Fragmentos: Slavoj Žižek - El sublime objeto de ideología (2): Identidad de marca no-personal.
Continuando con mis apuntes de Žižek, esta semana he encontrado algo en lo que también pienso a menudo en relación con la identidad y, concretamente, la creación de la identidad de marca personal. Algo en auge con las redes sociales y todo el entramado influencer.
Siempre es agradable encontrar otras formas de decir lo que piensas. Hará ya dos años que comenzé a trabajar sobre este tema. En la ponencia que di en el Congreso Internacional de Principios y Práciticas del Diseño de la Universidad de Monterrey en 2021, comentaba cómo la idea del diseñador se ha transferido a la propia identidad individual, haciendo inseparable y vacía esa identidad. Ser diseñador no es una identidad, sobre todo cuando no sabes lo que es.
En esa ponencia mi análisis fue a través de la obra de Kierkegaard y sus estadios de la personalidad. Si no recuerdo mal expone el tema en el maravilloso libro temor y temblor. El primer estadio, el estético, es descrito como de banalidad total, el sujeto y su personalidad se banalizan a través de sus acciones. Un estado en el que no impera sino lo inmediato, lo mundano. Después él sigue con cosas teólogicas y el tema del sacrificio, otro de los grandes hits, en mi opinión, de la obra de Kierkegaard. Mi punto aquí era la adhesión de ese estado de la personalidad existencialista desde la idea de artísta o genio. Esto sumado a la imposibilidad de identificar lo que es un diseñador como tal, supone que el sujeto que se identifica como diseñador no se identifica en absoluto. Aquí entra Adorno, su movida cultural, ect. Bueno, lo explico mejor en el video y creo pronto se publicará el texto.
En Žižek he econtrado otra prespectiva, combinada con la teoría lacaniana.
Podemos leer en: Slavoj Žižek, El sublime objeto de ideología. Siglo Veintiun Editores; Argentina, 2003, p. 156-57
El sujeto está siempre ligado, prendido, a un significante que lo representa para el otro, y mediante esta fijación carga un mandato simbólico, se le da un lugar en la red intersubjetiva de las relaciones simbólicas. El asunto es que este mandato es, en definitiva, siempre arbitrario: puesto que su naturaleza es performativa, no se puede explicar con referencia a las propiedades y capacidades "reales" del sujeto. Así pues, cargado con este mantato, el sujeto se enfrenta automáticamente a un cierto "Che vuoi?", a una pregunta del Otro. El Otro se dirige a él como si él poseyera la respuesta a la pregunta de por qué tiene este mandato, pero la pregunta no tiene, claro está, respuesta. El sujeto no sabe por qué está ocupando este lugar en la red simbólica. Su propia respuesta a este "Che vuoi?" del Otro sólo puede ser la pregunta histética: "¿Por qué soy lo que se supone que soy, por qué tengo este mandato?¿ Por qué soy ... [un maestro, un amo, un rey ... o George Kaplan]? En suma: "¿Por qué soy lo que Tú {el gran Otro dices que soy?", y el momento final del proceso psicoanalítico es, para el analizante, precisamente cuando se desentiende de esta pregunta -es decir, cuando acepta lo que es sin que esté justificado por el gran Otro.
La red intersubjetiva de relaciones simbólicas es cultural e ideológica al mismo tiempo, es ineherente a la misma. El punto de Žižek, y de Lacan, es que el sujeto crea su identidad a raíz de lo que significa para el Otro. Este significado, mediado por la cultura, es efectivamente performativo porque consiste en cómo nos ve el Otro. El efecto retroactivo, sin embargo, será que la perfomatividad que el Otro ve en nosotros se convierte finalmente en nuestra identidad. El problema viene cuándo el Otro espera que esa perfomatividad en base a la cuál ambos hemos creado esa relación símbolica se cumpla. Ahí es cuando para nosotros, comos sujetos, supone un problema. Porque no podemos cumplir el "mandato" al que esa perfomatividad nos ha condicionado.
Personalmente me ocurrió cuando me desplacé de diseño a historia. Mis compañeros de diseño hasta entonces no me tomaban muy enserio, igual que yo no lo hacía. Condicionados y acomplejados (no en el mal sentido) por esa mirada de el Otro asumieron un plus en mi, que yo era más listo. Como consecuencia de ello, empecé a creerme y sentirme más listo que ellos. Yo no había cambiado, pero la forma en la que ellos me veían cambió mi forma de verme. Fui bastante idiota y tardé unas semanas en darme cuenta de este fenómeno inexplicable.
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Žižek continuará:
[...] ¿Qué es la pregunta histérica si no una articulación de la incapacidad del sujeto para satisfacer la identificación simbólica, para asumir plenamente y sin constricciones el mandato simbólico? [...] "¿Por qué soy lo que me dices que soy" -es decir- Cuál es ese objeto plus en mí que hace que el Otro me interpele, me salude como... [rey, amo, esposa...]? (Lacan, 1981, p. 315.)
El problema general de esta identificación retroactiva y creación identitaria reside, en primer lugar, en no entender el proceso. Y en sengundo lugar en la expectativa. Las expectativas que tengan los demás de uno son problema suyo. Yo empecé a hacer lo que me apetecía, luego empecé a entender por qué me apetecía. Luego empecé a jugar con esa performatividad. Pero eso es otro tema.
En fin, el problema por tanto es la incapacidad de satisfacer la expectiva del Otro y entender que esta surge de la imagen que tiene de nosotros, de nuestra performatividad. Es esa expectiva a través de la cual nosotros construimos nuestra identidad.
La pregunta histérica abre la brecha de lo que hay "en el sujeto más que el sujeto", del objeto en el sujeto que resiste a la interpelación -subordinación del sujeto, su inclusíón en la red simbólica.
Este objeto en el sujeto es el plus lacaniano, el plus de la mercancia, el valor, el ornamento de Adolf Loos, el mito, esto es diseño. Como digo, yo esto lo entendí primero a través de Kierkeegard y de Adorno, pero Lacan es mucho más claro. La marca personal supone precisamente este plus y la objetualización del sujeto dentro de la red intersubjetiva de relaciones simbólicas. El problema es, como decía la principio, llenar esa perfomatividad que es un significante del Otro y convertirla en significado. El reto es no hacer de esa performatividad tu identidad personal separando objeto de sujeto y subordinando el primero al segundo.
La marca personal se convierte así en la respuesta al Che voui?, carente de significado. Porque en el momento en el que la marca personal (plus = objeto) subordina al sujeto por la perfomatividad retroactiva inherente a esta desde la mirada el Otro, el sujeto se pierde en el obejeto. Sobre todo cuándo no sabes muy bien qué es el objeto al que tú como sujeto te subordinas. Sobre todo cuando eres un artísta o un diseñador.
No en vano Adorno dirá en su Dialectica Negativa que la identidad es la protoforma de la ideología (p.144)... ¿A quién defiende el Xokas cuando defiende al Xokas?