Heurísticas: El arte de tomar decisiones rápidas
Desde el momento en que despertamos, nuestro cerebro entra en acción tomando decisiones. Algunas son aparentemente insignificantes, como elegir entre café o té al desayuno, mientras que otras tienen un impacto más significativo, como aceptar o no una propuesta laboral.
Pero ¿cuántas decisiones tomamos al día? Estudios sugieren que, en promedio, una persona toma alrededor de 35,000 decisiones diarias. Esto incluye desde movimientos automáticos, como dar un paso hacia adelante, hasta elecciones más deliberadas. A medida que enfrentamos esta inmensa cantidad de decisiones, nuestro cerebro recurre a estrategias eficientes para reducir el esfuerzo cognitivo.
No siempre vamos a tener toda la información disponible en esas decisiones., Iimagina que estás frente a un cruce de caminos y necesitas decidir qué ruta tomar. No tienes acceso a un mapa, el clima está cambiando, y no sabes cuál camino será más seguro o rápido. Esta situación ejemplifica lo que llamamos una decisión bajo incertidumbre: no contamos con toda la información necesaria para evaluar las opciones de manera precisa.
Ante escenarios como este, tomar decisiones puede ser abrumador. Aquí es donde nuestro cerebro recurre a atajos cognitivos, conocidos como heurísticas. Estas estrategias mentales simplifican la complejidad del proceso de decisión al basarse en patrones familiares, experiencias previas o reglas generales que hemos internalizado.
Para comprender cómo operan estas heurísticas está uno de los trabajos más influyentes en psicología: el estudio de Amos Tversky y Daniel Kahneman, El juicio bajo incertidumbre: heurísticas y sesgos. Este paper revolucionó la comprensión sobre cómo las personas toman decisiones, revelando que, aunque las heurísticas suelen ser efectivas, también introducen sesgos que pueden distorsionar nuestro juicio.
El artículo describe cómo, en contextos de incertidumbre, las personas recurren a heurísticas para evaluar probabilidades y tomar decisiones. Aunque estas estrategias son rápidas y útiles, también generan sesgos sistemáticos que pueden llevar a errores predecibles.
Algunos atajos:
Representatividad: Las personas evalúan la probabilidad de que un evento o individuo pertenezca a una categoría basándose en cuán representativo es de un caso típico de esa categoría. En otras palabras, usamos similitudes o estereotipos como referencia, a menudo ignorando datos estadísticos relevantes.
Imagina que conoces a una persona llamada María. Ella es callada, lleva gafas y siempre lleva un libro bajo el brazo. Al describirla, muchas personas asumirían rápidamente que es bibliotecaria. Sin embargo, este juicio podría ser erróneo si no consideramos la información estadística: ¿cuántas personas trabajan realmente como bibliotecarias en comparación con otras ocupaciones? Muchos estereotipos se originan a partir del uso de este atajo. Si aplicamos esta heurística en procesos complejos, como en recursos humanos o liderazgo, corremos el riesgo de asumir características o capacidades sobre las personas que pueden no ser precisas.
Disponibilidad: Las personas evalúan la probabilidad de un evento basándose en la facilidad con la que pueden recordar ejemplos o casos similares. Es decir, cuando algo es fácil de recordar, lo consideramos más probable, aunque esta facilidad de acceso no siempre esté relacionada con la frecuencia real o las probabilidades objetivas.
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Un ejemplo claro de esta heurística se puede ver al pedirle a dos personas que recuerden momentos en los que se sintieron confiados. Si a la primera persona le pides que recuerde 6 momentos en los que tuvo confianza en sí misma y a la segunda le pides que recuerde 12, la primera persona tendrá más facilidad para acceder a esos recuerdos y, como resultado, sentirá que tiene más confianza en sí misma, ya que la información le llega con mayor rapidez. La segunda persona, por otro lado, puede que tenga dificultades para recordar tantos momentos y, como resultado, percibirá que tiene menos confianza.
Este fenómeno también ocurre cuando las personas experimentan una racha positiva (o negativa) de sucesos. Si alguien ha tenido varios eventos positivos seguidos, es probable que piense que está teniendo "suerte", ya que esos eventos están frescos en su memoria. Lo mismo ocurre en una racha negativa: la facilidad con la que recordamos los momentos negativos puede hacernos sentir que estamos "en mala racha".
Anclaje: Las personas basan sus estimaciones en una información inicial, conocida como "ancla", que influye de manera desproporcionada en las decisiones posteriores, incluso si esa información es irrelevante o incorrecta. Esta ancla puede ser cualquier número o dato que recibimos al comienzo de un proceso de decisión, y a partir de ese punto, nuestras evaluaciones tienden a ajustarse hacia esa referencia inicial.
Un ejemplo claro de esta heurística ocurre en las negociaciones. Supongamos que estás negociando el precio de un producto o servicio. Si la primera oferta que se presenta es muy alta, digamos $10,000, esta cifra actúa como un ancla e influirá en la percepción de la otra parte sobre lo que es un precio razonable, incluso si la oferta final será mucho menor. En este caso, las propuestas posteriores, incluso si se reducen significativamente, seguirán estando sesgadas por esa cifra inicial.
El anclaje demuestra cómo la primera información que recibimos puede moldear nuestras decisiones de manera poderosa, a menudo sin que seamos conscientes de su impacto.
Tomar atajos ¿Sí o no?
Las heurísticas son atajos mentales útiles para tomar decisiones con rapidez, especialmente en situaciones de incertidumbre. Sin embargo, como hemos explorado, estos atajos también pueden llevarnos a cometer errores sistemáticos. La heurística de representatividad nos hace hacer juicios basados en estereotipos sin considerar la probabilidad real. La heurística de disponibilidad nos hace sobrestimar la frecuencia de un evento según lo fácil que sea recordarlo. Y la heurística de anclaje muestra cómo la información inicial puede influir de manera desproporcionada en nuestras decisiones, aun cuando sea irrelevante.
Reconocer nuestros atajos nos permite identificar si estamos tomando una decisión bajo incertidumbre o si contamos con más datos disponibles. También nos ayuda a detectar posibles sesgos o falencias al emplear esos atajos y, así, refinar nuestra toma de decisiones, haciendo consciente la manera en que nos comportamos en contextos inciertos.
Este fue un articulo escrito por Daniel Alejandro Arias Polanco