Gestión de los hábitos y la comunicación en la (pos)crisis
Para sobrevivir a la crisis del Covid-19 y reinventarnos después de ella, será necesaria una evaluación profesional de nuestros hábitos familiares, organizacionales y gubernamentales, gestionados y comunicados de forma estratégica
La crisis del coronavirus COVID-19 ha venido a cambiarnos la vida. Actualmente, lo está haciendo con la priorización y limitación de diversas actividades como consecuencia del aislamiento social en gran parte del mundo; sin embargo, los cambios de mayor envergadura vendrán cuando la población intente retomar su "vida normal" y en ese momento se pondrá mayor atención a los comportamientos arraigados, conductas mejor conocidas como hábitos.
Los hábitos se forman tras la repetición constante de acciones en el tiempo, las que pueden llegar a ser inconscientes o automáticas. Un hábito puede ser personal, familiar, laboral o hasta social; ser de diversos tipos; y su origen puede ser diverso, yendo desde lo cultural, pasando por lo religioso u organizacional y hasta ser una creencia sin ningún sustento.
La actual crisis nos permite avizorar que nos encontramos ante un cambio profundo en la sociedad, en el que el cambio de hábitos no solo será una consecuencia sino una necesidad para enfrentar un nuevo orden nacional y mundial. En ese contexto, la gestión de los hábitos se desarrollará en tres ámbitos:
1. Familiar: las familias necesitarán administrar los hábitos que las mantengan seguras y saludables, pero que también sean económicamente viables en la nueva coyuntura.
2. Organizacional: las organizaciones tendrán que reformular sus procesos (hábitos) para ser más eficientes y mantener la efectividad. No obstante, deberán poner cuidado en el nuevo orden familiar de sus trabajadores.
3. Gubernamental: el Estado estará obligado a reformarse, a poner atención en aquellos sectores que necesitan mayor atención y dejar el (mal) hábito de planificar solo sobre números (presupuesto).
Esta gestión de los hábitos necesitará la generación de estrategias comunicacionales que faciliten los cambios de comportamientos en los ámbitos mencionados, buscando generar la conciencia de la necesidad de ellos ante la nueva realidad.
¿Por qué es importante la comunicación en el cambio de hábitos? Porque los hábitos no tienen -necesariamente- una razón lógica detrás de ellos, más aún cuando hay una dimensión emocional. Por ejemplo, tradiciones culturales o religiosas tendrán que evaluarse ante la posibilidad de contagios; o la adquisición de ciertos bienes y servicios tendrán que ser desechados ante inciertos presupuestos. La salud y la economía influirán en el cambio de hábitos por mucho tiempo.
En ese sentido, las estrategias de comunicación tendrán que desarrollarse sobre la base de cuatro habilidades:
a) Entendimiento: comprender que la sociedad no es uniforme, que sus hábitos son heterogéneos y que a cada grupo humano le corresponde una estrategia comunicacional diferente.
b) Empatía: lograr que ese "ponerse en el lugar del otro" es recíproco y no unilateral como equivocadamente se cree. La empatía es un proceso comunicacional de ida y vuelta que se debe basar en la apertura y confianza de lo que se transmite.
c) Asertividad: la transmisión de los mensajes necesarios para este nuevo orden requerirá de la capacidad de decir las cosas con respeto, sin menosprecios e inclusión.
d) Resiliencia: entendiéndola como la capacidad de adaptación en situaciones adversas, deberá ser promovida sobre la base del fortalecimiento de las habilidades anteriores.
Una evaluación profesional de los hábitos familiares, organizacionales y gubernamentales, gestionados y comunicados de manera estratégica, nos permitirá sobrevivir en la crisis y reinventarnos en la poscrisis. La negación y resistencia al gran cambio que estamos atravesando puede ser tan letal como el COVID-19; por lo que solo la aceptación y toma de consciencia nos permitirá afrontar el futuro.
Fuente: Conexión ESAN