Guía para emprender - PRÓLOGO

Si emprender fuera tan fácil como seguir las instrucciones de una receta para cocinar, y si el éxito (independientemente de la definición que se le asigne), dependiera tan sólo de seguir correctamente dichas instrucciones, pues entonces el mundo no sería como el que conocemos hoy. 

Por suerte no es así! 

Porque en la vida, no se trata de seguir instrucciones como si fuéramos robots programados, sino de aprovechar al máximo todos los factores que no hacen humanos. 

El factor curiosidad por ejemplo; nuestra capacidad para resolver problemas con los elementos a nuestro alcance, la capacidad de liderazgo, o la capacidad para motivarnos - a nosotros y a quienes nos rodean! -, son algunos ejemplos de las cosas que no se pueden estandarizar.

Ninguno de esos factores se pueden “encapsular” y transmitir como quien aprende una ecuación matemática. Ciertamente que se pueden trabajar, identificar y pulir si tenemos la posibilidad de hacerlo. Y sin dudas que la práctica sistemática, sumado a una buena capacidad de análisis y ganas de querer mejorar, es una de las mejores formas de hacerlo. Pero no existe una receta mágica para adquirirlos o realizarlos “correctamente”.

O los factores emocionales, como el miedo solo por mencionar un ejemplo. Una emoción que es tan diferente según la cultura a la que pertenezcamos, que sería imposible “empaquetar” una receta mágica para ayudar a todos a transitar - e idealmente superar!- el miedo.

Simplemente no es posible.

Lo que siempre será necesario antes de comenzar cualquier cosa, es contar con las ganas de hacerlo.

Debe existir, necesariamente, una “chispita” interior. 

Algo que nos impulse a querer dar el primer paso. Incluso cuando otras emociones surgen, se entremezclan y nos indican que debemos hacer lo contrario. Pero esas mismas emociones (que algunas veces nos frenan o nos dicen que demos un paso atrás), también las debemos escuchar! 

Así que la cosa se complica porque ser humanos nos permite entender que, algunas cosas las podremos ordenar o estandarizar pero incluso así, existen tantas excepciones como personas que los intenten.

Pero todos, tenemos en común esa “chispa” o el “factor x” que nos hace hacer lo que hacemos, y ser como somos. 

No pretendo que las personas que decidan implementar nuestras sugerencias resulten mega emprendedores seriales. 

Tampoco pretendo (aunque ciertamente me encantaría que suceda) que, aquellos que tenían ganas de hacer algo pero no sabían qué, se atrevan a proponer soluciones que mejoren la calidad de vida de sus comunidades y su entorno. 

Si hay algo que realmente me motiva, es pensar que tal vez, algún lector encuentre en estas páginas, la motivación que estaba necesitando para dar ese primer paso.  

Es en ese fugaz instante, cuando todo es posible y somos nuestra mejor versión.

Pero sobre todo, me motiva pensar que esta guía representa la materialización de muchos años de ideas, de experiencias, de lectura teórica y aplicación práctica que tal vez, algún día, le sirva de guía para mi hijo. Es un legado para todos aunque el motor que me motiva no es el concepto de “todos” como algo macro e intangible, sino “él”, un niño que crece rodeado de amor y lleno de curiosidad, en un mundo sumamente incierto y cambiante en donde, intentar definir nuestro propósito, muchas veces nos deja paralizados.