La aceleración del cambio cultural y la ayuda de Trump
“El ser humano (cada uno de ellos) es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de otros. Debe existir por su propio esfuerzo, sin sacrificarse a otros ni sacrificar a otros para sí mismo. La búsqueda de su propio interés racional y de su propia felicidad es el más alto propósito moral de la vida”
(Ayn Rand, Los Ángeles Times, 17 de junio de 1962)
El resultado de las elecciones en USA podría dar una ayuda imprescindible para la consolidación del cambio cultural en Argentina. El gobierno necesita tiempo, esfuerzo y fondos para mejorar las expectativas. La ayuda del gobierno del futuro presidente Trump en las negociaciones, sobre todo con el FMI, probablemente acerque los más de u$s 10.000 MM que se necesitan financieramente para cerrar el año 2025.
La aceleración del proceso de cambio y de recuperación de la economía es trascendental para aplacar la imaginación de los políticos opositores.
Si bien las palabras de Ayn Rand se explican por si solas y tienen un profundo sentido filosófico dentro del Objetivismo, debemos ser conscientes de que, en una argentina manejada por el populismo de izquierda durante más de 100 años, el Estado debe tener un rol reparador para con la sociedad excluida. Los incentivos para invertir, la creación de oportunidades, la resolución de conflictos legales y la construcción de la infraestructura deben (en un estado moderno) trabajar para que haya prosperidad en la comunidad. Sin embargo, lo dicho en la frase anterior, debe ser solo para facilitar que los seres humanos puedan ejercer su propia libertad. Estamos acostumbrados a que esto no sea así y los argentinos seguimos anhelando al cacique que nos lleve a la tierra prometida.
Fortalecer las instituciones, especialmente la judicial, y proponer cambios modernos y eficientes son el único camino que nos aproximará al siglo XXII. ¿Pero porque hacemos referencia a las palabras escritas por Rand? Básicamente porque esa filosofía objetivista, adaptada a las necesidades de nuestro país, requiere un cambio cultural muy profundo que el presidente, con todos sus defectos, conoce muy bien. Lamentablemente, más de la mitad de los opositores a sus políticas anidan en el árbol de la antigüedad del pensamiento económico y desde sus ramas controlan casi todos los recovecos del Estado impidiendo su modernización. Hoy no hay muchos ejemplos en el mundo de culturas que promuevan el mérito y el individualismo social, pero, sin embargo, muchos países sobre todo de occidente tienen instituciones que cuidan que los desvíos a esas prácticas no lleven la economía al atraso.
Un ejemplo claro es el tema del déficit fiscal. Cuando Europa inició la era del euro como moneda, era obligatorio que los déficits de sus países adherentes fuesen inferiores al 3% de sus PBI. Una demostración clara de la obligatoriedad de un cambio cultural. De esa forma el ordenamiento económico era clave para ordenar la economía y evitar los bruscos ajustes a los que, por ejemplo, Argentina se ve obligada a hacer. Estados Unidos tiene una deuda de más del 100% del PBI y un déficit superior al 6,3% calculado sobre ese mismo PBI. Si EE. UU. no pudiera financiar ese déficit el ajuste que tendría que hacer para normalizar la economía y dejar de tomar deuda sería tan grande que seguramente provocaría una revolución. La ayuda militar y no militar a otros países, seguramente se vería afectada por los ajustes y el mundo posiblemente se convertiría en un caos.
Pero bueno, así las cosas, el gobierno parece abocado a reducir significativamente muchas asimetrías en la economía. La principal asimetría sobre la que se está trabajando es sobre el valor del tipo de cambio y no estamos hablando de la eliminación del cepo que merece un párrafo aparte. El “milagro” que ha tenido lugar en la economía (para los que hemos aceptado la necesidad del cambio cultural) es la baja de la inflación y la lenta convergencia entre el tipo de cambio oficial y el medido por el contado con liquidación. Obviamente este “milagro” no ocurrió de la mano de Dios, sino que ocurrió en base al sacrificio de muchos y eliminando injusticias. El déficit cero es el “milagro” iniciador de esta nueva oleada cultural que muchos miran esperanzados y otros muchos resignados. Casi ninguno de los opositores se da cuenta que, aunque la realidad no les guste, tampoco tienen propuestas superadoras o al menos alternativas. Este hecho deja mucho espacio para que la “Libertad” (sic) avance con varios cambios que se pueden hacer. Como sabemos, el gobierno cuenta con pocos recursos en el congreso y muchas dificultades para hacer alianzas (por culpa propia o ajena). La forma más rápida de gobernar que tiene es por medio de decretos como lo han hecho los gobiernos antecesores. Sin embargo, esa oposición sin propuestas está intentando limitar la capacidad del gobierno para emitir decretos, por lo que sin leyes y sin decretos el cambio cultural sería seguramente muy lento. Esa es la principal arma que tiene la oposición y los políticos del siglo IXX. Veremos que sucede.
La salida del cepo merece un párrafo aparte. Su eliminación total de golpe no parece una solución razonable. Esto podría traer una corrida cambiaria que podría desmoronar lo construido hasta ahora. Argentina puede crecer lentamente con un cepo acotado y con liberaciones parciales y específicas como lo ha hecho en algunos tramos del pasado. Obviamente creemos que todavía estamos a tiempo para su liberación total pero administrada. No olvidemos que el BCRA todavía tiene reservas netas negativas de más de u$s 4.000 MM. Es obvio que ningún extranjero va a traer capitales para invertir si luego no puede retirar sus beneficios y que nadie va a prestar dólares si no va a poder cobrar los intereses, pero, la convergencia de los tipos de cambio, la esterilización de los pesos, y el pago en tiempo y forma de los intereses de los bonos ya emitidos han hecho que el riesgo país se reduzca a menos de 1.000 puntos, la Bolsa de Valores haya aumentado 67% en dólares y el tipo de cambio contado con liquidación solo subiera 19% en lo que va del año. Si el cepo se termina, ese riesgo país volverá a estar por debajo de 600 puntos y podremos volver a crecer con fuerza.
Tengamos paciencia y aprovechemos estos próximos meses para continuar cambiando la cultura hasta que la mayoría se dé cuenta que las cosas las tenemos que hacer con nuestro esfuerzo y no esperar que el estado u otro nos haga feliz.
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Internacional
Demoramos en editar este Newsletter esperando el resultado de las elecciones norteamericanas. Entendíamos que el triunfo de Trump era bastante posible si observamos las noticias que nos llegaban del país del norte en los últimos años.
A nuestro entender, los demócratas no pudieron recuperar la economía ni evitar rápidamente los efectos de la alta inflación alcanzada luego de la crisis del COVID. La alta emisión finalmente provocó estragos y las sucesivas subas de tasas que se implementaron arrastro a la economía a un nivel casi de recesión. Si fue culpa de Biden no lo sabremos nunca, tal vez le tocó estar en ese lugar y en el momento inoportuno. Lo cierto es que su política migratoria tampoco resultó suficientemente adecuada como para consolidar el “american way of life” sino más bien todo lo contrario. Creemos que Trump llegó (como sucedió con el Brexit), en un momento en que la gente, sobre todo del interior de estados históricamente de filiación demócrata, estaban cansados de que la inflación haya reducido sus ingresos y que supuestamente la migración promoviera un incremento de la delincuencia.
Así las cosas, muchos en el mundo se han sorprendido, porque pensaban que el progresismo tenía el camino despejado hacia adelante. Si dudas que un hombre que ya fue presidente, que tiene 78 años, enjuiciado y condenado además de sospechado de incitar a atacar el Capitolio, haya sido elegido por segunda vez es un tema por lo menos peculiar. Obviamente llama la atención el resultado de la elección; así como llamó mucho la atención que en Argentina ganara un político casi desconocido hasta unos meses antes de las elecciones. Muy posiblemente el cansancio con los malos resultados del centro izquierda haya inclinado el péndulo para el otro lado.
¿Cuáles podrán ser los efectos sobre los demás países del globo? Si Trump cumple con lo que vino diciendo, seguramente el dólar se fortalecerá en el mediano plazo, el comercio internacional sufriría mayores restricciones, los mercados financieros mejorarán y habrá más proteccionismo en USA además de limitarse la inmigración. Esto podrá ser mejor para el país del norte, pero para los demás, habrá que esperar para ver. Las inclinaciones de Trump en materia de política exterior no parecen demasiado firmes. Dada su relación con Putin, pensamos que el futuro de Ucrania podría diferir de lo que espera Zelenski aunque podría facilitar el fin de la invasión rusa. Con respecto a Medio Oriente, pensamos que Trump también podría intervenir favorablemente para la pacificación parcial de las hostilidades ablandando la política de Netanyahu. Hay que tener en cuenta también que la historia no necesariamente se repite y que no está garantizado el resultado futuro.
Con todas las incertidumbres que se abren hacia adelante, comentar el desarrollo de los mercados en octubre se historia vieja. Si creemos que no hubo una tendencia definida ya que no se estaba seguro del resultado de las elecciones. Mas bien diríamos que los rendimientos se mantuvieron en la forma que venían desarrollándose sin pánico ni euforia.
Esperamos con interés ver cómo se desarrolla noviembre y lo comentaremos en diciembre.
Evolución de los principales índices financieros internacionales