La Mente Automática: Rendimiento Máximo en el Deporte y la Vida.

Vas a tope. Centrado en la carretera, en lo que tienes delante: tus compañeros y rivales. Todos enfocados en dar pedales y en encontrar la posición adecuada, evitando que en ningún momento se interrumpa el esfuerzo, que ya pesa, y vaya si pesa.

En ese momento, no piensas en nada. Todo está en automático en tu cerebro, buscando la máxima fluidez en tu técnica, en tu físico y en tu mente. Solo sales del automático cuando una decisión inesperada te sorprende. Y eso no pasa muy a menudo, así que sigues enchufado, tomando miles de decisiones automáticas que tu cerebro ejecuta sin que siquiera lo notes; decisiones a las que dedicas tan poca energía mental que ni las percibes. De hecho, eso es la concentración, ¿no?

¡Ah! Pero sucede. Siempre sucede, y tu mente se detiene en seco. Sales del túnel del "flow" y entras en una visión de 360 grados de todo lo que te rodea. Algo ha pasado. Tus pies y tus piernas te han puesto en alerta. Tu cerebro se desconecta de las sensaciones de carrera automática y rápidamente revisa lo que ocurre, enfocándose en la parte baja de la bici. ¡Pero no toda tu atención! Solo una pequeña parte, porque tu cerebro ya sabe que el panorama por delante no va a cambiar mucho. Esa parte mínima de atención sigue controlando las decisiones y movimientos automáticos para mantenerte en carrera, mientras el resto de tu atención se concentra en lo que te ha sacado de la burbuja de rendimiento: la cadena está fuera.

Pero no te detienes. El mundo no se viene abajo. El rendimiento baja, pero de forma insignificante. Algo te ha obligado a salir del modo automático, desviar tu atención conscientemente al problema, y poner todos tus sentidos en resolverlo, mientras una pequeña fracción de tu atención sigue ocupándose de mantenerte en la carrera. Sigues adelante, no te has bajado de la bici, no te has enfadado ni lo has mandado todo al traste, no has pedido ayuda a tus compañeros... no has hecho ninguna de esas miles de opciones que tenías.

No, de forma natural, entrenada, como si hubieras nacido con ello, lo solucionas con un movimiento preciso, que no solo te permite continuar, sino que además te devuelve al foco de tu rendimiento. Ese movimiento, fruto del entrenamiento o de la experiencia, le dice a tu cerebro que ya puedes volver al modo automático.

El regreso es como si nada hubiera pasado. Como si el mundo no se hubiera detenido por un momento, como si no hubiera podido ocurrir miles de cosas que podrían haber terminado en desastre. Ese movimiento ha reconectado tu cerebro con la concentración en la carrera, devolviéndote al estado de máxima exigencia para lo que te queda de recorrido.

Así funciona la mente cuando opera al máximo rendimiento, tanto en el deporte como en la empresa y en la vida. Es una cuestión de estar entrenado para alcanzar ese nivel. Nada más... y nada menos.

Mira el video que resumen en imágenes lo contado.