SIN BOSQUE NO HAY PARAÍSO...
Sin bosque no hay paraíso…
…y sin tetas también, me dijo Don Jonás Cangá, nativo guardián del humedal del Yalaré. Dentro de esta inmensa laguna de agua dulce, de más de mil quinientas hectáreas, se encuentran especies forestales como el chanúl, guayacán, roble, caimitillo, tangare, pulgande, cuangare, laguno, sajo, sande y mamíferos como el tigrillo y el perico ligero, tatabra, guanta, guatín, cuatro clases de murciélagos, tulicios, y otras especies raras como el gallito de montaña, tucán, guacharaca, etc. que dan cuenta que se encuentra en el exuberante ecosistema del Chocó.
Don Jonás Cangá era un afro corpulento, de voz gruesa y con la personalidad suficiente para contar que sus 28 hijos los había tenido el mismo … pero con diferentes mujeres, nada discordante con la cultura del entorno. Siempre se alegraba al vernos llegar y el ritual no cambiaba, un gran grito de bienvenida emergía desde la hamaca en la que se encontraba descansando, a eso de las diez de la mañana de aquel jueves 9 de diciembre del 2004.
-Ingenieros llegan tarde y el rio está crecido, toda la noche ha llovido, si suben pa Chillaví se van a meter en un tremando bororó- (problema).
- Que hace mi semental don Jonás-, le grité desde la camioneta
-Aquí medio achacoso y con mucha aburrición-, me contesta, -pero ya bajo pa echarnos una caña-, nos dice.
Al levantarse, las dos columnas del segundo piso de la casa de construcción mixta, crujieron y se cerraron lo suficiente para que pueda bajar de la hamaca sin mayor problema. La incorporación fue lenta, pues a los setenta y ocho años de edad sus piernas ya no le respondían lo suficiente para levantar los noventa kilos de peso, de los cuales el treinta por ciento estaba en el abdomen.
Bajó tambaleante las gradas de tabla de monte y como buen labrandero (especialista en construcción de canoas con hacha y machete), cogió el machete y una caña que había cosechado el día anterior, con habilidad la partió en tres pedazos y los peló rápidamente para entregarnos uno a cada uno.
La conversación se centró en el peligro que tienen la comunidad de Chillaví del Agua de perder sus novecientas hectáreas de bosque por la presión de los compradores de tierra, para cambiar el uso del suelo. Don Jonás conocía de nuestro trabajo de cuatro años para poder manejar el bosque secundario con la Comunidad, como una manera de conservar su patrimonio generando ingresos de manera sostenible.
-Se que se van lejos a buscar harinitas (dinero) para seguir con el proyecto, tienen que venir fondeaos pa que nos ayuden a todos-
Se acercó y con sus manos ásperas, como la corteza de un tachuelo, nos apretó la mano y sentenció:
-Vayan acompañaos (que significa tener ayuda supranormal) y al llegar allá, nada de estar aculaos (asustados o intimidados)-
En los 15 kilómetros de camino de tercer orden, desde la casa de Don Jonás hasta llegar a la altura de Concepción, lugar donde nos esperaba la canoa, sentí que nos llenó de fortaleza con buenas vibras; Además, no dejé de pensar en sus últimas palabras: “nada de estar aculaos”.
Parqueé la camioneta junto a quiosco de Rosa Mina, quien me condicionó la entrega de mi pipa de agua de coco, previa la entrega del encargo que me hiciera quince días atrás.
-lo olvidé, lo olvidé, le grité-
-te vas ponde viniste …. me regañó-
-ja, ja, ja, nunca cambias Rosita, le dije, toma tu encargo-. Y le dejé, entre sus ásperas manos, en una bolsa cerrada su pequeño tesoro.
-más te valía-. sentenció
Su fruncido ceño se distendió y, aunque me dio rápidamente la espalda, se que sonrió por que esa noche sería la mejor en muchos años.
Abelino, Róbinson, Santiago, Salvador, Audino y Christian, nos esperaban en la canoa, cuando me acerqué pude ver también a Darío, el hijo mayor de Abelino. Traía puesto un triquini, compuesto por sandalias, una pantaloneta verde con rayas blancas en los costados y la gorra del proyecto de bosque secundario que le habíamos regalado luego de la fiesta del tercer año del proyecto.
Darío, era un niño especial, sonreído y travieso, que siempre le ganaba al tiempo, se adelantaba al viento y gozaba demostrándole al sol que el daba luz y calentaba el alma en el día y en la noche. De hecho, al escribir esta historia me sonrió todo el tiempo, confundido entre las estrellas que alumbran el firmamento.
El río estaba crecido con aguas tan turbias que solo se reflejaba a si mismo, pero apelamos al intrépido Abelino que se hizo cargo del motor y Darío, a su corta edad, parado en la proa, daba cuenta de los bancos de arena y alertaba de los troncos, que con peligro bajaban, para no colisionar con ellos.
La travesía de dos horas en la canoa debía hacerse en silencio, como un ritual en función del recorrido de los predios de los comuneros, nos adentremos en la historia de los bosques siempre verdes del norte de Esmeraldas. Salimos desde la parroquia de Concepción, que tiene historia desde 1735 y fue uno de los lugares en donde en tiempos de la colonia trajeron familias de africanos para que sirvan como esclavos a los españoles de la época.
La exuberancia de los bosques de esta región, la cuenta Don Pedro Vicente Maldonado, en sus escritos que datan de mediados del siglo XVIII. Pienso cuan resilientes son los bosques del Chocó para seguir resistiéndose y no doblegarse ante la sobre explotación de los recursos naturales. Por eso, en el proyecto de recuperación de bosques secundarios, mantuvimos el propósito de manejar las diferentes etapas de sucesión de bosques para restaurarlos y que estos, nuevamente generen bienes y servicios ambientales.
En el recorrido nos acompañaron un grupo de curiosos monos aulladores y una bandada de papagayos, que con su garrir nos inundaron de melodías el recorrido. También nos cruzamos con la panga de don Arcesio Cuero, que bajaba con su familia; No se puede despreciar en el relato el colorido y la alegría de los ocupantes de la pequeña barcaza. Flora, la esposa de Arcesio, llevaba un peinado con trenzas, hilos y lazos de diferentes colores, un faldón amplio color esperanza, encarrujado en la cintura y largo hasta el talón, con blusa color garza hasta el ombligo y un turbante del color de la papaya más madura, que le otorgaban belleza y jerarquía; Estuvimos tan cerca que tuvieron tiempo de tirarme un amorfino:
-“El hombre en el valor
es como el amorfino:
está en cualquier camino
haciendo de cantor”-
Los gritos de mis acompañantes de la canoa no cesaban, Marco Vinueza, a quien luego se los presento, me refirió que era una ofensa si un lojano cantor no respondía a tan espontáneo halago y, antes que la popa de la panga cruzara la línea de crujía de nuestra canoa, recordé los tiempos mozos en que el verso enamoraba y, a decir verdad, en esos románticos oficios sacaba mejor nota que en historia, por esto, me puse de pie, he inspirándome en la bella Herlinda, hija mayor de Don Arcesio, a voz en cuello recité:
-A orillas del Bogotá, te encontré ligera y calma,
fresca, viva y sonriente,
bañando de inocencia los chillaldes en tu cauce.
Pasee contigo horas, días, meses y hasta años.-
-La belleza del paisaje solo adornó tu presencia,
pura, limpia y cristalina como el agua é pipa tierna,
manantial de idealismos, reflexión será tu signo,
ya no puedo acompañarte,
yo llegué a la catarata, … para ti solo es remanso.-
… no hubo gritos… luego de treinta minutos de serpentear el río Bogotá, llegamos a Chillaví del Agua.
Reconocía la última curva antes de llegar al pueblo por el gran higuerón, que aferrado a la orilla del río daba cuenta que si sus raíces eran profundas y fuertes no había crecentada que lo voltee ni sequía que lo seque. Cuando lo veía recordaba la historia de Sansón con su fornido cuerpo y gran cabellera , que en el higuerón lo representaban su gran fuste y la exuberancia de sus ramas y hojas, por esto, es claro que la fuerza de Sansón estaba en sus hojas, allí se convierte la energía de la luz en energía química en forma de azúcares, creo que definí la fotosíntesis.
Regresando al relato, ya estábamos frente a Chillaví del Agua, que nombre más sugestivo para un pueblo, pertenece a la parroquia de Cachaví, del cantón San Lorenzo del Pailón, soy extensivo en la geografía para dar al lector una idea cabal de la nomenclatura de las poblaciones. El par de docenas de casas, de construcción de madera con techos de lámina de zinc, ya bastante oxidadas, eran muy pintorescas y coloreadas como una paleta de pintor de feria, usando colores alegres que daban cuenta de la alegría de sus habitantes.
Su población de descendiente directa de los primeros africanos que llegaron a la provincia de Esmeraldas, siempre nos recibía con mucha algarabía a nuestra llegada. Durante ya cuatro años nos habíamos convertido en una parte de la vivencia de su gente.
Por estar el rio tan crecido, la canoa llegó casi hasta el filo de la pequeña cancha de uso múltiple del pueblo; Al recibimiento estaba Desiderio Corozo, líder de la comunidad, Argeo Mina, Clarisa Caguá, una decena de jóvenes que formaban parte de las brigadas de trabajo del proyecto y un nutrido número de niños, alegres, vistiendo solamente pantaloneta y con una barriguita inflada, que daba cuenta que no llegaba aún la brigada médica de desparasitación.
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-Bienvenidos dijo Desiderio, pensamos que no llegarían por la correntada que se dio luego de la lluvia de la noche-
-Para Abelino no hay problemas, el es siempre osado y nos trajo con seguridad-, dijo Marco Vinueza, al tiempo que se acercó a estrechar la mano de Desiderio.
Antes de continuar debo presentarles a Marco, profesional de la ingeniería forestal que se formó en el Ecuador y varios países del mundo, siendo uno de los primeros ingenieros que generaron y promovieron políticas públicas para el manejo forestal sustentable y buen uso de los productos forestales en el Ecuador.
Marco fue mi maestro en el oficio forestal y de las ciencias ambientales, las clases las manteníamos periódicamente en los viajes que por cinco años hicimos al proyecto de bosque secundario. De el aprendí que los árboles en esas condiciones, no se siembran sino se plantan, que en una regeneración natural primero crecen las heliófitas y luego las esciófitas y que, en el manejo forestal del bosque secundario, no hay recetas replicables, pero fundamentalmente aprendía que el triángulo de la sustentabilidad solo se puede dar, si existen seres humanos comprometidos con los principios de las soluciones basadas en la naturaleza.
Desiderio nos indicó que la Asamblea de la comunidad estaba lista, nos esperaban en la sala comunal. A diferencia de otras ocasiones, en este recibimiento no hubo amorfinos ni arrullos, la alegría de los miembros de la comunidad estaba ausente y solo se veían rostros de preocupación por las definiciones de la asamblea.
Los doscientos metros del recorrido fueron en silencio, se percibía un malestar en los miembros de la comunidad, a nuestro paso se seguían sumando miembros de la comuna con quienes nos dirigíamos a la sala, en el interior se encontraba un grupo de cerca de treinta hombres de comunidad quienes siempre fueron escépticos al proyecto de manejo de bosque secundario y abogaban por la venta de los predios de la comunidad a terceros. Ellos, conjuntamente con otros miembros de la comunidad habían extraído desde hace cincuenta años las maderas finas de los bosques de Chillaví y vendido la madera para fabricación de pisos.
Desiderio inició con la reunión como líder comunitario, explicando que el proyecto de bosque secundario se cerraría durante el mes de diciembre del 2004 y, si no hay una extensión del proyecto, se debería ver el destino de las tierras de la Comuna. Cástulo Presiado, a nombre del grupo de escépticos del proyecto tomó la palabra y llamó fuertemente la atención a los directivos de la comuna y a los directivos del proyecto por no haber permitido vender desde hace ya cuatro años las tierras, para con ese dinero repartirlo a los habitantes de Chillaví y que puedan tener mejores ingresos.
Por más de cuatro horas se exhibieron argumentos por las partes. Desde la visión del líder de la comunidad había la necesidad de mantener sus tierras ancestrales; los técnicos del proyecto explicamos los beneficios socio ambientales que se habían conseguido al poder frenar el cambio de uso de suelo y mantener una reserva de flora y fauna para beneficios de la comunidad y de la provincia; y los argumentos de Cástulo y sus seguidores que defendían la necesidad de conseguir más recursos económicos y sacar de la pobreza a las familias de Chillaví, argumentos que iban calando en los otros miembros de la comunidad, fundamentalmente los hombres, que ya estaban en mayoría.
Cuando se presionó a Desiderio para entrar en la votación y, antes de que el pueda levantarse, se escuchó un manotazo sobre la mesa de tablas de chanul escasamente moto aserradas, seguido de un grito que sorprendió y llamó la atención de todos, era Clarisa Canguá, lideresa palenquera de la comunidad, quien en su estrepitoso grito dijo:
-aquí a las mujeres nos escuchan…-
Clarisa era una mujer que bordeaba los setenta años, desde el inicio del proyecto tomó a cargo al grupo de jóvenes que trabajaron en el bosque y con su machete trabajó todo el tiempo para apoyar en las tareas de manejo. Su amor por el hábitat solo me recordaba al de Martín Chapik en la Amazonía, que luchaba para conservar su SACHA.
-Los conozco a cada uno de los que están aquí, casi como si los hubiera parido, no soy la mayor de la comunidad, pero estoy cerca. Con cuatro de los que están queriendo vender mi bosque he tenido hijos y los he criado sola, de la madera que vendieron solo me queda las cicatrices en la espalda del árbol de peine é mono que me cayó por ayudar a apearlo-
Continuó luego de un gran sorbo de aire,
-las comunas del progreso, Chilialde, Ricaurte y otras han vendido sus tierras a los Orellana y otros, ahora ya no hay guatusas ni guantas pa cazar, los armadillos y monos aulladores han venido a buscas refugio en nuestro bosque. Con cada árbol de más, que ha caído, se le ha quitado la casa al perico ligero, se ahuyentaron los venados y ya no quedan tulicios. Ayer que quise sacar minchillas todas estaban muertas por los químicos de la plantación aguas arriba, y entonces ¿con quién viviré?, mis críos ¿con quién jugarán? -.
-Hablo por las mujeres de Chillaví del Agua-, continuó -las que buscamos nuestro alimento y medicina en el Bosque que nos queda y que lo hemos recuperado con el proyecto-.
-A ustedes ingenieros-,
se refirió a nosotros con dura mirada y en tono amenazante sentenció,
-En mi casa los he atendido con seco é pollo, minchillas (camaron de rio) y carne é monte, hasta les di mi cama pa que se duerman en la borrachera de noviembre. Necesitamos la última parte del proyecto y tienen todo en sus escritos pa presentarlo y conseguirlo-.
Tomo nuevamente aire y, para terminar, nos dijo:
-“No puedes esconder el humo si pendiste fuego”, decían nuestros antepasados, nuestras vidas serán el humo que deberán llevar ustedes y convencer a los donantes, porque el Bosque de Chlillaví es nuestro Paraiso-.
Hubo un tenso silencio en la sala, Desiderio tomo la palabra y dijo:
-No se venderán las tierras hasta que regresen noticias de si continúa o no el proyecto …-
La sesión se cerró y todos salimos nuevamente hacia el sitio en donde estaba la canoa. Que gran responsabilidad pensé. Desiderio se me acercó y me susurró algo al oído que me dejó pensando todo el camino.
-Se que regresar y si haces bien las cosas serás mejor y el Bogotá ya no será el mismo rio con agua turbias, será tan cristalino que reflejará tu alma-,
fueron las palabras de Desiderio.
Rio abajo, y con creciente a favor, hicimos solo una hora hasta Concepción. La misión encomendada me exigía conocer la definición de Yokohama, el tiempo era demasiado corto y no podíamos esperar a que la respuesta llegara a través de medios oficiales, debía llamar a Japón, mi única opción era convencer a Rosa Mina.
En cuanto la canoa topo tierra me adelanté para bajarme primero, pero trastabillé y caí, el lodo del rio Bogotá tiene un sabor especial, más aún cuando entre por tus fosas nasales. Me limpié y corrí hasta el Kiosco de Rosa.
-Rosa, necesito la tarjeta que te traje- le dije
-Que pasó mijo, por que tan preocupado- me preguntó
Le expliqué lo que pasaba y sin decir palabra fue hasta su cama, buscó bajo la almohada y me trajo la tarjeta telefónica para llamadas internacionales. Con mucho pesar le pregunté, ¿estás segura?, a lo que contestó con el tono y firmeza de siempre:
-usté llame y no joda …- y presurosa ingresó hasta su cuarto y cerró la puerta.
En la anterior entrada al proyecto, Rosa me había pedido que le trajera una tarjeta de telefonía para llamadas internacionales, por que ese día era el cumpleaños de su hijo Adalberto, que estaba en España desde hacer 5 años y no lo había visto. Por medio de su comadre Petita había conseguido su número telefónico y hoy le daría la sorpresa.
Con ansiedad llamé al +81-45-223-1110, del otro lado de la línea estaba John Lee, que luego de una larga explicación me indicó la resolución de la organización. La capacidad de la tarjeta no dio ni siquiera para despedirnos … Marco y los técnicos del equipo esperaban expectantes … hubo gritos de alegría … en cinco días viajábamos.
Partí lentamente, con sentimientos encontrados, a pocos metros del Kiosco vi por el retrovisor a Rosa que levantó la manó, paré regresé a ver y me gritó:
-Traerás arto platanal para el proyecto … y no te aculee chacho é mierda …
En memoria de Darío Rodríguez
Gerente General/CEO en PLYTEK S.A.S.
2 añosExcelente Juan Carlos, Felicitaciones !
CEO Fundador ATIAgro Asistencia Técnica Integral Agropecuaria
2 añosCheveraso