se puso el foco en tres campos de actuación: la fabricación avanzada, la energía y las biociencias. Básicamente, se aspiraba a modernizar la industria vasca en términos de tecnología y eficiencia energética, además de potenciar de manera específica las industrias sanitaria y farmacéutica.
El fin último de esta estrategia era dotar a la economía autonómica de ventajas competitivas duraderas y confirmar que la Comisión Europea no se equivocaba cuando identificó al País Vasco como un polo europeo de alta innovación. Entre las ambiciosas metas fijadas por el Gobierno de la comunidad hasta 2020 se perseguía que al menos la mitad de las empresas vascas realizasen actividades de I+D+i al final de dicho periodo, lo que les permitiría participar en más de 2.000 proyectos de investigación comunitarios, obtener 60.000 millones de euros por la venta de nuevos productos o registrar 3.000 solicitudes de patentes. Para lograrlo, el ejecutivo de Vitoria se comprometía a aportar 2.700 millones de euros de un presupuesto global previsto superior a los 11.000 millones.
Aumentar el peso del sector industrial
Tras sus primeros años de vida, la Estrategia de Especialización Inteligente ha tenido unos resultados “positivos”, según el presidente autonómico, Íñigo Urkullu, y ha servido para sentar las bases de la modernización de las fábricas vascas. De hecho, la comunidad se ha fijado otro ambicioso objetivo para 2020: que el peso de la industria sobre el PIB autonómico se sitúe por encima del 25%, que era la situación existente antes del estallido de la crisis económica.
Este proceso de reindustrialización del País Vasco incluye la movilización de más de 2.200 millones de euros hasta 2020 en ayudas a las factorías que apuesten por la innovación continua y la digitalización de sus procesos de producción. Y esta estrategia también ha empezado a dar sus frutos, con una actividad industrial que al cierre de 2017 ya suponía el 24,2% del PIB autonómico (frente al 23% de 2014), lo que ha permitido que el desempleo de la comunidad caiga hasta el 9,4% (cuando llegó a situarse muy cerca del 16% en los peores momentos de la crisis).
Estas cifras demuestran que el modelo de innovación vigente en el País Vasco funciona bastante bien. Se basa en la constante cooperación entre los sectores público y privado, lo que abarca desde las administraciones hasta las universidades, pasando por los centros de investigación y desarrollo tecnológico y, por supuesto, el tejido empresarial. Un ejemplo de este modelo es el Grupo de Pilotaje de Basque Industry 4.0, que impulsa “la innovación tecnológica a través del Basque Digital Innovation Hub, en el que las empresas tienen a su disposición, mediante nodos temáticos, todos los activos disponibles en la Red Vasca de Ciencia y Tecnología”, explica Manu Salaverria, presidente de Innobasque, la Agencia Vasca de la Innovación.
Para que la industria vasca recupere el peso que le corresponde, Salaverria considera básico que las empresas “innoven en procesos y productos basados en las nuevas tecnologías, evolucionen hacia nuevos conceptos de negocio e innoven, también, en procesos de venta, márketing, gestión de clientes y personas”. Y tampoco olvida la importancia de buscar nuevos modelos de negocio y de actuar a nivel formativo, dos apartados en los que Innobasque dispone de programas específicos.
Pero tan importante como modernizar las empresas existentes es favorecer el nacimiento de otras nuevas, cuyo ADN sea esencialmente digital. En este ámbito también abundan las iniciativas de apoyo, comenzando por el proyecto de colaboración público-privada Bind 4.0, que permite a las start up digitales trabajar junto a las compañías industriales vascas ya consolidadas, de modo que la innovación de ambas se retroalimenta.
En una línea similar, la Diputación Foral de Álava colabora con la Cámara de Comercio de la provincia para facilitar el acceso de las pymes a la fabricación avanzada, ofreciéndoles formación y acompañamiento en su transición digital. Además, este organismo público está creando un Polo de Desarrollo Farmacéutico que quiere introducir en este sector los conceptos de la Industria 4.0, así como favorecer el nacimiento en Álava de nuevas empresas tecnológicas.
Centros de investigación y empresas
En el proyecto también colabora Tecnalia, uno de los principales centros de investigación del País Vasco, con sedes en Guipúzcoa, Vizcaya, Álava y otros puntos de la geografía española. En Tecnalia, más de 1.400 investigadores de 30 países trabajan junto a las empresas industriales y tecnológicas vascas en el desarrollo de soluciones de monitorización y analítica de datos, trazabilidad, visión artificial, visualización de gemelos digitales, robótica flexible o fabricación 3D. Desde 2015, esta institución ha acompañado a 120 empresas (el 80%, pymes) en la definición e implantación de su estrategia digital.
Entre las grandes firmas vascas representadas en el patronato de Tecnalia aparece Ingeteam, especializada en la fabricación de generadores, motores eléctricos y otros productos electrónicos, con más de 3.900 trabajadores en todo el mundo y 1.350 en sus plantas de Vizcaya y Guipúzcoa. Ingeteam destina el 5% de su facturación y el 11% de su plantilla a las actividades de I+D, en ámbitos como la transición energética, el sector naval, la minería o la movilidad eléctrica.
En materia de Industria 4.0, la compañía está introduciendo en sus plantas una herramienta para gestionar el ciclo de vida de sus productos. Además, Ingeteam ya ha automatizado una de sus líneas de montaje y ha puesto en marcha un laboratorio de ciberseguridad para detectar vulnerabilidades en sus productos, que ha sensorizado para obtener un big data que suministra “información muy valiosa” y facilita la toma de decisiones “en tareas de operación y mantenimiento”, indica Joseba Arza, director general de Ingeteam R&D Europe, la filial que coordina las actividades de investigación del grupo.
Otro de los grandes embajadores de la innovación industrial vasca es ITP Aero, un fabricante de motores y componentes aeronáuticos que en 2017 destinó 121 millones de euros a I+D, casi el doble que el año anterior. Integrada en el Grupo Rolls-Royce, esta empresa de más de 3.500 trabajadores tiene su sede central en Vizcaya, donde el año pasado abrió otra planta y donde está construyendo una tercera, dentro de un ambicioso plan de inversiones industriales.
Actuación a todos los niveles
Digitalizar la industria abarca desde crear parques tecnológicos y modernizar los polígonos industriales, hasta conectarlos mediante la extensión de las redes de banda ancha. También implica lanzar programas de formación y sensibilización para las empresas, así como fomentar que la I+D+i adquiera un carácter estratégico -objetivo del proyecto Hazitek- o facilitar que las fábricas incorporen las nuevas tecnologías de la electrónica, la información y las comunicaciones, como hace el programa Industria Digitala.