Falta de creatividad e innovación: lo hemos vivimos, lo aprendimos y lo solucionamos.
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Falta de creatividad e innovación: lo hemos vivimos, lo aprendimos y lo solucionamos.

Hace algún tiempo, en uno de los proyectos más ambiciosos que lideramos, nos enfrentamos a una realidad: el equipo del proyecto estaba lleno de talento y cargado de ganas de crear, pero las ideas simplemente no fluían.

“No sabemos dónde compartir nuestras propuestas.” “Parece que las ideas no llegan a ningún lugar.”

Eran señales que no podíamos ignorar. Poco tiempo después, nos cruzamos con un estudio de SHRM que apuntaba a que el 57% de los empleados sienten frustración por no poder expresar sus ideas. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de algo importante: no era solo nuestra realidad, era un problema generalizado que afecta a muchas organizaciones.

La falta de esos canales no solo genera frustración, también apaga la creatividad, desmotiva al equipo y termina afectando los resultados. Lo vimos de cerca y decidimos que teníamos que cambiarlo.

¿Cómo lo solucionamos?

Tomamos acción, y estos fueron los pasos que transformaron la dinámica de trabajo:

  1. Creamos espacios seguros para compartir ideas: organizamos sesiones quincenales de brainstorming donde todos, sin importar su rol, podían proponer. Además, implementamos una plataforma digital interna para capturar ideas espontáneas, desde las más simples hasta las más disruptivas.
  2. Hicimos visible el impacto de cada idea: escuchar no es suficiente, hay que actuar. Mostramos cómo las propuestas se traducían en mejoras reales, y algo increíble ocurrió: más personas se animaron a participar.
  3. Aseguramos la presencia de los responsables: el ejemplo lo da quien lidera. Promovimos que cada responsable asistiera a las sesiones de generación de ideas, para escuchar, valorar y, sobre todo, agradecer. La gratitud es un superpoder que debería acompañarnos siempre.

El resultado: más motivación, más creatividad, más innovación

Puedo decir con orgullo que ese cambio marcó un antes y un después. Las ideas comenzaron a fluir, la motivación del equipo creció y, lo más importante, la creatividad se convirtió en un motor de innovación real.

Hoy estoy convencido de algo: la creatividad no sucede por casualidad. Hay que construir los espacios y canales para que surja. Hacerlo no solo beneficia a los equipos, también impulsa los resultados del negocio.

Reflexión personal

Tengo la suerte de haber nacido y vivido en Barcelona, una ciudad que es ejemplo de creatividad e innovación gracias a la integración y la creación de espacios donde las personas socializan y comparten. De hecho, ya en 1859, este fue el propósito de la ciudad, diseñada por Ildefons Cerdà. Solo debemos revisar su obra y seguir su ejemplo.

Si estás liderando un equipo o una organización, pregúntate: ¿tienen las personas el espacio para socializar, compartir y expresar todo lo que pueden aportar?

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