Inspírame... a propósito de promesas imposibles
¿Qué tienen en común la anotación de un gol de tu equipo favorito de fútbol con el que ganan un campeonato, con comer tu plato favorito, o escuchar hablar a una persona que te permite conectar con algo que para ti es importante? En todos esos casos, se produce una liberación de hormonas que causan una suerte de excitación, alegría, felicidad temporal; misma que impacta en como hablamos, como vemos, como conversamos, mientras dure el efecto claro.
Pero, puede suceder que tu equipo de futbol favorito no logré más allá de esa anotación y no gane ese partido, como es mi caso; que el efecto de la comida acaba y no sea hasta una nueva ingesta, ahora más cargada, que recuperes el brillo anterior; o bien, que necesites a cada momento escuchar a esa persona que “te hace sentir mejor”.
Para todos estos casos, podemos llegar a inferir que lo que nos pasa tiene que ver con algo que está afuera de nosotros; como si nuestro estado de felicidad, alegría dependiese de eso otro, de ese otro. Lo cierto, es que nada de lo que sucede, sería posible sin la participación de nuestra propia estructura, sin el patrocinio de nuestro mundo emocional, lingüístico, y, corporal. De lo contrario, frente al mismo estímulo todos experimentaríamos la misma respuesta. Eso hace que el mismo plato para otra persona sea simplemente una buena comida, que la anotación del gol pase desapercibida por un tercero, o, que el mismo orador no “sacuda el alma” de otra persona.
Y un poco en el tenor de lo mencionado, se sitúa la conversación que sostuve con un colega, a propósito de un requerimiento imposible.
“No se me da lo de motivador, eso de que un tercero tenga la expectativa que uno va a moverle un botón y con ello, despegará en el vuelo más alto y pleno…no es algo que se me dé, de manera natural digamos”. Palabras más, palabras menos, algo así escuchaba de un colega, a propósito de un Feedback recibido por un cliente, relativo a una charla que se le había contratado.
¿Qué había sucedido? Le habían pedido dar una conferencia acerca de un tema particular de gerencia, éste (en adelante Mario) presentó los temas, objetivos, enfoque, etc. todo aquello vinculado con el entregable. Mas, algo parecía que Mario pasó de largo, la expectativa de su cliente de que como consecuencia de su charla la gente se inspirase, ¡si! eso mismo, que, como resultado del despliegue del relato, la gente tenía que motivarse porque “se trata de líderes y eso es importante” le decía su contraparte cliente.
Para Mario tal cosa lo puso en una encrucijada, por un lado, su voz interna de servicio y atención al cliente le instaba a poner atención a su Feedback, pero por el otro, lo que escuchaba no le ayudaba en modo alguno para mejorar la misma prestación del servicio.
En ese momento Mario cayó justo en la misma dinámica en que danzaba su cliente; aterrizó en modalidad víctima, toda vez, que puso su auto estima, su certeza relativa al trabajo hecho, y la misma apreciación de la experiencia, todo eso en manos de un juicio no fundamentado que le hacía trastabillar ¿qué decía esto de Mario? ¿adonde ponía Mario su atención? ¿qué modelos mentales sostenían la forma de trabajar de Mario?
El lector y el oyente podrán pensar que todo se resuelve viendo los términos de referencia de la contratación; y ese en efecto fue una de las acciones realizadas. Indagamos en lo contratado, revisamos el despliegue, los momentos, el cierre en que se validan aprendizajes y demás; y todo eso se ceñía con lo contratado. Además, se solicitó aplicar una encuesta para obtener más información. Para la sorpresa de Mario – realmente no era tan sorpresivo – un 90,9% de los encuestados coincidían en que, para todos los criterios evaluados, el desempeño de Mario era Excelente, para el 4,6% era Muy Bueno, y para el restante 4,5% era Bueno.
Al recibir esa data Mario estaba más tranquilo, podía validar que al comparar lo contratado, con lo entregado, con la experiencia de la audiencia, los resultados eran más que buenos, alineados con lo que había sido la experiencia con ese cliente. Mas, aún quedaba en la contraparte cliente la inquietud de “averiguaré que hay detrás de ese comentario, de esa persona que dice que no fue inspirador, que la gente no se inspiraba”.
Algunas conclusiones ha elaborado Mario como resultado de esta experiencia:
· Que así como la anotación de un gol de tu equipo favorito, una comida preferida, o una compañía agradable, pueden resonar con tu estructura interna de tal manera de provocar una emoción positiva particular, lo mismo puede suceder con otra experiencia como recibir un Feedback particular que aun sin fundamentos, ocasiona, como en este caso una cadena de reactividad; cosa que habla tanto del estado interno de la contraparte cliente, de Mario, y del mismo sistema cliente, adonde al parecer las emociones modalidad alka seltzer son bien apreciadas… con el costo de mantenerlo de cara a niveles crecientes de ejecución e impecabilidad.
· La importancia de checar las expectativas, validar los entregables y la comprensión de los mismos; todo ello con el fin de no hacer un si criminal, de no apostar por promesas no posibles, porque nadie puede comprometerse con inspirar a un ejército, a un equipo, porque la inspiración es resorte de aquel que es inspirado y su estructura interna, más allá de la parafernalia del que se diga inspirador o motivador.
· Que toca seguir revisando los cuentos que nos contamos de nosotros mismos, darnos el permiso de asomarnos a ese maravilloso laberinto, con la valentía y temor de Teseo, y la inocencia poco reconocida del Minotauro.
COACH PERSONAL Y DE EQUIPOS (PCC) - Acompaño personas, equipos y organizaciones a transformarse, fortalecer su liderazgo y lograr sus propósitos, mediante procesos de coaching, capacitación y facilitación experiencial.
5 añosMuy oportuno Francisco Villalta Guandique a propósito de las personas que hacen promesas imposibles a otras personas, a equipos o a organizaciones que luego transitan por estados de ánimo como la frustración o la resignación... Gracias por compartirlo.