La clave es "no liderar".
Otra vez, desde la empresa tomamos ejemplos de cómo mejorar nuestros equipos utilizando el deporte. Y este es un ejemplo más que he encontrado de lo que he podido leer esta semana. Desde luego, sigo confirmando mi idea: si quieres liderar un equipo, mejor no lo hagas. Me explico.
Utilizando como guía este post publicado sobre Sarina Wiegman, tres cosas son fundamentales para trabajar con los equipos: detectar necesidades de rendimiento, aprovechar las oportunidades de conseguir resultados y cambiar de estrategia rápidamente cuando lo requiera la situación. Ya sé que suena un poco a tópico y el pensamiento de todos es: ¿y cómo se hace eso?
Primero, tener muy claro el objetivo y compartirlo con el equipo. Es imposible llegar con un equipo al máximo rendimiento de este si no creamos con ellos un propósito; no objetivos, esos vienen después. Un propósito claro y compartido de lo que queremos hacer, ese es el punto de partida. Si se te ocurre algo y quieres que el equipo lo haga, tienes que hablarlo y exponerlo con todo lujo de detalles, esperar su feedback e incorporar sus aportaciones para terminar de darle forma. Si no lo haces, estás liderando y tu equipo solo se comprometerá hasta el punto que le interese profesionalmente, nada más. Y eso, hoy en día, no te da para alcanzar el mejor resultado posible.
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Segundo, prepárate con el equipo. Sí, que tienes que estar dentro de todo el sistema de formación que el equipo requiera para hacer realidad ese propósito. Podéis tener todos la fuerza para hacer realidad vuestro propósito, pero sin entrenamiento de los conocimientos, habilidades y hábitos de trabajo necesarios para hacerlo realidad, es imposible de alcanzar el máximo rendimiento. Hablo, de máximo de rendimiento, no de conseguir resultados. En el deporte, ya tenemos muy clara esta diferencia: muchos consiguen resultados, pero rendir al máximo y marcar la diferencia, solo unos pocos.
Y tercero, crea un sistema de trabajo con el equipo. No puedes decirles cómo jugar y luego esperar a supervisar el trabajo que realizan, eso no aporta tu talento al equipo: tienes que crear roles, funciones y flujos de trabajo, y medirlos para tomar decisiones orientadas a mantener el sistema, mejorar o empezar desde cero de nuevo (eso es lo que hacemos en deporte con las jugadas que forman parte de una estrategia de competición). Y lo tienes que hacer con el equipo, todo con ellos. De lo contrario, tendrás un propósito, un equipo entrenado, pero no podrás aterrizar en la realidad de la competición nada de lo que quieres hacer. Porque cuando llegan los resultados, llega el baño de la realidad y es donde hay que tomar decisiones de rendimiento que afectarán a la estabilidad del equipo, y solo si todos formáis parte activa de la creación y ejecución del trabajo podréis asumir esa realidad y hacerla mejorar.
Así que, deja atrás el liderazgo y las grandes decisiones de éxito; comienza a introducirte en el equipo y crea junto a todos los profesionales un entorno de mejora continua donde todos seáis partícipes de todo. Siempre digo que el rendimiento es de todos y para todos.