Existencialismo y Liderazgo inspirador
FILOSOFÍA y GESTIÓN
Pensemos en una manzana. El intelecto la ve y comienza a describirla hasta transformarla en un tratado sobre la manzana que, finalmente, llegará a las bibliotecas. En cambio, morder una manzana es una vivencia. Y hay un abismo entre comer una manzana y leer sobre ella ¿Qué queremos decir? Al transformar la realidad en signos abstractos sin pasar por una experiencia directa, el pensamiento especulativo -tan característico de la tradición filosófica Occidental- terminó desencadenando una vigorosa reacción cultural que se iba a conocer con el nombre de "existencialismo". El objetivo de la presente serie Filosofía y Gestión, es promover el pensamiento crítico, catalogado como una de las “Habilidades Estratégicas del Siglo XXI” por el Foro Económico Mundial. En esta oportunidad -y después de presentar algunos conceptos básicos- haremos foco en el pensamiento particularmente disruptivo de Sören Kierkegaard.
¿ESENCIA O EXISTENCIA?
El término existencialismo adquiere su significado en oposición al término “esencialismo”. La bellota se convierte en roble. No puede optar por convertirse en otra cosa porque la esencia del roble precede a su existencia. Primero bellota, luego roble. Pero con los seres humanos no sucede lo mismo, dicen los existencialistas. Nosotros somos libres. Y la "esencia" de una persona -lo que ella es- es el resultado de su “existencia”, es decir, del modo en que ha vivido y de las decisiones que libremente ha tomado a lo largo de su vida. Somos responsables por nuestro desarrollo. Y la primera gran tarea es convertirnos en aquello que hayamos decidido ser. No es fácil, claro! Pero el solo hecho de proponérnoslo cambia radicalmente el sentido de todo esto, el “para qué” con que nos impulsamos en la vida. Ser hoy un “líder existencialista” significa convertirse en un proveedor de sentido para los demás, para las organizaciones donde actuamos y para nosotros mismos
LA TRAMPA DE LAS PALABRAS
Las palabras y los conceptos no son importantes en sí-mismos. Son como postes indicadores que señalan en una dirección ¿Qué queremos decir? Vivimos en la experiencia, en ese mix de sensaciones, pensamientos y emociones que llamamos “vida interior” y que sucede en el momento presente. La experiencia es intransferible. Y para poder comunicarla necesitamos representarla, es decir expresarla con palabras. Si digo “mesa” todo está claro. Pero si quiero definir la armonía de ese acorde de piano (o la tristeza que me invade cada vez que lo escucho) las palabras pierden su efectividad. El gran peligro de las palabras aparece cuando quien las pronuncia pretende que se sostengan por sí mismas, sin apoyo en la experiencia real a la que aluden. En ese momento las palabras son manipuladas y se crean discursos alienados (y alienantes!). Recordemos que debió ser el propio Galileo, desde lo alto de la Torre de Pisa y armado solo con su pensamiento crítico, quien tuvo que desmentir la especulación aristotélica de que el cuerpo más pesado cae más rápido que el liviano. En ese clima de irrealidad intelectualizada, en esa vorágine de palabras, conceptos y sistemas filosóficos, es que nace, como reacción, el existencialismo
LA REVOLUCIÓN DE LO REAL
La primera reacción al mundo abstracto de las esencias provino del Romanticismo. Para los jóvenes románticos la poesía era el último intento de decir con palabras lo que no podía ser dicho con palabras. Y la música era, simplemente, significado sin palabras. Pero el golpe de gracia a la tradición especulativa no vendría de los jóvenes románticos sino de un filósofo y teólogo danés llamado Sören Kierkegaard. Es él quien descorrerá el velo y dejará entrever la realidad que subyace a toda simbolización humana: la realidad de la vida interior, el desgarramiento del ser.
Recomendado por LinkedIn
KIERKEGAARD Y LOS EXISTENCIALISTAS
Sören Kierkegaard (1813-1855) es considerado el padre del existencialismo. Nació en Dinamarca en el seno de una familia luterana y su obra es considerada única en la historia de la filosofía ya que afirmó, en contra de la tradición dominante, que “la verdad es subjetiva”. Kierkegaard colocó a la persona real y existente en el centro de su cosmovisión. “Mi existencia no puede ser captada por un análisis teórico sino solo ser vivida por mí” decía, mientras criticaba duramente a Hegel por poner ese mundo abstracto hecho de Ideas, Conceptos y Sistemas Filosóficos, por encima de la vida real. Pero no se detuvo allí. Criticó también al “cristianismo burgués” de la Iglesia del Pueblo Danés, aquel de misa los domingos pero carente de toda pasión por lo que dice creer (*). Y sostuvo, con su propio ejemplo, el argumento radical de que “Dios es una experiencia que se vive interiormente hasta el límite del desgarro personal, no un concepto que se razona sentado en un sillón”. “Cuando logres vivir la experiencia de Dios” parece estar diciéndonos el viejo Kierkegaard, “comprenderás por qué creen los que creen”. Después de él, otros maestros como Jean Paul Sartre, Albert Camus y Martin Heidegger, impulsaron y enriquecieron el humanismo existencialista desde las perspectivas del ateísmo y del agnosticismo respectivamente. En otro artículo hablaremos de ellos
(*) Ver la serie de Netflix “Algo en qué creer”
EL CAMINO QUE VA DE KIERKEGAARD A GENERAL MOTORS
Cuando el periodista del New York Times le preguntó a Peter Drucker (1909-2005), padre de la administración moderna, cómo había sido su viaje espiritual desde Kierkegaard a General Motors, Drucker le contestó: “Me interesé en la administración debido a mi interés en la religión y las instituciones”. “El individuo -dijo- necesita retornar a los valores espirituales ya que solo puede sobrevivir reafirmando que el hombre no es solo un ser biológico y psicológico, sino también un ser espiritual”
Nuestras organizaciones están atravesadas tanto por las disciplinas del management como por los valores humanistas del existencialismo, indisolublemente ligado a ellas. La idea de la responsabilidad personal, del auto-desarrollo, del espíritu emprendedor, del aprendizaje experiencial, del marketing y de la comunicación, provienen todas de la matriz existencialista. Y si la vieja economía de la sociedad industrial exigía estrategias diseñadas por ingenieros, la nueva economía -como afirma David Ogilvy, padre de la publicidad moderna- juega su partido en el terreno de la libertad y reclama estrategias diseñadas por existencialistas que entiendan la libertad
Pero el mayor aporte del existencialismo al mundo de las organizaciones se producirá, sin duda, en el plano del liderazgo. Guillermo Jaim Etcheverry -el gran investigador y docente argentino- dijo que “la clave de tu efectividad está en saber transmitir tu pasión”. Y agregó: “La gente inmediatamente se interesa por aquello que es capaz de apasionar tanto a una persona, no importa si estás hablando de matemáticas o de management”. Kierkegaard fue el filósofo de la pasión. Y el liderazgo inspirador -ese que tanto se necesita en momentos de zozobra como los que estamos viviendo- recibirá del existencialismo el impulso vital que lo renueve y de la filosofía su fuente más clara de pensamiento crítico
Hasta el próximo encuentro
Strategy & Organization / Talent Development
2 díasExcelente artículo, Mario. Me pareció muy interesante cómo conectás el concepto de libertad en el existencialismo con la responsabilidad que debe asumir un líder inspirador. La idea de que un líder no solo guía, sino que también ayuda a otros a encontrar su propósito, resuena mucho en el contexto actual, donde la autenticidad y el sentido son clave. ¡Gracias por compartir!