Fría y afilada

Fría y afilada

Aunque pasen mil años entretejiendo relaciones en este complejo mundo humano, siempre me resultará imposible manejar la helada estocada de la deslealtad.

Como sabiamente expresó Eurípides, “La deslealtad es más cruel que la espada”. Los enemigos, al menos, son figuras predecibles en su confrontación; sabes cómo encararlos, con firmeza o con clemencia, pues tu respuesta será siempre medida.

Las cicatrices que llevo son testigos de innumerables batallas, testimonios de una piel curtida en la adversidad, preparada para resistir cualquier embate, por más feroz que sea.

En esos campos de combate hay, al menos, un código de honor, un conjunto de reglas no escritas que enmarcan la contienda.

Pero jamás sentí temor comparable al de enfrentar la traición de un falso amigo, cuyo abrazo se convierte en puñalada. Es en esos momentos cuando comprendes que la deslealtad, una vez normalizada, convierte la confianza en un lujo demasiado costoso, un riesgo inasumible.

Son heridas que, a diferencia de las físicas, rehúsan cicatrizar, dejando un rastro perenne de dolor y desconfianza.

Aquí sigo, firme en el campo de batalla de la vida, convencido de que un solo aliado leal vale más que mil traidores. Vivir es sentir, sufrir, amar; es nutrirse de pasiones y desafíos, parte esencial de la odisea hacia la conquista personal.

El universo, en su sabiduría infinita, me ha enseñado las reglas del triunfo y el fracaso.

Avanzo, sin desviar mi mirada, de los valores que definen mi esencia: confianza, lealtad, dedicación. Estos pilares, aunque algunos los vean como vulnerabilidades, son la fortaleza sobre la que edifico mi vida.

Si confiar en los demás es ser débil, entonces acepto esa debilidad.

Esta carencia me guía hacia logros que son la suma de esfuerzos colectivos. Una vez alcanzada la meta, me retiraré a mi refugio, a esa cabaña donde me aguardan mis libros, la cálida lumbre de la chimenea, y los pensamientos de una existencia marcada por desafíos superados y un espíritu en paz. Miguel Alemany

Camilo Menéndez Piñar

Jurista. Consejero de empresas.

11 meses

Los villanos con cuchillos cachicuernos, como canta el Poema de Mío Cid. La sombra del traidor, el beso de Judas, siempre presente en la vida de la actual naturaleza caída del hombre. Y más ahora, que se acepta públicamente como bueno el fruto del perjurio público más escandaloso, y se elogia a sus autores. Valioso trasfondo el de tu artículo, Miguel. El perdón sin merma de la justicia y la salvaguarda de una psicología abierta a la confianza y a creer en la palabra dada, frente a la tentación de la deformidad a la que invita la traición. Solamente resulta difuso el "Universo", claro suplantador de Cristo en estos tiempos de panteísmo desbocado. La "New Age" lo esgrime astutamente para tratar de equilibrar lo insólito de concebir al ser humano como un dios soberano en permanente autodeterminación. Apartarán los oídos de la verdad y los prestarán a las fábulas...

Sandra Flores

Comunicadora digital, periodista, redactora, escritora creativa y editora. Autora autopublicada, correctora y maquetadora.

11 meses

"Un solo aliado leal vale más que mil traidores". Si confiar en los demás es ser débiles, la debilidad se acepta con fortaleza.

Katherine Zuñiga

Asistente Virtual | Agente Inmobiliario| Trabajo Remoto | Redes sociales| Marketing digital | Administración | Data entry |

11 meses

Jamás se debe esperar nada de nadie, menos lealtad, así jamás se sentirá la traición.

Alejandra Scioscia

Analista contable Senior | Ejecutiva comercial | Abogada | Redactora y Creadora de contenidos | Asesora de Seguros | Secretaria

11 meses

Siento que en cada palabra de este artículo, la profundidad de tus experiencias, Miguel. La metáfora de la helada estocada de la deslealtad es poderosa y evoca imágenes de una batalla constante en el complejo mundo humano. La fortaleza que encuentras en la confianza, lealtad y dedicación es admirable. Aceptar la 'debilidad' de confiar en otros no es sino un testimonio de tu valentía y de cómo esos valores son la columna vertebral de tu éxito. ¡Seguiré admirando tu travesía en el campo de batalla de la vida, buscando aliados leales y construyendo un legado marcado por desafíos superados y paz interior!

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