FINANCIAMIENTO CLIMÁTICO PARA PEQUEÑOS AGRICULTORES, COMO ESTRATEGIA PARA EL CUMPLIMIENTO DE LAS NDCs

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Las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC), por sus siglas en inglés), representan los compromisos adquiridos por los países para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y la adaptación al cambio climático, para cumplirlos se plantean una serie de medidas y acciones que los países planean realizar para reducir sus emisiones; Las NDC constituyen la base fundamental del Acuerdo de París para evitar un aumento de la temperatura superior a los 2oC, que pongan en riesgo la seguridad climática del planeta.

 

Las NDCs en la economía consideran a dos actores clave, el primero son las instancias gubernamentales que, a través de su política pública, generan las condiciones habilitantes para el cumplimiento de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas y, el segundo es el sector privado, que a través de sus planes de acción climática empresarial generan un conjunto de acciones articuladas, como parte de su estrategia de negocios, para reducir las emisiones GEI y fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los impactos inducidos por el clima.

 

Según el Instituto de Recursos Mundiales, América Latina y el Caribe contribuye con el 8,3% (esto equivale a 3,9 Gt de CO2 eq, al año 2014) del total de emisiones de GEI del planeta, de estos valores, la agricultura y la ganadería generan el 23%, y el cambio de uso del suelo supone el 19%.

 

La agricultura es vulnerable al cambio climático y sus efectos negativos, además, la creciente escasez y degradación de los recursos naturales acentúan este contexto. Según datos de la FAO, se estima que, entre 2005 y 2015, en América Latina y el Caribe los sub-sectores agrícolas, ganadería y acuicultura absorbieron pérdidas económicas por el orden de 22 mil millones de dólares por desastres inducidos por amenazas naturales, principalmente sequías e inundaciones.

Los pequeños productores agrícolas generan el 50% de las calorías consumidas a nivel mundial, sin embargo son particularmente vulnerables al cambio climático, puesto a que el incremento de las temperaturas a nivel local y global, así como el aumento de las sequías y las inundaciones, destruyen las cosechas y el ganado; A esto se suman dos elementos que complican más la ecuación; i) la ubicación de sus  tierras son marginales (a menudo suelos de mucha pendiente y propensa a la erosión), ii) la falta de capital financiero para invertir en sus fincas o adoptar nuevas tecnologías.


Uno de los cuatro elementos para la Acción Climática es el “Financiamiento Climático” el mismo que se plantea como una herramienta clave para el logro de los NDCs; Sin embargo, según el informe del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de las Naciones Unidas y la Iniciativa de Política Climática (CPI), solo el 1,7 % de la financiación para el clima se destina a los agricultores en pequeña escala de los países en desarrollo, a pesar de su desproporcionada vulnerabilidad a los efectos del cambio climático.


Durante la III mesa de diálogo anual sobre la dinámica económica de la Economía Popular y Solidaria, desarrollado por la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, a través del programa de Maestría en Economía y finanzas Populares y Solidarias, en la que participé como ponente, tuve la oportunidad de plantear la necesidad de incluir dentro de las políticas públicas el financiamiento como parte constitutiva de la agenda climática nacional, así como la necesidad de conseguir el compromiso de los gobiernos para que dirijan los recursos a los pequeños agricultores como una efectiva estrategia para el cumplimiento de las NDCs.


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